Diego Enrique Osorno*
A no muchos kilómetros del mar, en el ejido La Gloria de la costa de Chiapas que bordea el océano Pacífico, arrancó el martes 25 de abril la caravana El Sur Resiste que busca seguir impulsando la organización de comunidades y pueblos de la región afectados por la implementación en sus territorios de los planes más ambiciosos del actual gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador: el Tren Maya y el Corredor Interoceánico.
Marchas, mitines y foros han sido llevados a cabo durante el recorrido convocado por diversas organizaciones y colectivos originarios, nacionales e internacionales, entre los que se encuentra el Congreso Nacional Indígena (CNI).
La caravana va registrando y aglutinando el creciente malestar social a lo largo de la zona, quizá por ello es que, ayer (viernes) en la mañana, elementos de la Secretaría de Marina, la Guardia Nacional y la policía estatal de Oaxaca reprimieron el campamento Tierra y Libertad que tenían instalado alrededor de 32 comunidades indígenas mixe sobre los rieles y durmientes del Tren Transístmico en Mogoñe Viejo.
La represión ocurrió justo unas horas después de que la caravana pasara por ahí y realizara una serie de protestas en apoyo al plantón. Ayer por la tarde, las organizaciones locales reportaban la detención de las mujeres indígenas María Magdalena, Esperanza y Elizabeth Martínez Isabel, además de Adela Severo Teodoro, Fernando Hernández Gómez y Eliodoro Martínez Isabel. La Unión de Comunidades de la Zona Norte del Istmo (Ucizoni) llevaba a cabo una asamblea para determinar las medidas que tomarían.
En este espacio trataremos de acompañar la caravana a partir de los comunicados difundidos en el sitio www.elsurresiste.org.
DÍA UNO
Desde su arranque, la caravana ha enfrentado al ambiente represivo que prevalece en la zona. En sus primeras horas de andanza, al ir de Tonalá, Chiapas a Puente Madera, Oaxaca, el grupo de activistas y colectivos atravesó nueve retenes de elementos del Ejército, la Guardia Nacional y el Instituto Nacional de Migración; además de que fueron detenidos de manera específica en siete ocasiones para fotografiar a los participantes y, de manera particular, en el retén divisorio entre Chiapas y Oaxaca, fueron fotografiados por personas vestidas de civil no identificadas, las cuales además los siguieron una parte del trayecto en motocicletas.
Antes de eso, de su punto de partida chiapaneco en La Gloria, los activistas enfilaron al ejido Progreso para luego llegar al centro de la ciudad de Tonalá, donde hubo un acto en el que los integrantes del Comité de Resistencia Civil de Frente Cívico Tonalteco, plantearon la situación a la que el sur de México se enfrenta en estos momentos: un proyecto de exterminio.
El Tren Maya y el Corredor Interoceánico, explicaron, representan un plan de exterminio, ya que están diseñados para beneficiar a la industria extranjera más que a las poblaciones locales, al ser la punta de lanza de una serie de proyectos turísticos, inmobiliarios, energéticos, mineros, textiles, maquileros, agroindustriales, piscícolas, entre otros.
Uno en especial que se resaltó en Tonalá, fue el de la macrored de gasoductos que pretende construir el gobierno federal para conectar a Guatemala con el Istmo y la costa chiapaneca. Empresas energéticas y petroleras han proyectado con autoridades federales y locales conectar al Tren Maya y Corredor Interocéanico con gasoductos como el de Texas-Tuxpan,Veracruz-Dos Bocas, Tabasco, de una longitud de 700 kilómetros y una inversión de 5 mil millones de dólares, y el Cactus, Oaxaca, Dos Bocas, Tabasco, de 60 kilómetros y mil millones de dólares de inversión.
La valoración que hizo la caravana durante ese primer día resaltó también que, además de la destrucción ambiental en marcha, hay una violación sistemática a los derechos de los pueblos originarios, cuyos territorios y culturas se encuentran amenazados.
“Los impactos negativos en materia ambiental y social caminan lento, pero se vislumbra en el futuro cercano, las comunidades hacen un llamado a resistir estos megaproyectos y los diversos proyectos que arrastran consigo; de no resistirlos, la catástrofe ambientalv y social se percibe más cercana que nunca”, consigna la relatoría del primer día de la caravana.
INVASIÓN MILITAR
Más allá de la represión puntual de ayer al campamento de Mogoñe Viejo, la región ha registrado un desmesurado incremento de la presencia del Ejército (a cargo de la construcción del Tren Maya), la Marina, la Guardia Nacional y policías locales, pero también de grupos paramilitares y del narcotráfico. Solo en Chiapas han ubicado 147 cuarteles militares, muchos de ellos erigidos en los alrededores de las comunidades base del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
“Uno de los objetivos del Tren Maya y del Corredor Transístmico es crear mega zonas industriales en toda la región del sureste, que además de convertir a los pobladores originarios en mano barata para diversas industrias; sea una zona de contención para migrantes de todo el mundo que comienzan su tránsito hacia los Estados Unidos a través de Chiapas, Yucatán y otras rutas”, se relata.
La caravana da cuenta también que durante su recorrido ha notado la presencia de múltiples grupos de personas migrantes caminando a la orilla de las carreteras y evadiendo la muralla de retenes, introduciéndose a la maleza aledaña al asfalto, exponiéndose así a los grupos criminales de explotación y de “trata” vinculados a diversos cuerpos oficiales de seguridad.
“En la pequeña parte que pudimos visitar en el estado de Chiapas, los impactos de los megaproyectos Tren Maya y Corredor Transístmico ya se viven en la política de militarización y retención/persecución de personas en tránsito hacia el norte”.
Finalmente, la noche del martes 25 de abril, la caravana arribó a Puente Madera, Oaxaca, donde los esperaban pobladores cargando antorchas y gritando en contra del Corredor Interoceánico.
Continuará…
*Escritor y periodista.
@diegoeosorno