Soledad Jarquín Edgar*/SemMéxico
¿Qué queremos las mujeres de las candidatas y de quienes serán electas este año?
Primero, recordar que la participación política real de las mujeres ha sido una larga lucha de dos siglos en México.
Segundo, que detrás de cada mujer candidata o electa hay una historia construida por cientos de mujeres de todos los partidos políticos y sin partido que lucharon por el sufragio femenino hasta llegar, en 2014 a la reforma que permitió la paridad, es decir, que hombres y mujeres participen en igualdad de condiciones para ser electos o electas y ocupar espacios políticos y públicos (2019).
Tercero, que esta paridad, hoy numérica, se gestó en la práctica en las elecciones de 2014 y 2015, hasta alcanzar igual número de diputados y diputadas en los congresos Federal y los 32 locales en las dos últimas legislaturas.
Cuarto, que se debe reconocer que no todas las diputadas federales o locales responden al mandato de las mujeres, que muchas votan baja la consideración de ser políticamente correctas y, peor todavía, otras continúan respondiendo al control patriarcal de los grupos parlamentarios y grupos de poder tanto económicos como religiosos. Un ejemplo concreto la despenalización del aborto.
Quinto, 2014 será un año totalmente electoral. Se habla de 19 mil 930 cargos de elección popular en disputa, la mitad serán para hombres (nueve mil 965) y la otra mitad mujeres (nueve mil 965), eso implica que tendremos una enorme cantidad de rostros que se multiplicarán de acuerdo con el número de partidos políticos o coaliciones que se formen, pululando en cada esquina, un fenómeno que ya está presente y se traduce en contaminación visual, además de miles de toneladas de basura electoral.
Sexto, las ciudadanas sí queremos muchas candidatas aspirando a la presidencia de la república, gubernaturas, diputaciones federales y locales, presidentas municipales, alcaldesas, síndicas, regidoras y concejalas.
Séptimo, pero queremos que esas mujeres tengan un nivel alto de conciencia de género. No es mucho pedir, es solo abrir los ojos y mirar a la otra mitad de su propio entorno, y sepan que esa otra mitad ha enfrentado social, histórica y culturalmente (así como un largo etc.) una diferencia profunda determinada por el patriarcado (el poder de los señores) y que ahora toca revertir desde los gobiernos.
Octavo, que, si no es mucho pedir que vean a las mujeres no sólo como objetivos electorales, a las que se les pide su voto mediante dádivas, becas y promesas que luego se diluyen, no es ética la utilización del dolor de unas para beneficio de otras.
Noveno ¿qué queremos las mujeres? Queremos políticas públicas desde la perspectiva feminista y no ocurrencias, menos improvisaciones ni retrocesos. Las políticas mexicanas deben saber que cada que se echa reversa o no se avanza, el costo para las mujeres es altísimo, incluso, de vida o muerte.
Décimo, las mujeres que luchan por los derechos de las mujeres y contribuyen a reducir las brechas de desigualdad, hacen realidad la paridad, la que se traduce en oportunidades reales en todos los ámbitos de la vida de las mujeres, pero no sólo del grupo de los privilegios políticos, sino de todas las mujeres. ¿Podrán con eso?
*Periodista y activista feminista.