Maurilio Santiago Reyes*
Heroica Ciudad de Tlaxiaco, Oax.- Sus ojitos de miedo eran su única expresión esa noche de octubre, en que Benita, de tres años, salió con su familia por la montaña de Atatlahuca, llevando su muñeca semiquemada en brazos.
El fuego había destruido todas sus pertenencias y no quedaba nada, solo cenizas.
Llegaron a un refugio improvisado en el auditorio del INPI en la ciudad de Tlaxiaco; en ese lugar se encontraron a niños y niñas que tambien habían quedado sin casa.
A su corta edad, el miedo se convirtió en juegos y risas, con piedras y pedazos de madera que con su imaginación se convertían en muñecas y carritos .
El tiempo transcurrió de manera suave y dura, como un caminar entre piedras y alfombra de pasto verde, llegó diciembre, la gente de buen corazón les compartió comida, ropa y juguetes.
Benita adoptó un lobo de peluche, el lobo de Caperucita Roja, y entre las piñatas de dulces amargos y las sonrisas bañadas de dolor y alegría, termino el año.
En el mes de febrero los niños y niñas disfrutaron de un “show” de payasos, entre ellos el “Polea” y el payaso “Carlitos“, quienes les dijeron que ellos podía vivir comiendo aire y que se imaginarán lo que quisieran y que el aire les inflaria su pancita y ya no se preocuparían de comer. Los payasos se fueron prometiendo regresar con la segunda parte de su “show”.
El alimento era escaso en el campamento de desplazados y los niños y niñas se enfermaban, y por más que pedía apoyo al gobierno estatal y federal, les decían que siguieran los consejos de los payaso “Polea” y “Carlitos”.
Ayer murió Benita. Nos los dijo un pajarito pedirojo ya por la tardecita; el médico dijo que la causa de la muerte de Benita fue por desnutrición aguda, o sea de hambre, ya no se pudo hacer nada, solo comprar la cajita blanca con apoyo de la gente de buen corazón.
Hoy se entierra Benita y sus amiguitos le pidieron que le llevará una carta a Diosito donde dice: «en este país los niños seguimos muriendo de hambre”.
* Presidente del Cedhapi.