Ismael García M./Zona Roja.
Oaxaca de Juárez, Oax., a 23 de enero de 2023.- Ni priistas ni morenistas pueden con la creciente violencia en Oaxaca.
Iván García Álvarez, un marino traído de otra entidad del país —recomendado por José Manuel Vera Salinas—, ha resultado un estrepitoso fracaso en los casi dos primeros meses del gobierno de Salomón Jara Cruz.
Karina Barón, una oaxaqueña con escasa experiencia en el cargo, pero que abrevó en las mesas de seguridad con los priistas y con Alejandro Murat, intenta privilegiar la prevención del delito, que no es su función, y tampoco ha logrado nada, pese a la asesoría de Vera Salinas.
Todos los días hay por lo menos un asesinato; un asalto a transeúnte o a comercio; todos los días una mujer en cualquier lugar del estado sufre una agresión. Y no pasa nada.
Apenas en la semana que termina, fueron hallados calcinados tres cuerpos, en jurisdicción de San Francisco Telixtlahuaca; ejecutaron a una regidora de San Pedro Tapanatepec; decapitaron a un joven en Pochutla… la noche del domingo ultimaron a balazos a dos mujeres en la capital.
Sí, evidentemente que en ello hay mucha irresponsabilidad en los gobiernos municipales —como sucede en la capital—, pero justamente la labor de la Secretaría de Seguridad, ahora también de Protección Ciudadana, es crear políticas públicas de prevención para todo el estado y velar, por supuesto, por la tranquilidad de los oaxaqueños en cualquier parte.
LOS PRIISTAS
Cuatro titulares tuvo la Secretaría de Seguridad Pública en el sexenio de Alejandro Murat Hinojosa y todos hicieron que trabajaron. Tan sonado el fracaso que hasta dormían, literalmente, con el enemigo, como fue el caso del ex diputado Gustavo D. S., a quien incluso protegieron hasta donde se pudo.
Inició José Raymundo Tuñón, recomendado igualmente por Vera Salinas y traído de tierras coahuilenses, pero la disipación y los pleitos con su ex esposa terminaron por hundirlo, con nulos resultados.
Le siguieron un especialista en espionaje, con dos décadas de experiencia en ese rubro, el nayarita Raúl Ernesto Salcedo, pero pudieron más los intereses verasalinista de protección a sus grupos, por lo que terminaron retirándolo; continuó Heliodoro Díaz Escárraga, que ya había estado en el área y quien tampoco hizo nada, pues estaba más tiempo en sus vicios que en su trabajo.
Terminó Dalia Baños, una joven burócrata que solamente hizo lo que le dijeron, entre ellos seguir instrucciones de Heliodoro Díaz; no movió un centímetro de estrategias para no molestar a nadie y así terminó el sexenio, mientras los crímenes corrían a raudales.
Tan a raudales que cubrieron a Gustavo D. S., cabeza de un cártel, según el gobierno federal, y sentenciado recientemente en la entidad por dos crímenes. Compadre y amigo del tres veces diputado Alejandro Avilés, y nadie sabía de su involucramiento con el crimen organizado; también ojos cerrados a los continuos desmanes de Freddy Gil Pineda.
Medios informativos nacionales han revelado que cuando menos tres cárteles de manufactura nacional tienen presencia en Oaxaca y se reparten el territorio, pero nadie los tocó —ni los ha tocado— por lo cual no ha habido disputas masivas sangrientas.
Según informó en su momento ZONA ROJA, la violencia durante el sexenio de Alejandro Murat Hinojosa creció en un 25 por ciento de su primer al último año de administración, con un saldo de cinco mil 218 homicidios dolosos y más de 230 feminicidios, según cifras oficiales.
De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pъblica (SESNSP), del 1 de diciembre de 2016 al 30 de noviembre de 2022, en Oaxaca se registró una incidencia de 241 mil 99 delitos.
CAPITAL, IGUAL
La ciudad de Oaxaca es uno de los principales “focos rojos” delictivos en la entidad y, según reconoció recientemente, la ola delincuencial se ha extendido a zonas como el Centro Histórico y la colonia Reforma, otrora espacios tranquilos.
Ni con Oswaldo García Jarquín ni con Francisco Martínez Neri ha habido eficacia en la prevención del delito.
En el colmo, el actual presidente municipal, segundo surgido del Partido Morena, optó por aceptar que le impusieran un ex militar, Raúl Ávila Ibarra que, en lugar de demostrar eficiencia y trabajo, ha hecho exactamente lo contrario.
Se pasea con sus guardaespaldas y no falta en los actos sociales de Martínez Neri; continuamente posa para fotografías y videos e incluso él mismo toma sus materiales… de las actividades del edil.
Para rematar, sus policías han sido acusados —con hechos corroborados mediante videos en redes sociales— de actuar con exceso de fuerza y recibiendo sobornos.
A la luz del día, en pleno centro de la ciudad, los delincuentes operan impunemente, por supuesto que con protección policial, al igual que sucede con la Central de Abasto, donde la droga y los crímenes siguen reinando.
Las inconformidades de los uniformados no han faltado, para reclamar uniformes y equipamiento; muy escasa ha sido la respuesta.
¿QUÉ HARÁ LA 4T?
Llegó el morenista Salomón Jara el pasado 1 de diciembre y ha prometido una “primavera oaxaqueña”, que lamentablemente en el colectivo social ha devenido en “maldita primavera”, en materia de seguridad.
Inició con el pie izquierdo, pues aceptó la imposición de un marino, el capitán de fragata Iván García Álvarez, quien fue recomendado por Vera Salinas; otro marino fue colocado en la Policía Estatal, Gerardo Robles Lara, que hasta ahora nadie conoce, mucho menos la tropa en el interior de la entidad.
Ambos son ajenos a Oaxaca; a propósito han ocultado sus datos generales, incluyendo lugar de origen, para no ser investigados.
Pudiera ser que tuvieran preparación y experiencia, el problema es que, primero, en casi dos meses no lo han demostrado; segundo, no conocen el territorio oaxaqueño y ni siquiera han tenido ánimos o tiempo para visitar las regiones.
Tercero, están absolutamente cerrados a los medios de comunicación -por órdenes del argentino René Palacios que manda en el área de Comunicación Social- y por lo tanto nadie sabe qué hacen.
El marino comenzó a quitar los mandos operativos en la Secretaría de Seguridad, pero colocó a los peores elementos, que no han servido par nada; hasta ha echado mano de priistas como Héctor González, a quien colocó en el sistema de videovigilancia.
Ni antes ni ahora, nadie le ha apostado a la prevención; no hay ni un atisbo de plan de trabajo y las rebeliones en la policía comenzarán a surgir.
En la Policía Auxiliar, el gobernador Salomón Jara colocó a un individuo cuyo mérito es proteger e incrementar el ambulante en la ciudad de Oaxaca, Alejandro Tejada, de quien la Sección 22 pide su renuncia, pero nadie le hace caso.
En el Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública colocó a Karina Barón, y pese a lo que conoce a través de las mesas de seguridad que presidió en el sexenio de Alejandro Murat, en nada ha contribuido a la tranquilidad del estado.
Ha tenido la iniciativa de promover acciones de prevención, como la protección a mujeres, pero se ha equivocado de funciones, pues la de su área —que por cierto le heredó y recomendó José Manuel Vera Salinas— es únicamente administrativa y de manejo de los recursos presupuestales, no operativa.
El resultado de ello, el sonoro fracaso en cifras: al menos 150 asesinatos en casi dos meses de gobierno morenista.
En cifras oficiales, del Secretariado Ejecutivo nacional, los homicidios dolosos registraron un alza en diciembre, con 87 víctimas, 23 por ciento más en comparación con el mes anterior, el último de Murat.
¿Qué hará Salomón Jara? Nada. Igual que Andrés Manuel López Obrador, seguirá culpando al pasado, a los priistas, a los “conservadores”, sin ver que en las propias filas morenistas está la delincuencia.
Para muestra, basta un botón: Oaxaca capital, San Pedro Pochutla, Tehuantepec, Salina Cruz, Matías Romero, San Pedro Tapanatepec, Santa Maria Petapa, Juchitán, con gobiernos morenistas, y que no serán molestados y mucho menos tendrán exigencias de mejorar la seguridad.
¿Renunciará a los marinos que contrató? Tampoco. ¿Presentará un plan urgente en materia de seguridad? Menos. Así que todo seguirá igual, lamentablemente para los oaxaqueños. Seguirán los abrazos y no los balazos.