Gibrán Ramírez Reyes*
El proceso de selección de candidatos de Morena fue pésimamente conducido por Mario Delgado y la comisión de elecciones de Morena.
Entre los candidatos impresentables hay despojadores de tierras ejidales de Quintana Roo; partidarios indecentes de Manuel Velasco en Chiapas, incluyendo a un ganadero racista de Comitán que dijo que el ganado valía más que los indios.
En Oaxaca, operadores de Ulises Ruiz y antilopezobradoristas reconvertidos, aunque fueran señalados por la Auditoría Superior de la Federación por irregularidades graves, como Juanita Cruz, la actual presidenta de Huajuapan de León.
Hay también defraudadores, acusados de pedir dinero a familias a cambio de construirles viviendas que nunca llegaron, como Héctor Sánchez Salmorán, en Itundujia, también en Oaxaca.
Hay, en Hidalgo, personas ligadas a la mafia del grupo universidad y a Miguel Osorio Chong, además de un ex subsecretario de Peña Nieto. Son candidatos, en Puebla, caciques que operaron fraudes electorales con Moreno Valle, y el tío del dueño del partido verde en aquella entidad, desde luego sin ganar encuestas. Está, en San Luis, Xavier Nava, que fue hace poco simpatizante y financiador de FRENAA.
En Guanajuato hay miembros de la derecha huachicolera del panismo local, y defensores de lo podrido del viejo régimen hasta hace quince minutos, como Luis Antonio Magdaleno, además de oportunistas que no traen ni siquiera arrastre social en el morral, como Jessica Cabal.
Se incluyó también a poderes caciquiles de Michoacán, que han pasado por todos los partidos; al Billy Chapman y su ex tesorera, dos sentenciados por violencia política en razón de género en Ahome, Sinaloa, donde además “ganó la encuesta” (es un decir) alguien que no se había inscrito en ella.
Se incluyó también como candidato nuestro, en Chihuahua, a un panista que hace semanas competía por la candidatura a gobernador de ese partido; a priistas vinculados con César Duarte y, en el lugar tres de esa lista plurinominal, a Armando Cabada, un beneficiario confeso de su millonaria nómina secreta.
Hay también un diputado con una orden de aprehensión vigente en Coahuila (Francisco Javier Borrego), y mucha gente que miente, roba y traiciona. Necesitaría una plana del periódico para enlistar todos sus nombres.
Nos abandera, en Reynosa, el hijo de la alcaldesa saliente del PAN. Hay candidatos perdedores, pero con buenas relaciones arriba, que fueron impuestos después de que sus adversarios habían obtenido el consenso estatal para abanderar a Morena, una misión casi imposible, en Morelia y en Mérida.
Hay usurpadores de la cuota indígena, ya denunciados por la Red Nacional Indígena, como “El mijis”, además de gente siendo juez y parte, como la miembro de la comisión de elecciones, Esther Gómez, también plurinominal de cuota indígena autoasignada.
Y ya hablando de conflictos de interés, hay también en la lista plurinominal delegados que decidieron candidaturas, como las suyas, en cada circunscripción –el caso de Cantón Zetina–, y miembros de la comisión de las
míticas encuestas –Ivonne Cisneros– que, según dijo Pedro Miguel, no definían candidatura alguna en Morena, sino que sólo daban elementos a los definidores, que son, según su mismo dicho, la comisión de elecciones.
Hay hijos de funcionarios federales, como la delegada de bienestar en Nuevo León. Hay, en resumen, impresentables, conflictos de interés y derechistas semillas de traición. Los decidieron cinco personas ¿por qué?
* Doctor en Ciencia Política por la UNAM.