Néstor Y. Sánchez Islas
Uno de los grandes problemas de nuestra capital y zonas conurbadas es la movilidad urbana. A pesar de ser una ciudad pequeña en comparación con otras urbes del país, los problemas son grandes y los padecemos todos los días.
Como todas las ciudades antiguas, la nuestra nunca fue trazada pensando en su gran crecimiento y mucho menos previendo la llegada de nuevas tecnologías, como los autos, que son los dueños de las calles. Hace 400 años circulaban mulas y carretas.
No es difícil conocer el diagnóstico del por qué llegamos a este caos. Desde hace muchos años, y ahora con mayor énfasis por el nuevo grupo en el poder, los problemas de movilidad, es decir, el movimiento de personas y mercancías, nunca han sido abordados y solucionados con el objetivo beneficiar a la población, siempre se han manejado con fines políticos. La movilidad en Oaxaca es absolutamente política.
Otorgar “concesiones” para el transporte público es el candado. Al ser una potestad del Estado, el ejecutivo puede usarlas como medio de pago a sus clientelas electorales. Se sabe de “luchadores y organizaciones sociales”, además de mafias sindicales como dueñas de cientos de ellas al interior del estado.
Los intereses inmobiliarios están presentes. Durante años se propició la creación de zonas dormitorios alejadas de los centros de trabajo, las genéricamente casas GEO. Construyeron miles de casitas en los pueblos de los alrededores, lugares a los que además tuvieron que introducir servicios que no había. Estas ciudades dormitorio atentan contra la lógica de la movilidad porque incentivan el uso del auto. En Oaxaca no hay buen servicio de transporte público ni vías de acceso suficientes. Cada mañana y cada tarde son el caos de tráfico, tanto por la cantidad de autos como el pésimo estado de las calles y avenidas.
No sorprende que, además de estar Oaxaca ubicada en los últimos lugares en educación, economía o formalidad laboral, también en movilidad estamos en la calle, a pesar de ser una actividad de primera necesidad. En palabras muy claras: el movimiento de personas y mercancías es indispensable, por tanto, el gobierno debería crear las condiciones para facilitarlo.
Los medios de transporte disponibles son muy malos y caros. Los camiones urbanos, en su mayoría están destartalados. Los taxis son de los más caros del país y los taxistas son, muchos de ellos, auténticos gorilas a los que, en beneficio de la gente, debería imponerse la obligatoriedad del taxímetro. Los taxis colectivos y las “urban” son ataúdes rodantes; los mototaxis son cholos y pandilleros que sirven de grupos de choque y distribución de drogas. El proyecto del Citybus es un monumento a la corrupción. No hay transporte eléctrico y, a pesar de que la titular del ramo es afín al uso de la bicicleta, ésta no resuelve los problemas para trasladar desde las ciudades dormitorio a los centros de trabajo a miles de personas. Andar en bicicleta es una actividad de alto riesgo en nuestras calles y, otra vez por razones políticas, se ha impedido la llegada de taxis por aplicación que ayudarían a bajar tarifas y mejorar servicios de transporte.
Los problemas urbanísticos de la movilidad representan una fuerte carga para quienes menos tienen. Una vez más, por razones políticas se ha favorecido el monopolio del transporte a favor del ADO, se ha impedido por parte de liderzuelos sociales la construcción del libramiento sur para evitar que circulen por la ciudad enormes transportes de carga y se han llenado de topes calles y avenidas, lo que provoca accidentes y mucho mayor consumo de combustible y contaminación. No hay ciclovías en los lugares que hacen falta, solo en el centro y la colonia Reforma, que son en realidad una farsa.
Nunca se ha trabajado en crear una cultura de movilidad. Ni el peatón respeta al automovilista ni viceversa, no hay banquetas seguras, la mayoría está llena de desniveles y rampas que impiden a una persona en silla de ruedas trasladarse. De los semáforos no es necesario hablar, ellos están abandonados por las autoridades y su abandono habla por sí mismo. Por su parte, el municipio y sus permisos de cambio de uso de suelo son un factor determinante. Autorizan negocios sin tomar en cuenta los conflictos y afectaciones para la circulación y el paso peatonal.
Se quiere mostrar que el gobierno trabaja y resuelve problemas con medidas cosméticas. Llenar las calles del centro de macetones y bancas de concreto es una de ellas. Cerrar, otra vez, la calzada Porfirio Díaz para hacerla cancha de juegos por unas horas los días domingo es otra ocurrencia cosmética.
Se piensa en el atractivo visual para beneficio de los turistas y de los empresarios turísticos, pero olvidan a los que aquí vivimos. Quieren evitar el uso del automóvil, pero sin primero construir un servicio de transporte público y movilidad eficiente, limpio y sustentable que ayude. Razones políticas y ocurrencias son lo de hoy.