Evlin Aragón
Oaxaca de Juárez, Oax., 27 de junio de 2019.- Con la voz entrecortada y lágrimas, Marco, Jesús y Luis, integrantes del Grupo de Detenidos en Búsqueda de Justicia, narraron las horas de tortura física y psicológica que vivieron el 19 de junio del 2016, al ser detenidos en inmediaciones de Asunción Nochixtlán.
Ello a pesar de no formar parte del magisterio oaxaqueño o alguna organización social y mucho menos participar en la protestas en contra de la Reforma Educativa que se registraban en la entidad oaxaqueña.
“Nuestro delito fue ir a enterrar a nuestro familiar” explicó uno de ellos. Y es que de las 27 personas detenidas en el operativo “Oaxaca” realizado el 19 de junio a petición del entonces gobernador Gabino Cué Monteagudo, 19 de ellos se encontraban en el panteón municipal enterrando a un familiar, cuando fueron retenidos de forma arbitraria por elementos de la policía estatal y federal.
“Nos sacaron a golpes del panteón, nos amenazaron, nos quitaron nuestras pertenencias nos dijeron que nos iban a desaparecer, que nunca volveríamos a ver a nuestras familias, nos desnudaron y tomaron fotografías, nos trataron como perros”, relató Jesús.
Lo anterior, en el marco del conversatorio “Violencia de Estado y tortura: consecuencia y afrontamientos a tres años del 19 de junio de 2016”, que se llevó a cabo este miércoles en la capital del estado, organizado por la asociación civil Código DH.
TRATOS CRUELES
“Yo pensé que era el fin de mi vida y la de mis compañeros. Todo el camino nos fueron maltratando, nos golpearon con los toletes y sus escudos. A un compañero le cortaron el cabello con una navaja, a otro le pusieron un casco en la cabeza y lo retachaban con las bancas que llevan los carros”, continúo el relato que por momentos suspendía al no poder contener las lágrimas.
El miedo a no volver a ver a sus familias y que se tratara del fin de sus vidas fue compartido por todos, así como el dolor por los golpes físicos y la incertidumbre que les generaba la tortura psicológica.
“Pensé que era mi fin y sólo podía pensar en mis hijos, no me despedí de ellos y me esperaban ese domingo para celebrar el día del padre, pensé que nunca los volvería a ver”, añadió.
Después de horas de estar primero en una celda y luego una especie de bodega, fue hasta el martes que se dio el intercambio, ya que la población mantenía retenidos a dos elementos de la Policía Federal y exigían la liberación de los detenidos.
“El martes en la noche fue nuestra salida, nos intercambiaron como mercancía, no llegamos con nuestras familias, nos intercambiaron sobre la pista (carretera) donde mantenían a los federales, eso me hace sentir hasta la fecha como mercancía, como algo que no vale”, aseguró.
Los tres recordaron que ellos no tuvieron nada que ver con el movimiento magisterial y que poco a poco han salido adelante con todo y las secuelas físicas y psicológicas que se mantienen a tres años de los hechos, refieren que no ha sido fácil pero el mantenerse unidos en exigencia de justicia les ha permitido seguir con sus vidas.
EXIGEN JUSTICIA
“Lo que queremos es justicia, que se nos haga justicia por los golpes que recibimos y la tortura psicológica de la que fuimos víctimas nosotros y nuestras familias”, concluyó Jesús.
Por su parte Sara Méndez, representante de Código DH, aseguró que la documentación de las organizaciones sociales ha sido fundamental para hacer evidente que si hubo casos de tortura y que sigue pendiente el acceso a la justicia y a la reparación del daño.
“Nochixtlán sigue con una herida abierta, una herida que no se ha proceso y que si no se atiende se encona, es fundamental que el tejido social se reconstruya a favor de la comunidad que fue agraviada”, dijo.
Finalmente, detalló que las autoridades oaxaqueñas tienen una cuenta pendiente, ya que mientras las víctimas no obtengan justicia por los hechos, estos tienden a repetirse en los contextos de lucha y resistencia de pueblos y comunidades en la entidad.
