Soledad Jarquín Edgar*/SemMéxico
La vida cambia cada segundo. Quizá la muerte sea el acto más impactante. Y cuando esa muerte se presenta de forma violenta, “inesperada”, solemos decir, el cambio es total. Cuando esa muerte sucede antes, mucho antes de lo que cronológicamente suponemos debería llegar, la vida se desestabiliza por mucho tiempo.
Aquella mañana del 19 de agosto de 2022, Abigail Hay Urrutia, una joven de 30 años de edad, hija, hermana y madre de dos pequeños, seguramente con deseos y sueños por delante, discutió en la calle con su pareja Kleiver Nazario E. H.
Después empiezan a suceder los hechos inexplicables:
1) un grupo o comando de policías llegó hasta el lugar;
2) ella es detenida, pero no su pareja;
3) es llevada a los separos de la policía municipal de Salina Cruz;
4) es golpeada con severidad en las instalaciones de la policía municipal por dos policías y
5) al cabo de unas horas avisan que “la muchacha” se suicidó dentro de la comandancia.
En paralelo, Kleiver Nazario E. H.
6) va a recoger al hijo de ambos, un bebé, sin avisar a la familia de Abigail que ella fue detenida mientras discutía con él.
7) Al paso de los días la familia de Abigail, sin aceptar nunca el resultado de las tres supuestas autopsias realizadas al cuerpo de la joven, tiene que salir de la población como resultado de múltiples amenazas de servidores públicos.
¿Cómo se pasa de un delito de orden civil a un supuesto suicidio dentro de las instalaciones de una comandancia de policía? Sin duda son hechos inexplicables, concatenados hasta el funesto resultado final. Y sí, todo cambia en solo un instante.
Este miércoles, la Fiscalía de Oaxaca, anunció en su boletín de prensa 568: Fiscalía de Oaxaca obtiene sentencia de 19 años de prisión contra responsable de Violencia Familiar que indujo al suicidio de la víctima en el Istmo de Tehuantepec. Así dice el titular del documento oficial, en que se informa que la sentencia es contra Kleiver Nazario E. H., señalado como el responsable por la comisión del delito de Violencia Familiar, cometido en agravio de su hijo y su pareja, esta última quien fue sometida a violencia psicoemocional que derivó en suicidio.
Ésta es la máxima sentencia en caso de violencia familiar inducido, refiere Yésica Sánchez Maya, directiva de Consorcio Oaxaca, la organización que ha dado acompañamiento integral a la familia Hay Urrutia y quien ha señalado que existen otras carpetas de investigación abiertas, una de las cuales por la actuación del Juez calificador Joel Alberto Luis Vásquez, quien fue reintegrado tras breve detención y separación de su cargo, y las tres policías que violentaron también a Abigail en las instalaciones de la corporación policiaca municipal.
Como siempre sucede hubo alguien más detrás de todo. El presidente municipal de Salina Cruz, el morenista Daniel Méndez Sosa, por el que se integró una queja en la Comisión Nacional de Derechos Humanos y a pesar del tiempo transcurrido, sigue sin una recomendación, duerme en algún cajón. ¿Protección al munícipe? Usted saque sus propias conclusiones, yo ya tengo las mías.
Entonces desde las víctimas, aunque la sentencia es en primera instancia, algo se ha ganado. Falta que la justicia se cumpla contra todos esos servidores públicos, inhumanos y faltos de criterio, que fueron acusados por el delito de homicidio de acción por omisión, pero como ya dijimos siguen su vida como si nada. Todos los días recorren las mismas calles, quizá pasan por la misma donde decidieron detener a Abigail por estar produciendo escándalo, también acuden a los separos, los mismos donde golpearon (según los videos) a Abigail y el juez calificador sigue considerando que una mujer que mantea y quizá grita es un peligro para la sociedad y merece ser castigada o tal vez, no lo sé, actuó por consigna,
Hace una semana Ana Laura Magoloni Kerpel, doctora en Derecho, quien es académicas e investigadora, y ha participado en diversas reformas jurídicas a la Constitución mexicana, dictó aquí una conferencia, en el marco de las jornadas La Ciudad de Oaxaca, patrimonio cultural de la humanidad y sus grandes problemas, con el tema Justicia de Barrio una mirada al conflicto desde el ras de la tierra, que lleva a cabo Martín Vásquez Villanueva y moderado por Carlos Tello.
Sin duda me hubiera gustado que las y los fiscales hubieran asistido a la Biblioteca Burgoa para escuchar a Magaloni Kerpel. Yo entendí, y ahora lo confirmo con la actuación de las autoridades en el feminicidio inducido de Abigail Hay Urrutia, que la asignatura pendiente de la justicia está en manos de las autoridades municipales, prevenir el delito e intervenir a las comunidades con mejores y más opciones. Se entiende, y yo creo que es así, los apoyos reales, no becas ni apoyos que se gastan en teléfonos celulares las personas jóvenes o en medicamentos las personas mayores.
Dice Magaloni que la mirada tiene que ser clara hacia la pacificación. Los abrazos y no balazos, “me gusta” dijo la experta, pero no desde la visión del presidente Andrés Manuel López Obrador. Tenemos los instrumentos más potentes en las leyes y en el sistema jurídico, pero la atención empieza desde los gobiernos locales.
Con toda claridad, en el feminicidio inducido, que no debió ocurrir, la autoridad municipal tiene una grave responsabilidad. Sí es clara la omisión, la complicidad y la corrupción. Ya se despejó un tramo del intrincado camino que enfrenta la familia Hay Urrutia, pero hace falta mucho más. Ojalá que el sistema jurídico actúe y que el sistema político que es patriarcal no proteja a los delincuentes de cuello blanco que hicieron mal, pésimo, su trabajo.
*Periodista y activista feminista.