Redacción/Zona Roja.
Oaxaca de Juárez, Oax., 12 de agosto de 2019.- Su esposa Tomasa ya le había dicho que no le gustaba ese trabajo; le dijo que mejor dejara eso de ser militar. Le pidió que lo hiciera por sus pequeñas hijas.
Pero por su patria y sus hijas, Carlos Anastasio Juan decidió seguir en la milicia y ahora en la Guardia Nacional. Después de dos décadas de servicio, por fin logró el sueño de ser mando y de una nueva corporación, surgida oficialmente el 30 de junio pasado.
Al teniente de Infantería le fue asignada una comandancia en el estado de Guanajuato. Ahí estaba cuando con su personal enfrentó el sábado a unos presuntos delincuentes, en la comunidad de Loma de Zempoala, municipio de Yuriria, Guanajuato.
Fue herido de bala, cuando protegía a una mujer y a su hija, como siempre protegía desde la lejanía a su familia. Al hospital llegó herido de muerte, y no sobrevivió.
El teniente Carlos Anastasio Juan murió el pasado sábado, en cumplimiento de su deber. El domingo fue trasladado con todos los honores a Ciudad Ixtepec, Oaxaca, donde vivía su familia; él era originario de Matías Romero, otra población istmeña.
Con los honores de un héroe fue velado anoche y despedido en el panteón la tarde de este lunes, una tarde gris para la Guardia Nacional y para su familia.
Un elemento le entregó la Bandera Nacional a Tomasa Hernández y sus tres pequeñas. Ella no podía contener el llanto, la rabia, el dolor.
¡Justicia, quiero justicia!, su grito que retumbó en toda la colonia Picacho de Ixtepec, entre un viento fuerte y un atardecer nublado.
Carlos Anastasio tenía 37 años de edad. Luchó siempre por su patria, por el honor de su Bandera Nacional. Se soñó un digno representante de la Guardia Nacional, para combatir a los delincuentes. Y lo logró, a costa de su vida.
¡Justicia, quiero justicia!, el grito de Tomasa. En el cielo oaxaqueño, el rostro de un militar orgulloso de su uniforme. Pero triste de dejar en la orfandad a sus hijas, y sola a la que fue su compañera de vida.