Soledad Jarquín Édgar/SemMéxico
¡Ya ven! por eso no quería elucubrar sobre el proceso electoral disfrazado y muy mentiroso que vivimos, orquestado por Pinocho y seguido del zorro y otros personajes. Ahora sí, ya se cayó el teatrito, envuelto en celofán. Somos un país que no acaba de madurar políticamente, vamos de la dedocracia a la alternancia y hoy vivimos la simulación total, abierta y descarada, donde las futuras candidatas (que ya lo son) se convierten en piezas de un ajedrez patriarcal.
La que da muestras de entereza ante el cataclismo de la partidocracia priista es Beatriz Paredes Rangel, mientras Xóchitl Gálvez Ruíz vive su sueño feliz y Claudia Sheinbaum Pardo espera su turno para convertirse en la reina del paraíso prometido y el evidente rescate de su príncipe.
Alito Moreno le ha clavado un cuchillo por la espalda a Beatriz Paredes, de eso no cabe ni la menor duda. ¿Cuáles son las razones para la traición? ¿Por qué no esperar a que el proceso concluya, si tan solo faltaban unos días? ¿Qué clase de ejercicio hizo el llamado frente opositor? ¿Por qué se sumaron –PAN-PRI-PRD- a los engaños a la ciudadanía?
Yo solo tengo una respuesta. Y ya la escribí antes. Algunos señores, son dueños de las piezas del ajedrez y son ellos quienes hacen las jugadas. Beatriz Paredes, una mujer con amplia carrera política, acostumbrada a nadar entre tiburones, no debería sentirse engañada, lo sabía, lo ha vivido antes.
Cuando empezó a circular que el PRI iría con Xóchitl Gálvez, pensé como miles de mexicanas en Beatriz cerrando una página más de misoginia política y en la sonrisa triunfante de Andrés Manuel López Obrador, el mayor orquestador de la más grande simulación y como se ha dicho el hacedor de Gálvez, sin que esto signifique reducir a nada la trayectoria de la panista. Y aunque Paredes, herida ya de muerte política, sostuvo que el proceso ha sido útil porque los ha llevado a reflexionar, en referencia a esta contienda del Frente Amplio por México (en la que se gastaron varios millones de pesos). La verdad es que ni ella lo ha de creer. Por más explicaciones que hagan desde el PRI.
Pero esta es otra gran lección en la lucha interminable de los derechos políticos de las mujeres. Desde que en 1953 se hizo efectivo el llamado voto universal los gandallas patriarcales y la hegemonía priista han impedido sistemáticamente que las mujeres puedan llegar a gobernar, ya sea sus entidades federativas y menos aún la presidencia de la República.
En estos casi 70 años, tras la conclusión de la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines han gobernado ocho priistas más, dos panistas y un morenista, once hombres más. Frente a la aplanadora de los señores, en 40 años, en seis procesos
electorales, han participado siete mujeres, porque Rosario Ibarra participó en dos ocasiones. Salvo el PAN ningún otro partido político con posibilidades y poder político, nunca han postulado a una mujer, me refiero al PAN, PRD y ahora MORENA. Antes del 2024 ese es el panorama. Y aunque cambie en la forma, todavía hay mar de fondo. Lo seguimos viendo.
De ahí que pensar que habrá dos candidatas, una de las cuales ya es un hecho, la otra que no tarda, pasará por el escrutinio de un país que no tiene costumbre de ser gobernado por una mujer, sean las propias ciudadanas y claro muchos, la mayoría de los ciudadanos. Aún falta que el machismo mexicano de su brazo a torcer, porque todavía falta mucho, un episodio catastrófico sería que otro partido, no incluido en el Frente Amplio por México, ponga un caballo de hacienda.
En fin. Lo que quiero poner aquí es que no estamos habituado a las mujeres al frente del gobierno y eso tiene que ver la desigualdad entre mujeres y hombres. La más profunda, la desigualdad en el poder político, que es cierto empezó a gestarse hace casi 200 años en México, Que alcanzó su máximo en 1953 y ha seguido a paso lento, venciendo cualquier cantidad de trampas del sistema patriarcal político, roto en buena parte a partir de la reforma de la Paridad en 2014. Es decir, hace menos de una década.
Los datos no nos mienten: de 509 gobernadores que ha habido en las 32 entidades del país en los últimos 70 años, solo 17 mujeres han estado al frente de una entidad, porcentualmente esto significa el 3.3 por ciento del total de gobernantes en 13 estados del país, lo que quiere decir que en 19 estados nunca ha gobernado una mujer. Pronto serán 18, estados y gobernadoras, cuando asuma la gobernadora electa del Estado de México.
En 70 años el Partido Acción Nacional solo ha tenido tres gobernadoras y el PRI cinco. Seguiría el PRD con dos en 34 años de existencia y en 12 años de existencia Morena ha tenido siete gobernadoras, y pronto serán ocho.
Ese es el panorama. No me sorprende lo que en el PRI le hicieron a Beatriz Paredes, la de mayor experiencia del montón de aspirantes del frente opositor. ¿Por cuántas discriminaciones pasó la ex gobernadora de Tlaxcala para ser desechada ante supuestos de lo que podría pasar en el ejercicio ciudadano de elección? Ahí se los dejo de tarea. ¿Quien pierde más con la acción priista de bajar a Beatriz Paredes, quien tenía derecho de llegar hasta lo último momento del ejercicio ciudadano? Estoy segura que no era Paredes, es el PRI.