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Opinión. ¿Para quién remodelan abastos?

por Agencia Zona Roja

Néstor Y. Sánchez Islas

El Mercado de Abasto de nuestra capital es más que un simple lugar en que se comercian miles de mercancías. Es un microcosmos en donde se produce y reproduce parte de la cultura popular y un espejo de nuestra cosmovisión del mundo: caos, desorden y falta de autoridad como una forma de vida muy propia de muchos oaxaqueños.

La remodelación en curso de una parte, una pequeña parte del mercado es algo que afectará a todos. Por ello mismo, aunque no somos mercaderes de esa plaza, es nuestra obligación estar atentos a la obra y las consecuencias económicas y sociales que tendrá en el corto plazo.

El gobierno federal, a través de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Sedatu, lanzó el programa “Mi México late” en apoyo a comunidades de escasos recursos para rehabilitar espacios públicos y viviendas. En este programa están incluidos los estadios de beisbol, una de las ocurrencias del presidente y, por supuesto, la zona de pan y comedores del mercado de abasto local. Para esta obra la federación destinó 218 millones de pesos.

El plan consiste en la intervención de un poco menos de 13 mil metros cuadrados, es decir, apenas al equivalente a una manzana de 100 por 100 metros. Incluirá la instalación de puestos fijos, temporales y de comida, sanitarios, espacio para comerciantes temporales, patio para comedores al aire libre, patio de servicio e instalaciones de agua, gas, electricidad y basura. La construcción será con base a concreto, ladrillo y laminas en el techado.

De acuerdo con el titular de Sedatu, Román Meyer Falcón, la intervención alcanzará hasta a 700 locales. Para ello, tuvieron que reubicar a 556 locatarios. A partir de aquí inician las suspicacias porque de alguna manera tendrán que ubicar 700 comerciantes en donde antes hubo 556. O lo que refleja es el acaparamiento de150 lugares en manos de algunas pocas empresas conocidas y consolidadas con presencia en muchos mercados públicos.

La obra no ha estado exenta de conflictos. Desde los propios comerciantes y las negociaciones con sus líderes para permitir las obras hasta los enfrentamientos entre sindicatos de transportistas para monopolizar el acarreo de materiales.

¿Por qué la 4T decidió esta obra? Así como priorizaron la remodelación y construcción de estadios de beisbol a lo largo y ancho del país así decidieron con esta: lo que diga mi dedito.

Esta obra provocará problemas muy pronto. Lo más evidente será la gentrificación de la zona, lo que desatará una gran especulación y carestía inmobiliaria y, con este problema llegarán dos más: la turistificación y la gourmetización.

La turistificación se dará porque será un atractivo para los visitantes y, todo aquello que es para el turismo siempre será más caro. La gourmetización se verá en el precio de una memela, una torta o una tlayuda. Pasará como en los mercados del centro en donde cobran precios altísimos, pero el servicio es muy malo, como lo puso en evidencia hace muy poco tiempo la actriz Yalitza Aparicio y su queja sobre el “pasillo de humo”del mercado 20 de noviembre.

La gente pobre que va al mercado de abasto para buscar productos económicos ya no los tendrá a su alcance porque poco a poco se convertirá en turístico.La administración federal llegó con la bandera de hacer historia y de que los pobres serían su prioridad. Por ello mismo llama la atención esta obra porque las zonas en remodelación están acaparadas por apenas cuatro o cinco marcas comerciales oaxaqueñas, pero muy consolidades: de mole, de chocolate y de pan. Son empresarios que han trabajado muy fuerte y que por ello mismo poseen suficiente capital como para todavía ser beneficiados por una obra millonaria con cargo al erario

En este caso el municipio debería establecer reglas asimétricas para repartir los lugares entre quienes de verdad lo necesitan. Por cada local, estos fuertes empresarios pagan al municipio una cantidad que ronda los $2300 anuales, una suma ridícula para quienes tienen tal capacidad económica e injusta porque todos los que contribuimos al municipio los estamos subsidiando. Esto sucede en el Mercado de Abasto, pero igual en el Benito Juárez, el 20 de noviembre, el de la Merced, el Sánchez Pascuas y el de la colonia Reforma. A todos ellos los subsidiamos.

Dada la inclinación del presidente de la república por dejar a un lado la ley para poner encima la justicia, es de llamar la atención la gran injusticia de entregar esos valiosos locales, de todos los mercados, por una renta ridícula que no cubre ni siquiera su propio mantenimiento. Sería justo que, entre más poderosos sean los locatarios, más contribuyan con el municipio que los alberga, esto debería ser una regla asimétrica de aplicación inmediata para tratar de equilibrar la profunda desigualdad.

Esta caprichosa remodelación con fines turísticos podría ser el equivalente al “centro gastronómico” de la pareja Murat: además de caro, un fracaso.

nestoryuri@yahoo.com

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