Ismael García M.
San Juan Atepec, Oax., 29 de junio de 2019.- “No mames cabrón, me estoy congelando”. “Todo lo que hay que hacer por echar porra y no perder la chamba”.
La escena y los comentarios son de cientos de burócratas acarreados al acto oficial, en plena Sierra Juárez, a unos ocho grados centígrados y unos 80 kilómetros de su mullido sillón.
Muchos llegaron desde la noche del viernes; se alojaron donde pudieron y alcanzaron, la mayoría en Ixtlán; otros en la madrugada, pero permanecieron en la decena de autobuses y otra cantidad igual de camionetas de alquiler.
Sábado 08:00. Todos titiritan; el frío cala, la neblina permanece. El único restaurante en el crucero a Atepec, luce atestado, por decenas que hacen cola para ir a los sanitarios y otros por comprar algún alimento.
A un lado de la carretera se amontonan. Se acurrucan en el piso entre sí; muchos más permanecen parados, varios con la cobija encima. Dos puestos al exterior, insuficientes para dar de desayunar, y se acabaron los vasos desechables para el café; unos optan por cortar un envase de plástico, con tal de conseguir café.
Sólo a un grupo privilegiados de trabajadores del gobierno les dieron su “lunch”, una bolsa de papel con una torta, un yogur y una ensalada. Los demás, a esperar.
“..uta padre, de haber sabido me traigo mi torta y mi chesco”. Varios cargan en la mano una matraca, nueva; otros, cartulinas, los menos una lona de apoyo al gobernador Alejandro Murat, como los que colocaron a lo largo del trayecto de la capital hacia acá. Van de un lado a otro; no hay sol, no hay dónde sentarse más que en el piso.
A medio kilómetro del acceso, un camión atravesado y decenas de pobladores que impiden el paso. “Esperen, esperen, la orden es esperar”, dice uno de ellos desde una bocina. La rechiflada se suelta.
Muy pocos simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, acaso los agradecidos serranos con las obras carreteras.
Varios funcionarios encabezaron sus comitivas de burócratas. La secretaria de las Mujeres, Ana Vásquez, con abrigos y gorro; atrás, su ayudante cargando la cobija. Va de un lado a otro. Paulo Tapia, del Cecyte, sólo con una acompañante; Rodrigo González Ilescas, del Cobao, tomando selfies con su amiga.
Madrugaron David Mayén, de CAO, y el contralor Jesús Díaz Navarro; Samuel Gurrión, de Medio Ambiente, llega tarde. Alrededor de las nueve de la mañana arribó el diputado Alejandro Avilés, con su séquito en dos vehículos y con privilegio de estacionarlos en lugar preferente.
Más discreto, aunque sin faltar sus botas y sombrero al estilo norteño, el Comisionado de la Policía Estatal, José Aniceto Sánchez Saldierna, para vigilar el resguardo de unos 100 policías sin uniforme.
–¡Ya cabrones, déjenos pasar! ¡Tenemos frío! –el grito de los burócratas, seguido de chiflidos.
–Van a pasar de 200 en 200, no se desesperen, responde un poblador en un altoparlante.
Pero la desesperación sigue; el frío calaba; los burócratas a ratos inconformes.
“Favor de hacer fila, ya van a comenzar a pasar, pero van a tener que caminar”, el de la bocina de nuevo.
La irritación otra vez; cambia de parecer el que comanda el acceso: “Van a pasar de 50 en 50, primero las mujeres”. De nuevo los silbidos de desesperados trabajadores de gobierno.
10:0 horas. Finalmente comienzan a pasar todos. A caminar, cobija en mano, manos en la bolsa, desmañanados, dos kilómetros hacia abajo, por la vía pavimentada, motivo de la gira presidencial.
Por fin una ansiada silla, bajo una lona dividida por vallas metálicas. En un recuadro los burócratas; en otro los presidentes municipales, en uno más los pobladores de Atepec. Listos para las porras. En corrales, los de la prensa, separados nacionales y estatales. A esperar casi otras dos horas.
A las 11:50 arriba la comitiva presidencia y estatal, en camionetas de lujo y último modelo. Rápido ingreso, pocos saludos; la “Diana” se escucha con la banda de viento; los cohetes y las ruedas catarina, entre los frondosos pinos. Fiesta.
Casi de compromiso los apretones de mano y llegando y llegando, la competencia de porras: ¡Alejandro! ¡Alejandro! ¡Alejandro! ¡Alejandro!…
¡Presidente! ¡Presidente! ¡Presidente! ¡Presidente!… devolvían los simpatizantes morenistas, muchos disfrazados de “servidores de la nación”. Pocos abucheos, más bien competencia de matracas y de gritos.
Menos de cinco minutos para hablar, el presidente municipal de Atepec, Jorge Herminio Pérez; unos cinco minutos el gobernador Alejandro Murat; unos 15 minutos López Obrador, porque tenía prisa de regresar a la capital del país.
Más aplausos, más porras en cada intervención. Entre el bosque, a lo lejos, Samuel Gurrión y Alejandro Avilés presenciaban el acto, pues no pudieron pasar al enlonado.
Justo una hora después termina todo. De inmediato gobernador y presidente abordaron los vehículos para regresar a la capital por carretera.
Los burócratas a salir, a caminar por empinado pavimento. A la una de la tarde, camionetas de pasaje y autobuses copaban la carretera, todos a bordo.
“..uta madre, para eso tanto piche desmañanada, para eso soportar el frío…”, masculla Poncho, uno de los cientos de burócratas acarreados para un acto insípido, sin contenido más que las palabras de elogio mutuos entre los gobernantes. Termina la friolenta pesadilla.