Evlin Aragón/Zona Roja.
Oaxaca de Juárez, Oax., 26 de enero de 2021.- Mientras las organizaciones y los grupos sociales existentes en la zona triqui se responsabilizan unos a otros de los hechos violentos que se han registrado desde finales del 2020 y hasta la fecha, son las mujeres, niñas y niños las víctimas de un conflicto que pareciera no tener fin.
Decenas de mujeres y sus familias originarias de Tierra Blanca Copala, han sido desplazada de sus hogares, los cuales previamente fueron saqueados dejándolas sin nada, ni siquiera alimento para sobrevivir, de ahí que han pasado días llenos de miedo, dolor, angustia, hambre y enfermedad.
“Ya no sabemos qué hacer, nos querían matar. Pasamos seis días sin comer, las abuelitas y los niños se estaban desmayando por la falta de comida”, dijo una mujer, como parte de los testimonios recabados por la activista Frida Guerrera, quien se trasladó a la zona.
“Echaron balazos en todas las casas, tumbaron las ventanas e hirieron a mi esposo, Modesto López García, quien aún recibe atención medica debido a las heridas que presenta”, manifestó otra en su lengua originaria.
“Queremos justicia, nadie nos hace caso. Nos dicen mentiras, les creen a los del MULT y a nosotras no”, fue el dicho de otra mujer triqui que se cubría el rostro para no ser reconocida y atacada posteriormente.
“Tenemos miedo de que nos maten en cualquier parte, porque ahí estuvimos y ahorita estamos declarando que tenemos miedo que nos maten en cualquier lugar. Los del MULT están haciendo lo que quieren ahora, mientras el presidente municipal de Juxtlahuaca los protege”, refiere otro testimonio, con el cual asiente la mayoría, ya que el miedo se ha convertido en una constante.
Con lágrimas en los ojos, una mujer de avanzada edad relató que su casa quedó literalmente como una coladera, ante la cantidad de balas que utilizaron los agresores, de ahí que llora la pérdida de su patrimonio y le preocupa cómo salir adelante sin familia y con muchos años a cuestas.
“Yo estuve todo el tiempo que duró la agresión, fui la última en salir de la balacera. Tengo medio de que hayan saqueado mi casa como lo hicieron como otras, yo misma vi cómo lo hacían”, manifestó.
Otra de las mujeres más longevas del grupo explicó que hace más de 10 años ella fue víctima del primer desplazamiento en San Juan Copala, por lo que se trasladó a vivir a Tierra Blanca donde se vivía más tranquilamente, sin embargo, todo cambio en diciembre pasado cuando de nueva cuenta el MULT inició las balaceras.
De los hechos responsabilizaron a Antonio Ramírez Martínez, Tiburcio Ramírez Flores, Mariano Díaz Flores, Mario Sostenes Ramírez Flores, Mario Ramírez Díaz, Emeterio Martínez Ramírez, Alfredo Ramírez Díaz, Humberto Cruz Ortiz, Paulo Santos de Jesús.
Las mujeres coincidieron en que de no haber sido por que la situación se mediatizó, las familias hubieran sido asesinadas sin ningún tipo de miramiento por personas que, aunque no son de la comunidad, se encuentran apropiándose de todo por medio de la violencia.
“Ya no tenemos fuerza, ya no sabemos dónde ir. No sabemos dónde vivir, donde dormir. A nosotros nadie nos cree, vamos a Huajuapan y nadie nos cree, vamos a Oaxaca y nadie nos cree, para ello somos como un perro, polvo, no somos nada. Aun así, queremos justicia”, refiero una más a punto del llanto y abrazando a su pequeña hija.
Hasta antes del mes de diciembre, la localidad de Tierra Blanca Copala, se había mantenido neutral en el conflicto, incluso la misma gente que transitaba por la zona se sentía segura al momento de arribar a la población.
Las mujeres víctimas de la violencia culpan al Movimiento de Unificación de Lucha Triqui (MULT), mientras que está agrupación insiste en desmentir los hechos y asegura que mantiene su exigencia de una mesa de diálogo con la autoridad estatal para lograr el fin del conflicto.
Por su parte las autoridades estatales y federales se han visto rebasadas en la atención de la situación, dando incluso declaraciones en un primer momento en las que aseguraban no había víctimas mortales, para luego desmentirlas.
Ello, ante los testimonios que se han vertido a través de las redes sociales, hoy aliadas de las comunidades para difundir su realidad.