Ismael García M./Zona Roja.
Oaxaca de Juárez, Oax., a 6 de noviembre de 2023.- La tragedia causada por el huracán “Otis” en el estado de Guerrero ha desatado las más bajas pasiones políticas… en lugar de unir a México para apoyar a los damnificados.
Uno a otro se culpan de la tragedia, que hasta el domingo registraba 47 personas fallecidas y 56 desaparecidas, sin contar con los multimillonarios daños materiales.
Que si el gobierno de Andrés Manuel López Obrador reaccionó tarde y lento; que si los pronósticos meteorológicos fallaron; que si la oposición y los “conservadores” son los culpables de crispar al país y generar noticias falsas, que si no hay Fonden; que si la sociedad civil se ha comenzado a levantar sola de la tragedia…
Cualquier cantidad de declaraciones estúpidas de morenistas, priistas, panistas, sin partido, precandidatos a la Presidencia de la República o a otro cargo, senadores, diputados y todo aquel que se siente generador de opinión pública.
Pero en medio está la devastación de miles de personas, hombres, mujeres, adultos y menores de edad, que lo único que están esperando es que las manos de las y los mexicanos se extiendan sin tanta discusión, para tener un mendrugo y apoyos para reconstruir su vivienda.
PASO A PASO
Así sea con una semana de anticipación, es prácticamente imposible evacuar a una ciudad con cerca de 700 mil habitantes, como es el caso de Acapulco, para evitar tragedias ante un fenómeno natural devastador.
En realidad los pronósticos son esos, probabilidades, pero ninguna certeza de un hecho de la naturaleza y máxima cuando el cambio climático ha modificado drásticamente las eventualidades.
Claro, se puede estar alerta y tomar las medidas preventivas, en este caso ante un huracán, pero de ninguna manera se podría salvar de los daños materiales y de las afectaciones a la vida humana. Y desde luego, no se trata de justificar a ninguna autoridad.
El periodista Raúl Trejo Delarbre recopiló y reseñó en su más reciente artículo:
A las 6 de la tarde del martes 24 de octubre, el Centro Nacional de Huracanes, ubicado en Miami, expidió una alerta especial: “1. Se pronostica que ‘Otis’ será un huracán de categoría 5, potencialmente catastrófica, cuando llegue esta noche, o la madrugada del miércoles, a la costa sur de México, y los preparativos para proteger vidas y propiedades deben acelerarse”.
A las 9 de la noche, un nuevo reporte anticipaba “un escenario de pesadilla”.
Los informes del NHC, por sus siglas en inglés, están disponibles en su sito web. Los meteorólogos los consultan constantemente. Se puede asegurar, a partir de ellos, que al menos seis horas antes de que el huracán ‘Otis’ destruyera a Acapulco, se sabía que tendría una intensidad inusitada.
No es verdad, como se ha dicho, que el gobierno de México supo de la magnitud de “Otis” con un día de anticipación. Pero contó con esa información desde la tarde del martes 24 y no reaccionó de acuerdo con tal emergencia.
A las 20.25 hrs. en la cuenta del presidente López Obrador en Twitter, un “atento aviso” decía que “Otis” entraría por la Costa de Guerrero con fuerza de categoría 5, pero entre 4 y 6 de la mañana.
Hasta ahí los detalles del fenómeno que dio el académico y periodista Trejo Delarbre y cuyos datos son públicos y de todos conocidos.
Vino la tragedia de todos conocido y vinieron los reproches y las acusaciones mutuas, en su mayoría basados en noticias falsas.
Es cierto, hubo una reacción tardía, desconcierto y desinformación por muchas horas, aunque natural la incomunicación, pues los fuertes vientos tiraron muchas antenas de telecomunicaciones y torres de energía eléctrica.
Natural también que la ayuda comience a llegar tarde, ante la devastación de caminos y carreteras.
Pero también es cierta la negligencia y tardanza de los gobiernos estatal y municipal, en este caso de Acapulco y de Coyuca de Benítez, surgidos por cierto del Partido Morena, al igual que la administración federal.
OAXACA, EPICENTRO
Si hay algún estado del país que ha tenido toda clase de tragedias, es Oaxaca, y la solidaridad no se la regateado desde todas partes del país e incluso desde el extranjero.
De las que recordamos, en el sexenio del priista Diodoro Carrasco Altamirano, un devastador incendio forestal en la zona de los Chimalapas, que dañó miles de hectáreas y que causó un gran impacto ambiental incluso a nivel mundial.
En ese sexenio azotó también “Paulina”, uno de los huracanes más potentes, que dejaron muertos y daños cuantiosos en municipios de las regiones Costa y Sierra Sur; las imágenes eran semejantes a lo que hoy ocurre en Guerrero.
Y en esos casos nadie criticó ni la tardanza ni la falta previsión; no había redes sociales aún, pero sí había suficientes medios de comunicación impresos y electrónicos para hacer los señalamientos.
Con José Murat fueron al menos dos sismos de gran magnitud, uno de ellos en la región Mixteca, con fuertes afectaciones en viviendas.
Ulises Ruiz y Gabino Cué tuvieron también sus tragedias, principalmente con inundaciones a viviendas con intensas lluvias.
Con Alejandro Murat tampoco faltaron las tragedias y quizá sea el sexenio con mayores afectaciones, como los dos terremotos, uno de ellos de 2017, que devastaron la región del Istmo; el más reciente, el año pasado con “Ágatha”.
En el caso del terremoto, terminó el sexenio del priista Enrique Peña Nieto y la reconstrucción no concluyó; incluso actualmente se realizan rehabilitaciones, sobre todo de inmuebles históricos. Hubo corrupción, por supuesto, pero nadie ha pisado la cárcel por ello.
De los daños del año pasado a causa de las lluvias, hubo respuesta pronta del gobierno de López Obrador y ahora la dinámica fue entregar los recursos a los ayuntamientos, aunque eso no significó que no hubiera corrupción, pues al menos tres presidentes municipales prácticamente se llevaron el dinero.
Es decir, nadie está preparado para enfrentar un desastre natural, aún cuando diga que tiene comités de protección civil en todos los órdenes y que promueve en las familias la previsión.
Es decir, nadie está exento de la corrupción, pues muchos millones de pesos despiertan la ambición de los políticos de toda clase, sea del partido que fuere.
No, insistimos, no se trata de defender al sexenio de López Obrador ni de culpar a la naturaleza, sino de tratar de ver todo en su justa dimensión.
Por supuesto, la historia juzgara, en el corto y mediano plazo, al hoy Presidente de México, pero deberá ser con acusaciones formales y pruebas fehacientes, de lo contrario seguiremos en el chismerío político-electoral.
¿SEGUIMOS ACUSÁNDONOS?
Efectivamente, el entorno electoral actual -con la elección de Presidente de la República, senadores y diputados federales- ha enervado y enrarecido más la situación social.
Pero de ninguna manera justifica llenar de acusaciones sin ton ni son, sólo para ganar adeptos; unos para desacreditar más al mandatario mexicano; otros para ensalzar a sus candidatos o candidatas.
¿Acaso nadie ha percibido que mientras la tragedia invade a miles de familias guerrerenses, el crimen organizado sigue más latente que nunca?
¿Ni siquiera han discutido y/o hecho público que detrás de esta campaña mediática podrían estar los grupos delictivos?
Más aún, ¿no deberíamos prever cualquier eventualidad de la naturaleza desde la casa, desde la familia?
La primera responsabilidad con el cuidado del medio ambiente está en cada uno de nosotros.
Si tiramos la basura por todos lados, si no hay cultura de la separación y reciclaje de los desechos, si usamos de manera indiscriminada el agua, si nos acabamos los bosques, si tiramos aguas residuales a los ríos… ¿por qué la naturaliza no debiera de comportarse de manera extrema?
Seamos propositivos, pero sobre todo solidarios, antes de seguir en la carroña política.
Pero, por cierto, en lugar de criticar para seguir generando caos mediático, ¿ya hizo alguna aportación para los hermanos guerrerenses?