Néstor Y. Sánchez Islas
Apenas en octubre de 2020, el gobierno de Oaxaca echaba las campanas al vuelo y repartía gacetillas a todos los medios para festejar que, gracias a las gestiones de la Secretaría de Economía estatal, se había obtenido por parte del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, IMPI, la Indicación Geográfica, IG, para “proteger” a los alebrijes de plagios o imitaciones.
En su necedad, llevaron a los “alebrijes” a presumir a Nueva York y al mundo, figuras gigantes con decorados ajenos a la cultura zapoteca, con las que todos se querían tomar la foto. Pero no eran alebrijes.
Desde la misma fecha en que se hizo del conocimiento público esta supuesta “protección”, en este espacio levantamos la voz pues conociendo la cultura, las costumbres y las tradiciones locales, sabíamos que la obtención de esa denominación era un plagio cultural porque los alebrijes no son auténticos de Oaxaca. Lo escribimos, pero la arrogancia de los poderosos los hizo ignorar las voces que les hacían ver su error.
Apenas el 10 de enero pasado, el IMPI emitió un oficio en que dejó sin efecto la indicación geográfica anterior y, a partir de ahora, en Oaxaca solo se producen tallas de madera, tonas y nahuales, pero no alebrijes pues éstos seguirán siendo propiedad única de la familia de su inventor, Pedro Linares.
Ya desde 2019 la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México les había otorgado la denominación de Patrimonio Cultural, en específico, de la Alcaldía Venustiano Carranza. La UNAM, por su parte, tiene varias publicaciones anteriores a 2020 en que avala que los alebrijes fueron inventados por el señor Linares.
El Diario Oficial de la Federación, DOF, de fecha 16 de febrero de 2022 hace la publicación de la declaración de protección de la “Indicación Geográfica Tallas de Madera: Tonas y Nahuales, Artesanías de los Valles Centrales de Oaxaca”. Con este párrafo se dice todo al excluir a los alebrijes. El DOF va más allá y detalla las características, decorados, componentes, formas de extracción y procesos de producción o elaboración.
El DOF menciona la obra del antropólogo estadounidense Michael Chibnik para basar su decisión. Aquí mismo hablamos de él en noviembre de 2020. El antropólogo afirmó que los alebrijes eran “una tradición inventada”, una clasificación historiográfica que se da a tradiciones con apariencia de mucha antigüedad, pero que en realidad son recientes. Chibnik, en su trabajo de investigación, menciona que las tallas oaxaqueñas surgieron por la necesidad de los campesinos de Arrazola para obtener ingresos del turismo y mejorar su economía, esto a partir de la segunda mitad de los años 70 del siglo pasado, más o menos 45 años atrás.
Complacido por haber obtenido justicia, Leonardo Linares, nieto de Pedro Linares, me concedió una larga entrevista vía internet. Una persona sencilla que sigue viviendo de la elaboración de figuras en papel maché, o cartón, el oficio que aprendió de su abuelo. Un hombre que vuelve a tener confianza en las instituciones, pues temía que, ante las influencias de los políticos y funcionarios oaxaqueños, respaldados por todo el poder del Estado, consumaran el plagio.
Nunca se acercaron a la familia Linares, ni antes, ni durante el proceso administrativo ni ahora. No hay siquiera un “usted disculpe”. Sin embargo, a pesar de ello, don Leonardo no guarda rencor ni piensa en alguna contrademanda, son gente de trabajo que únicamente luchaban por proteger algo que les pertenece.
Se enteraron del plagio por los medios gracias al mismo vuelo que dio el propio gobierno de Oaxaca al difundirlo a nivel nacional. No lo creían puesto que, un par de años antes, en un conversatorio organizado por la Fundación Harp Helú aquí en Oaxaca, se había llegado a un acuerdo de caballeros en que los locales producirían únicamente “tallas, tonas y nahuales”, pero no alebrijes. Les sorprendió que fuera la misma Secretaría de Economía estatal la encargada de cometer el plagio.
Tuvieron que contratar a un despacho especializado en la materia de propiedad industrial para defender su herencia. El gobierno del estado empleó los recursos del erario de los que dispone. Fue un enfrentamiento dispar.
Queda claro que desde el gobierno ni escuchan ni leen, que quienes manejan asuntos culturales carecen de los conocimientos necesarios, que vergonzosamente deberán reconocer, ahora, que no podrán promover oficialmente a Oaxaca como la tierra de los alebrijes, que deberán retirar de la información oficial, señalización y discursos el uso de esa palabra, que la arrogancia con que se comportaron ha provocado un gran daño. Se les dijo.
Es inmoral gritar cuando el plagio se comete contra Oaxaca, pero callar cuando el plagio es desde aquí.
Con estos antecedentes inmorales, hay que revisar lo que se ha hecho con el mezcal y la corrupción y lo que se está haciendo con el Centro Gastronómico.
Twitter @nestoryuri