Ismael García M./Zona Roja.
Oaxaca de Juárez, Oax., a 15 de agosto de 2022.- La Secretaría General de Gobierno ha tenido tres titulares en cinco años y medio, pero la política interna del gobierno de Oaxaca sigue siendo un sonoro fracaso.
No hay día en que no ocurran marchas, bloqueos, protestas callejeras y “toma” de edificios públicos, sin que haya la atención debida a las demandas sociales.
Es cierto, al menos tres centenas de grupos medran y viven del gobierno, incluso los utilizan las autoridades a su conveniencia, para presionar hasta a sus propios compañeros de gabinete.
O para presionar y sacar dinero y otros apoyos, a cambio de recibir una parte de ello los funcionarios estatales; o para presionar a las autoridades federales, a fin de deslindarse las autoridades estatales.
El caso es que por cualquier razón, o sin ella, no faltan cierres de carreteras -como los anunciados para esta semana-, sin que haya una estrategia de contención y mucho menos respuestas efectivas a las demandas.
Y como suele suceder, el ciudadano, la población en general, es la más afectada y nadie le da una explicación y mucho menos una disculpa pública cuando terminan las afectaciones.
LOS ROSTROS
El 1 de diciembre de 2016 inició con Alejandro Avilés Álvarez en la Secretaría General de Gobierno; un político que siempre se ha distinguido por sus filias hacia Ulises Ruiz Ortiz, lo cual ha tratado de ocultar para navegar con bandera muratista.
La exhibición mediática de que utilizó un helicóptero oficial para trasladar a su familia a un viaje a la Costa oaxaqueña le costó el puesto, en abril de 2017, sin que haya hecho algo relevante.
Por lo único que se le recuerda es su relación, incluso visitó la zona, a los integrantes de la violenta Codedi, organización a la que se acusa de haber golpeado a policías y asesinado a un elemento de la Agencia Estatal de Investigaciones, además de sembrar el terror en Santiago Xanica y Santa María Huatulco.
Lo suplió Héctor Anuar Mafud en el cargo, político salinacrucense con vasta experiencia, incluyendo en áreas de justicia como el Tribunal Superior de Justicia, además de legislativas.
Sirvió lo mismo a Diódoro Carrasco Altamirano que José Murat en el área de la política interna y quizá por ello fue designado; a sus allegados ha contado que no llegó al cargo por cuotas políticas o pago de favores sino para contribuir con su experiencia.
Capoteó múltiples vendavales, pero no pudo con la grilla interna en el gabinete y fue el propio Alejandro Avilés quien le ponía toda clase de obstáculos, para que llegara un afín a su equipo.
Y así sucedió con Francisco García López, que asumió la secretaría en octubre de 2020, un político gris originario de Juchitán que no pone orden ni en su tierra ni en su región.
¿Y LA COORDINACIÓN?
En todo este embrollo sexenal, resalta la falta de operadores políticos desde las regiones, pues la Coordinación de Delegaciones de Gobierno desapareció para dar paso a una Coordinación General de Atención Regional, que en absoluto funciona.
Desde su creación, la mayor parte del tiempo estuvo en manos de Marco Antonio Hernández Cuevas, otro político gris beneficiado por el gobierno sólo por ser del equipo de Alejandro Avilés.
Pero en absoluto ha hecho algo para atender las necesidades de las comunidades desde las regiones.
Hernández Cuevas botó el cargo para irse de coordinador de la campaña de Avilés, donde fracasaron.
A finales de febrero pasado fue designado Antonio Amaro Cancino, ya no tan fiel a Avilés, pero tampoco hizo absolutamente algo por esa dependencia; de manera extraña fue retirado al cargo para poner a otro más gris: Armando Fuentes Villatoro.
CRISIS SIN FRENO
Ni esas dos instancias -se debería agregar al Coplade, a cargo de Jorge Toledo Luis, otra pieza de Avilés, pues compete hacer las presupuestaciones de apoyo a las comunidades- ni la bola de funcionarios ha servido para destrabar las movilizaciones.
Apenas la semana pasada, el sitio informativo Megacanal Istmo publicó una nota informativa de Jamilet Carranza, que da cuenta que, según datos de la propia Secretaría General de Gobierno de Oaxaca, de enero de 2017 a junio de 2022, en el estado se han reportado seis mil 161 movilizaciones, que van desde marchas, bloqueos y plantones, es decir, tres manifestaciones diarias, en promedio.
Los datos los dio el propio director de Gobierno, Eric López Molina, otro burócrata de décadas que sólo está para calentar su silla… cuando acude a la oficina.
Según sus datos publicados, en 2017, se registraron mil 144 movilizaciones; mientras que en 2018, fueron 915; en 2019, mil 504; en 2020, mil 84; en 2021, mil 31 y de enero a junio de este año, se reportan 485 eventos.
¿A DÓNDE VAMOS
Qué decir de las pomposas organizaciones sociales que ahora hasta las oficialistas se suman a las protestas, ya en el cierre del sexenio de Alejandro Murat Hinojosa.
Grupos como la Afodepo, el Ubisort, Lubizha, entre otros, han servido para saquear arcas, a cambio de favores políticos y ahora serán el ariete.
A ello súmele a los transportistas, sindicatos por ahora controlados por José Manuel Vera Salinas, que en breve retomarán el control de calles, carreteras y obras, al terminarse el sexenio de los favoritismos.
¿Qué sigue? Evidentemente que en las próximas semanas veremos más movilizaciones, como la de organizaciones oficialistas, que medirán fuerzas con el próximo gobierno de Morena, para hacerle saber que si no hay apoyos no habrá paz social.
Pero la culpa no la tiene el indio, sino el que lo hace compadre, pues muchas de esas agrupaciones sólo han servido a algunos funcionarios para en contubernio sacar obras para constructoras específicas y más dinero.
¿Qué hará Salomón Jara Cruz? Evidentemente que no hará en absoluto nada en contra de las organizaciones sociales, pues proviene de ahí, desde la Unión Campesina Democrática.
No obstante, si realmente tiene voluntad de aplicar la Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador, en el caso de las organizaciones sociales, deberá empezar por frenar cualquier tipo de representación y entregar los apoyos directamente a los municipios o a la población más necesitada.
De lo contrario, el nuevo sexenio será más de lo mismo, con marchas, bloqueos, protestas en perjuicio ciudadano… “líderes” sociales ricos y pueblos cada vez más pobres.