Ismael García M./Zona Roja.
Oaxaca de Juárez, Oax., 3 de enero de 2022.- Si hay algo que destacar, y de manera importante, en la transmisión de poderes municipales el 1 de enero en Oaxaca, es la nula presencia de actos violentos, reclamos o “toma” de palacios.
Incluso, así sucedió en los siete ayuntamientos que tienen comisionados, a falta de autoridad formal por anulación de comicios; de hecho sólo en dos hubo inconformidades que se subsanaron al día siguiente.
O fue la Mesa de Seguridad y Vigilancia instalada por los gobiernos estatal y municipal, que incluyó el incremento de los patrullajes por parte de la fuerza pública, o fue la determinación de los pobladores de los aproximadamente 218 municipios por privilegiar el acuerdo la tranquilidad.
El caso es que, para bien de todos, paulatinamente han quedado atrás los asesinatos, las “tomas” de palacios, los bloqueos carreteros, las agresiones armadas, los golpes, que antaño se generaban en cada cambio de poderes municipales.
EL RETO
Sin embargo, tras la asunción de nuevos ediles, la urgencia es atender ya los graves rezagos sociales heredados en los principales ayuntamientos del estado, sobre todo en los más grandes por el número de población. Y sobre todo los surgidos del Partido Morena, donde se prevaleció de todos, menos el “No robar, no mentir y no traicionar al pueblo”.
Urgencia que, en el caso de Oaxaca de Juárez, no parece haber, pues nadie sabe qué hizo Francisco Martínez Neri el día 1, después de rendir protesta, y el 2 de enero.
Por lo pronto, las calles y parques públicos seguían llenos de basura y en las mismas fechas hubo ya protesta de comerciantes ambulantes, a quienes únicamente atendieron policías y dos inspectores municipales.
Pero por si fuera poco, Neri, surgido Morena, enfrenta una pesada losa de su compañero de partido, Oswaldo García Jarquín, que después de varias semanas reapareció la noche del 31 de diciembre en las instalaciones de la policía municipal, más no en la entrega de poderes al día siguiente, so pena de enfrentar abucheos y reclamos.
Un tibio “vamos a investigar” de Martínez Neri no parece ser suficiente para aquietar la irritación social capitalina, frente al desastroso papel de García Jarquín, que paradójicamente seguirá con su coto de poder en el actual ayuntamiento.
Semanas atrás, ya comentamos que el pesado lastre del hoy edil será también la herencia de concejales, que en absoluto respondieron a las expectativas de los capitalinos; jamás se pronunciaron ante el grave desastre financiero y social del primer concejal y dejaron hacer y dejaron pasar.
Uno de ellos es quien se desempeñara como síndico, Jorge Castro Campos, señalado de ser el cabecilla de las múltiples operaciones financieras con el erario, con la complicidad de García Jarquín. Y que seguirá impune.
Otros son los regidores Pável Renato López Gómez, el ex priista y ahora neomorenista Ismael Cruz Gaytán y la panista Mirna López Torres. ¿Alguien los escuchó pronunciarse en contra del anterior presidente municipal y plantear soluciones para paliar las múltiples crisis. Todos con silencio cómplice.
Y tampoco se entiende –a menos que sea parte del pacto de impunidad–, el que Martínez Neri incluya además a Alberto Alonso Criollo, familiar de Oswaldo, en la nómina municipal, bajo la figura de Coordinación de Ciudad Educadora, cargo recién inventado. Repite también otro oswaldista, Daniel Constantino León, por lo que se augura una administración municipal similar a la anterior.
¿Y LOS DEMÁS?
La Cuarta Transformación tampoco llegó a otros municipios importantes del estado de Oaxaca, la mayoría de ellos por segunda ocasión bajo el régimen morenista pero con retrocesos, en lugar de cambios.
En San Juan Bautista Tuxtepec, el segundo municipio más grande del estado, llega Irineo Molina Espinosa, de Morena, que se espera realmente impulsa las transformaciones que nunca hizo Noé Ramírez Chávez ni su antecesor, el finado Fernando Bautista Dávila.
¿Huajuapan de León? Desastre y saqueo con Juanita Cruz Cruz, que cerró el año echando a la policía a trabajadores sindicalizados y además con un supuesto desvío de dinero, “error bancario”, de varios millones de pesos.
¿Qué decir de Salina Cruz? Juan Carlos Atekas Altamirano prácticamente saqueó, hasta el último día, las arcas y los bienes municipales; morenista que quiso repetir en el cargo bajo el PVEM. Le sucede Daniel Méndez Sosa, morenista también, que se espera cambie el estado de las cosas.
San Jacinto Amilpas, con Yolanda Santos Montaño, morenista, que buscó por todos los medios impedir el arribo de su sucesora, Gabriela Díaz Pérez, que ahora la acusó también de saquear el ayuntamiento y no dejar ni siquiera las llaves de las oficinas.
En Santa Lucía del Camino dejó el cargo el petista Dante Montaño, que había sido postulado junto con Morena; quiso repetir en el cargo y no lo logró. Fue la caja chica de Benjamín Robles Montoya y no hay obra pública por lo cual se le recuerde, por el contrario, el nuevo edil, morenista, Juan Carlos García Márquez, lamentó que no haya habido entrega-recepción.
Ahí está la desastrosa administración de Saymi Pineda, que repite por tres años en San Pedro Pochutla, pero cuya característica han sido los viajes de lujo a lo largo y ancho del país…. Y una cauda de violencia y crímenes.
Los ejemplos son muchos, pero ¿qué de diferente hubo en los gobiernos morenistas anteriores? Sólo retrocesos. Ninguna Cuarta Transformación más que para los bolsillos de los ahora ex ediles y funcionarios.
¿Habrá en este trienio cambios? Difícil, pues es un año electoral, en que se reemplaza al titular del Poder Ejecutivo y en que, como lo hacía el PRI, las arcas municipales estarán al servicio del candidato a gobernador.