Ismael García M./Zona Roja.
Oaxaca de Juárez, Oax., a 21 de noviembre de 2022.- Una enésima discusión bizantina recorre México y socava cada día más la endeble unidad. Y termina por beneficiar no a los políticos o al gobierno en turno, mucho menos a la población, sino a los poderes fácticos.
Se trata ahora de la discusión sobre la reforma electoral que promueve el Partido Morena y el Presidente Andrés Manuel López Obrador; en el otro extremo, mexicanos englobados en la etiqueta de “fifis” y “conservadores”, que aseguran defender la democracia.
El domingo 13 de noviembre, decenas de ciudades, incluyendo la capital del país, se llenaron de gente que protestó en supuesta defensa del Instituto Nacional Electoral.
Al día siguiente, el Presidente arremetió contra ellos, los que siempre llama “conservadores”, y retó a un movilización para minimizar las calles llenas de opositores.
Y será el próximo domingo en que se efectuará la megamarcha morenista, que encabezará el mismísimo López Obrador, lo que tensa más la situación social en México.
En medio de todo ello, la disputa por la Presidencia de la República, que desde hace mucho está en la palestra nacional y que divide incluso a Morena; que, además, en flagrante violación a las normas electorales, funcionarios del primer nivel del gabinete federal, recorren plazas, parques y ciudades, con cualquier pretexto.
Y un vencedor indiscutible: el crimen organizado, que día con día gana kilómetros en el territorio nacional y deja miles de víctimas.
¿QUÉ SE DISCUTE?
“De todos los intentos del Presidente López Obrador por regresar al México de los setenta, el más preocupante es el que busca reconstruir el sistema electoral de ese entonces. Un nuevo partido hegemónico sería muy dañino para nuestro país”, escribió el respetable articulista Sergio Sarmiento hace tres semanas.
Y se refiere a la reforma electoral que promueven morenistas y funcionarios del gobierno obradorista, que en síntesis, pretende quitar a todos los actuales integrantes del consejo general del INE, incluyendo por su puesto a su presidente, Lorenzo Córdova.
Asimismo, supuestamente dejarle al “pueblo” la decisión de designar a los consejeros; reducir el presupuesto al órgano y los recursos financieros para los partidos políticos, esto último en la que la mayoría de los mexicanos coincide.
El INE sí ha contribuido a la democracia; mejor dicho, los ciudadanos a través de ese órgano sí han logrado acabar paulatinamente con prácticas deleznables para alcanzar el poder.
Retomando a Sergio Sarmiento, el sistema electoral actual tiene muchos defectos, y es muy costoso, pero nos ha dado una verdadera competencia entre fuerzas políticas; y la competencia beneficia siempre a los ciudadanos.
Según analistas, la reforma obradorista favorecerá la concentración del poder, principalmente para los dirigentes de los partidos políticos; asimismo, a la creación de más puestos de representación plurinominal, en lugar de eliminar éstos y respaldar a los de mayoría relativa.
Por supuesto, todos apoyamos o apoyaríamos que se redujera el número de diputados o senadores; que sea menor también el dinero que se otorga a los comicios y a financiar a los partidos.
¿QUÉ HACER?
¿Que se requiere una reforma electoral?, por supuesto que sí; nada puede permanecer igual mientras la sociedad evoluciona.
Para ello, en lugar de promover discursos de odio, de ambos bandos, se debió promover foros, consultas —mecanismo que tanto pregonaba el Presidente López Obrador—, reuniones con expertos… responsabilidad que recaía, por supuesto, en el Poder Legislativo y en convocantes.
Pero hacerlo con el estómago no es lo ideal. Mucho menos clasificando a las personas entre “conservadores” y “fifis”.
O denostando, como lo hizo durante toda una semana el Presidente de México, sembrando más odio e irritación popular.
Reiteramos: México no requiere más divisiones, sino sensatez para dirimir los múltiples problemas.
No se trata si el Presidente tiene o no la razón; si los opositores tienen o no la razón. Se trata que todos juntos, como nación, discutamos abierta, pero sobre todo libremente, el futuro que depara al país. La verdadera transformación que requiere México, no solamente en discursos.
¿QUIÉN GANA?
Mientras el país se la pasa en discusiones, ya sea por la Guardia Nacional, por el Ejército o ahora por la reforma electoral, hay un poder fáctico que avanza a pasos incontenibles: el crimen organizado.
Extiende cada vez más su poder; amenaza, secuestra, trafica, envenena, ataca abiertamente a la luz del día, siembra el terror, pero nadie hace nada. Criticamos sin proponer soluciones; y el gobierno asegura que combate al hampa, sin resultados tangibles.
En los últimos cuatro años, ha dejado más de 30 mil asesinados, aunado a los miles de jóvenes perjudicados por las drogas. Extiende su poder desde México a otras naciones, incluso de Europa y Asia.
En realidad, esa es la guerra conjunta que debiéramos dar; esa es la discusión sana, plural que debiéramos tener. Y no polarizar más al país con temas que sólo distraen la verdadera crisis: el narco, la pobreza, la inflación…