Evlin Aragón/Zona Roja.
Oaxaca de Juárez, Oax., 10 de mayo de 2020.- Lejos de considerarlo como el gran proyecto de infraestructura que permita el desarrollo del sur-sureste del país, el Corredor Transístmico en territorio oaxaqueño representa la amplia posibilidad de despojo y subordinación de las comunidades indígenas, particularmente asentadas en la región del Istmo de Tehuantepec.
Así lo refiere la investigación realizada por Daniel Sandoval Vásquez y titulada “Tren Amaya, Sembrando Vida y Corredor Transístmico. Impactos en el valor de uso territorial de las comunidades indígenas y campesinas”, publicado por el Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano.
De acuerdo con el documento, el proyecto vitoreado por las autoridades estatales y federales, pretende arrebatar la posición afectiva de la tierra a las poblaciones originarias y, por otra parte privarlas de la capacidad de decidir sobre cualquier uso futuro de los recursos en general.
Lo anterior sólo como el primer paso, ya que una vez funcionando puede derivar en la explotación de la población que será separada de su labor creativa ligada a la tierra, así como de las poblaciones migrantes de Centroamérica que arriban al país en búsqueda de mejores condiciones de vida.
Así mismo, pone puntual atención en que el beneficio económico sería para las grandes empresas nacionales y extranjeras, quienes se quedarían con las ganancias que genere la distribución de mercancías y las actividades turísticas planteadas en la zona, situación similar a la que ocurrirá en el contexto del Tren Maya.
Ello sin dejar de señalar la violación a la soberanía nacional que podría configurarse, ya que se trata de un proyecto subordinado a intereses extranjeros y no al desarrollo y crecimiento nacional, diseñado para cumplir propósitos del mercado mundial y sobre todo que abra la posibilidad de fundar nuevos procesos de control social y militarización en la región sur sureste del país.
De acuerdo con Daniel Sandoval, ya existen antecedentes suficientes que muestra los conflictos que enfrentan hoy en día las comunidades indígenas en donde existe infraestructura energética, explotación de hidrocarburos, parques industriales manufactureros, agroindustria, cultivo de transgénicos, desarrollos inmobiliarios y turísticos, entre muchos otros que impactan en el medio ambiente y la población
Por ello, en la publicación se crítica que aún con el cambio de gobierno, la construcción de una nueva infraestructura que afecta significativamente los recursos naturales y a las comunidades que los conservan, siga siendo presentada por el Estado y las empresas que la ejecutan como indispensable para el progreso y desarrollo de la Nación, cuando son intereses económicos los que en el fondo se ponderan por encima de cualquier otra cosa.
Finalmente, y pese a la parte negativa que presenta la instalación y operación, tanto del Corredor Transístmico como del Tren Maya, la investigación advierte la débil respuesta por parte de las comunidades, ya que únicamente son pequeños grupos que históricamente han defendido sus territorios y recursos quienes actualmente intentan articular un frente de oposición.
Lo anterior debido en gran parte a la implementación de la estrategia federal denominada Sembrando Vida por medio de la cual se ha logrado que las personas acepten las disposiciones oficiales e incluso cedan sus tierras como ya sucedió en Bacalar, Quintana Roo.