Ismael García M./Zona Roja.
Oaxaca de Juárez, Oax., 1 de febrero de 2021.- En el Congreso del Oaxaca pasaron dos años y va por el último de la 64 Legislatura… y la Cuarta Transformación nada más no llegó.
Sumisión al Poder Ejecutivo, complacencia de la mayoría de legisladores, principalmente de Morena, comparsa en las comparecencias de funcionarios y una presidencia de la Junta de Coordinación Política endeble, es la tónica.
La muestra más fehaciente es la presentación de los funcionarios del gobierno de Alejandro Murat Hinojosa, que previamente acuerdan, mediante Alejandro Avilés Álvarez, la modalidad suave de sus presentaciones y después, salen al circo legislativo, donde poco falta para que les aplaudan al término de sus peroratas.
La crisis, o sumisión, inició desde el inicio de la actual Legislatura, con Laura Estrada Mauro, en que “por órdenes superiores”, aprobaron el Presupuesto de Egresos 2019; además, no chistaron sobre la Cuenta Pública del año vencido.
Siguió con la división de 10 diputados de la fracción de Morena, encabezados por Ericel Gómez Nucamendi, que en su mayoría se han declarado abiertamente –con sus actos– a favor del gobierno. Los dos grupos mantienen aún sus diferencias.
Y se agudizó desde que Delfina Guzmán Díaz tomó las riendas de la Jucopo, en sustitución de Horacio Sosa Villavicencio, morenistas ambos.
La primera debilidad: falta de capacidad para acordar con el resto de la Junta de Coordinación Política la designación del presidente de la Mesa Directiva, cargo que recayó en el priista disfrazado de Encuentro Social, Arsenio Mejía, impuesto, otra vez, por Avilés.
La segunda: obediencia a ciegas a los designios de Salomón Jara Cruz, que quiere más espacios administrativos en el Congreso, con la llegada de Delfina Díaz.
Tercera: acceder a todo lo que diga en el Poder Ejecutivo, primero con la aprobación sin grandes cambios ni mayores discusiones, del Presupuesto de Egresos 2021; y segundo, programar las comparecencias a petición del gobernador.
En este último caso, llevó dos meses a los legisladores iniciar la presentación de los funcionarios para desglosar el cuarto informe del gobierno de Alejandro Murat. Y la pandemia fue el argumento perfecto para hacerlos en encuentros cerrados y sin mayores críticas.
SIN CUESTIONAMIENTOS
¿Pueden seis legisladores del PRI someter a su voluntad a todo el Congreso del Estado? Pues no, pero eso ha sucedido en dos años y dos meses y medio. ¿Dominan los morenistas el quehacer legislativo? No, y así va a concluir la 64 Legislatura.
Apenas terminaron de aprobar el paquete financiero y los diputados se fueron de vacaciones; de regreso aprobaron el calendario de comparecencias, en comisiones, no ante el pleno… dos meses después de que Murat Hinojosa presentó un escueto informe del cuarto año de mandato.
Fue hasta el 26 de enero en que inició la glosa del informe, con el desfile de funcionarios, el primero de los Servicios de Salud y por la tarde con el titular del IEEPO.
En ambos casos, supuestas exigencias, que en absoluto fueron respondidas; las graves carencias y la gran cantidad de decesos y contagiados por Covid no fue de interés legislativo; el deficiente aprendizaje de la niñez en confinamiento, tampoco.
Siguió el titular de la Sedapa, más gris y sin resultados a favor del campo oaxaqueño; la Secretaría General de Gobierno, con múltiples problemas por resolver, uno de ellos Sola de Vega, que precisamente ese día estallaba y nadie de los diputados cuestionó.
El jueves acudieron el secretario de Seguridad, con alabanzas en la mayoría de los casos, principalmente de Gustavo Díaz Sánchez, y cuestionamientos a modo; luego el secretario de las Infraestructuras, al que supuestamente recriminaron la poca obra pública y la contratación de empresas “fantasma”, que el funcionario negó.
Y para este lunes 1 de febrero, cansadas de tantas sesiones, aunque fueran en comisiones, los legisladores decidieron tomarse el día y posponer la presentación de la secretaria de Movilidad y la secretaria de las Culturas.
EL PODER DEL DINERO
¿Son serios los cuestionamientos? Aparentemente sí. Pero las respuestas de los funcionarios no. Como ha sucedido antaño con el PRI que dominaba el Poder Legislativo, la oposición decía y señalaba, pero después nada.
Nada porque no ha habido cambios a las leyes y normas internas, para obligar a los funcionarios no a quedarse nada más a rendir cuentas durante la comparecencia, sino a que periódicamente responden a los cuestionamientos, pero con hechos, no con verborrea. Terminan las comparecencias y todos felices.
Felices, sobre todo, porque varios o muchos o la mayoría, se benefició con las obras públicas del empréstito de tres mil 500 millones de pesos que ellos mismos autorizaron al Ejecutivo, para así pararse el cuello ante sus representados.
Mientras tanto, ¿y qué pasó con el manejo de los recursos financieros en el Congreso del Estado? ¿Seguros que cumplen con el apotegma lopezobradorista de no robar, no mentir y no traicionar al pueblo?