Soledad Jarquín Édgar/SemMéxico
En el gobierno de Oaxaca por la quisquillosa injerencia de una funcionaria federal, están echando las campanas al vuelo, es decir, celebrar antes de tiempo, precipitadamente, sin resultados reales y concretos en la seguridad y la vida de las mujeres.
Con bombo y platillo, igualito que lo celebraban en el pasado, se difunde un reconocimiento de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), ese bodrio federal donde cobra haciéndole a la tía Lola, doña Fabiola Alanís Sámano, porque en los primeros seis meses, aunque vamos en el décimo, disminuyó el número de feminicidios. Puras cuentas alegres.
Vamos por partes: Hasta este día de acuerdo con datos de la Fiscalía General de Oaxaca se han iniciado 91 carpetas de investigación relacionadas con muertes violentas de mujeres, únicamente 37 por ciento son investigadas como feminicidio. Es decir, en esto la Fiscalía de Oaxaca, en tiempos de la cuatroté no cambia, se llamen como se llamen sus titulares, es la misma historia.
Siguiendo los datos de la Fiscalía, en el primer semestre de este año se cometieron 53 asesinatos violentos de mujeres en Oaxaca, misma cifra que reporta el Grupo de Estudios de la Mujer y Consorcio Oaxaca, ambas organizaciones de la sociedad que realizan un conteo hemerográfico de esta tragedia cotidiana. Y efectivamente hay una reducción.
El problema es que no representa nada. Como ya lo hemos hecho antes repetimos el ejercicio y veamos la realidad. En el gobierno de José Murat sumaron 429 asesinatos violentos de mujeres, en promedio se cometieron 5.9 asesinatos al mes. Con Ulises Ruiz, donde los medios y la Fiscalía solo reportaron 283 asesinatos, el promedio mensual bajó a 3.9.
Luego vino la alternancia con Gabino Cué y a partir de ahí la creciente es impresionante. En ese sexenio se cometieron 527 asesinatos violentos, en promedio 7.3 mujeres fueron asesinadas cada mes. Con Alejandro Murat la cifra aumentó con respecto a su antecesor de forma desproporcionada hasta llegar a 715, lo que hace un promedio mensual de 9 asesinatos de mujeres.
Haciendo la cuenta de forma proporcional en estos primeros meses del gobierno de Salomón Jara Cruz, cada mes son asesinadas 8.8 mujeres, está a décimas de alcanzar a Alejandro Murat.
Eso es lo que tendría que haberle dicho Fabiola Alanís, pero como a casi todo el funcionariado les gustan más los aplausos que mirar la realidad.
No se pueden echar las campanas al vuelo sin mirar el fondo de la olla. Y no es que ahora me dé por dar consejos, lo que sucede es que he visto a Fabiola Alanís repartir soluciones mágicas, pócimas de ilusión y vender espejitos sin llegar a ningún lugar. Qué la compre quién no la conoce.
Qué no les doren la píldora. Porque en materia de feminicidios estamos más cerca del infierno que del cielo, más aún en un gobierno que protege a los violentadores de las mujeres, igualito que lo hicieron los gobernantes priistas, porque esta condición nada tiene que ver con los desteñidos colores partidistas sino con la ideología patriarcal, donde los señores están cortados con la misma tijera y para eso tienen también a las llamadas nanas del patriarcado, dispuestas a limpiarles la cara.
El ejemplo irrefutable es el triste caso de Donato N, funcionario público acusado por varias mujeres de ser un promotor de pornografía a través de chats en los estaban involucrados funcionarios y legisladores locales, así como de violentar física, sexualmente y psicológicamente a las mujeres.
De eso deberían ocuparte hoy las funcionarias federales y estatales, menos protagonismo y más resultados, porque lo otro no es solo que haya menos feminicidios, sino también que haya justicia, acceso a la verdad y reparación del daño. De eso se trata.