NÉSTOR YURI SÁNCHEZ
Tanto poder les opaca la razón. Comportarse de una forma diferente a los prometido en todos los discursos de su vida previa no resulta divertido, nada aporta a su causa y aumenta el hartazgo social.
Hacer promesas de campaña no empobrece, menos cuando el único objetivo es obtener el poder por el poder. Ser incongruente con sus propias convicciones está cómodamente justificado cuando lo que se ganará es, nada más, pero nada menos, que el control y apropiación de los dineros de la país, del estado o del municipio.
La cereza en el pastel de la incongruencia la vivimos apenas en las pasadas fiestas patrias. Un presidente que durante toda su vida se quejó del autoritarismo, aduló la democracia, exigió inclusión y oportunidades para todos decidió excluir a los otros poderes de la Unión del festejo más mexicano que tenemos en nuestra vida cívica, una creación cultural que nos une como país y, por tanto, no está sujeta a la apropiación por parte de ningún político. Si había alguna duda sobre la misoginia del presidente de la república, la exclusión de dos mujeres, una es la titular del Congreso y la otra de la Suprema Corte lo confirman. Ser mujer, para él, es un defecto.
Ni el presidente es el dueño de las fiestas cívicas, ni las mujeres excluidas son “personeras de la oligarquía y la delincuencia”. Está en su derecho de simpatizar con quién así quiera, pero es el presidente de todos los mexicanos y lo que hizo, tanto el año pasado como este, al invitar a representantes de regímenes totalitarios resultó ser una elección personal y no la del jefe de Estado: el dictador cubano presidiendo el desfile del año pasado y ahora las criminales botas ensangrentadas del ejército ruso en nuestro Zócalo.
La superioridad moral en la que se justifican viene de los hombres del siglo pasado que lucharon por un mundo mejor desde posiciones de izquierda: contra el fascismo, el colonialismo, el imperialismo, la segregación racial, la ignorancia y el hambre. Ofrecieron su sangre sin pedir nada a cambio. Vivieron, ellos sí, en congruencia.
Quienes hoy se asumen de izquierda y reclaman esa superioridad que los lleva a decir niñadas tales como “no somos iguales” o descalificar despectivamente a todos los demás como conservadores nada tienen que ver con aquellos hombres. Los de hoy son simples comerciantes de la ideología y mercenarios de la política.
México camina una errática ruta, el estado de Oaxaca también. Las ofertas de honradez, respeto a las instituciones, la máxima transparencia, la erradicación del nepotismo, la falsa austeridad y otras promesas son una falacia. Su modo de gobernar lo inventó un comediante, el estilo Chimoltrufia.
Esas incongruencias pagarán factura. No en esta generación que ya está muy domesticada con el discurso populachero que culpa de todo al pasado y que todavía creen en ellos como los redentores de la patria. Quienes hoy son niños y adolescentes serán, dentro de algunos años, quienes repudiarán el modo taimado con que esta “transformación” se hizo del poder para enriquecerse y corromperse al igual que los gobiernos anteriores.
Incongruencia no es suficiente para describir lo que están haciendo con uno de los pocos espacios educativos de buen nivel que tiene Oaxaca. La necedad de mantener en el puesto a una persona que carece de las competencias para ser rectora, pero tiene los familiares oportunos, lleva a la Universidad Tecnológica de la Valles Centrales de Oaxaca, UTVCO, al abismo. Esa escuela no es del gobierno, es un patrimonio de los oaxaqueños, pasados, actuales y futuros. Entregarla como pago por una cuota familiares un error, pero mayor error es sostenerla a la fuerza.
La UTVCO, con los pocos años que tiene, ha logrado un buen lugar y prestigio entre escuelas públicas superiores, prestigio que ayuda a sus egresados para mejorar sus condiciones de vida, que esa es la finalidad de su educación. El problema ha escalado por su pésimo manejo político y los que pagarán las consecuencias no son los políticos que la gobiernan sino los jóvenes a quienes les arrebatan una de las pocas escuelas de calidad en Oaxaca.
Es impensable que quienes vienen de la izquierda se opongan a la creación de un nuevo sindicato, una postura comprensible desde el pensamiento neoliberal, pero no en el marxista. Muchos de quienes hoy gobiernan a eso se dedicaron toda la vida, a crear sindicatos “independientes” o liderar organizaciones sociales parásitas que viven del erario que, oportunamente, el próximo año se mostrará muy generoso con ellas en cuanto a entrega de recursos, algo así como 3 mil millones, anda más.
Su incongruencia no es un juego, es parte un plan deliberado para volver a instaurar en México un modelo autoritario de gobierno y una forma de pensamiento único. No son diferentes, son otra élite ávida de riqueza rápida y en la búsqueda de eternizarse en el poder, por ello su reciente ataque al organismo electoral estatal.
nestoryuri@yahoo.com