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Opinión. Jara, Murat y la ofensa de Obrador a los morenistas

por Agencia Zona Roja

Ismael García M./Zona Roja.

Oaxaca de Juárez, Oax., a 5 de febrero de 2024.- No fue cachetada con guante blanco. Literalmente fue un knocaut para el gobernador Salomón Jara Cruz y para el morenismo oaxaqueño. Un golpe certero, seco, demoledor.

El domingo había todas las condiciones para una gran fiesta por parte del gobierno estatal por la inauguración de la supercarretera Oaxaca-Costa, en su tramo Barranca Larga-Ventanilla.

Pero la echó a perder el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador, al invitar personalmente al ex priista Alejandro Murat Hinojosa al día que sería histórico.

Peor aún, cuando cientos de asistentes abuchearon al ex mandatario ahora en las filas de Morena, el propio Obrador fue, lo abrazó y le alzó la mano.

Ni más ni menos que para dejar constancia que “amor con amor se paga” y que el manto de impunidad hacia Alejandro Murat Hinojosa está más vigente que nunca.

¿Señalamientos de corrupción? ¿Obras inauguradas pero inconclusas? ¿El probable desvío de los tres mil 500 millones de pesos cuyo préstamo autorizó el Congreso local? ¿Cuentas públicas no autorizadas? ¿“Cártel del despojo”? ¿Fiats y plazas de base para las y los amigos? Nimiedades, falsedades, inventos… en la visión de Obrador.

CRISIS GUINDA

Desde hace varias semanas, Morena atraviesa en Oaxaca por varios conflictos internos, debido a la elección de las y los candidatos a cargos de representación popular, en este caso al Senado, a las cámaras de diputados federal y local y a los 153 ayuntamientos que se rigen por partidos.

Eso ha traído una serie de desencuentros entre la propia militancia, como ocurre en la capital de Oaxaca, en que los aspirantes Lizett Arroyo, Luis Alfonso Silva Rojo y Francisco Martínez Neri traen una guerra sin cuartel.

Inventan encuestas, se ofenden directa o indirectamente, difunden mentiras, lanzan panfletos, con tal de tener la “aprobación” ciudadana en una supuesta encuesta, que en realidad será una imposición desde la dirigencia nacional.

A eso se suma la creciente llegada de ex priistas, acusados muchos de ellos de actos de corrupción pero que, al llegar a Morena, son limpiados de todo pecado administrativo.

Una crisis más, aunque menor, es la distancia que han tomado los morenistas con el Partido del Trabajo, por la necedad de Benjamín Robles Montoya de seguir acaparando candidaturas para sí y sus familiares.

Están también las crecientes críticas a López Obrador, al cierre de su sexenio, por múltiples omisiones, como la inseguridad, la principal queja de los mexicanos ante la ola de violencia por parte del crimen organizado.

Además, los continuos señalamientos en contra de los hijos del Presidente de México, por estar presuntamente involucrados en actos de corrupción con la obra pública. 

A eso se le suma las polémicas obras de gran envergadura que impulsa el tabasqueño y que inaugura pese a no estar concluidos. 

Y la estocada en contra del morenismo fue la del domingo, en que, sin ningún tacto político, el Presidente llevó a Alejandro Murat a la inauguración de la supercarretera a la región Costa.

Los abucheos no se hicieron esperar, al recordar las graves acusaciones de corrupción en contra del hijo del también ex gobernador de Oaxaca, José Murat.

Pero, cual padre condescendiente, Obrador fue al lugar de Murat Hinojosa, le dio palmadas en la espalda, lo abrazó y le alzó la mano. ¿Se requiere una mayor burla y ofensa a los morenistas? También a los oaxaqueños, por supuesto.

La molestia del mandatario Salomón Jara fue más que evidente aunque, este sí, guardó compostura política.

HABRÁ MÁS

Pero no es la única ofensa a los morenistas. Habrá más. Recientemente se dio a conocer que al menos cuatro legisladores priistas, uno de ellos connotado, renunciará al tricolor. 

Pero como no les alcanza el valor para declararse totalmente morenistas, se asumirán como “independientes”, aunque seguirán trabajando a favor de Morena desde el Congreso del Estado.

Se trata de Alejandro Avilés, quien nunca ha ganado una elección para sí pero ha sido diputado local plurinominal tres veces; también Freddy Gil Pineda, María Luisa Matus y Eduardo Rojas.

En la pasada elección estatal, Avilés fungió como candidato a gobernador, pero a sabiendas que perdería, adelantó su negociación con Morena para hacer el mínimo esfuerzo, como ya lo tenía acordado también Alejandro Murat con el Presidente.

Para lo único que le ha servido su cargo de legislador al cuenqueño es para hacer negocios al amparo del poder, a favor de Morena.

A cambio, ha recibido un trato amable; no se le ha molestado con el pétalo de una investigación y únicamente lo amagaron con el “petate del muerto” contra su hermano, quien supuestamente está prófugo de la justicia.

La historia de Avilés es de traiciones y de ambiciones, nada más. Así ha sido desde el sexenio de José Murat, con quien nació a la política, pero lo traicionó con el gobierno de Ulises Ruiz. Y así traicionará a los morenistas, con tal de sobrevivir.

De María Luisa Matus no hay mucho que decir más que una mujer que ha sido congruente con su militancia, hasta ahora; ¿quién es Eduardo Rojas Zavaleta? De Freddy Gil Pineda hay mucho que decir: es del clan de Avilés y también le ha gustado el poder, desde hace mucho tiempo.

Edil de dos municipios, diputado local, empresario agrícola y negociador, así sea con morenistas.

Todos los priistas que quedan en la 65 Legislatura, han negociado con el gobierno de la llamada 4T en Oaxaca y la más reciente muestra es su docilidad para no recriminar ni criticar a los funcionarios de Salomón Jara durante las comparecencias. 

TAMBIÉN EL ISTMO

Morena está en la ruta de la decadencia, a menos de una década de haber nacido. Sí, es cierto, tuvo un crecimiento vertiginoso de la mano de López Obrador y ahora gobierna la mayor parte del país. 

Pero el mismo Obrador ha consentido a los priistas y ha llenado Morena de estos políticos; es el creador del PRIMor para sus fines legislativos; ha premiado a varios ex gobernadores priistas que entregaron el poder, como es el caso de Alejandro Murat, que tiene altas probabilidades de ser senador por la vía plurinominal.

Y ahora, sólo falta que Obrador invite a José Murat, el próximo 31 de agosto, a la inauguración de la supercarretera Oaxaca-Istmo, pues fue el mandatario priista quien con un “plantón” en el zócalo de la Ciudad de México, inició la lucha para que se construyera esa vía rápida, que ha tardado casi dos décadas.

Así quedaría completo el cuadro que le gusta pintar al aún Presidente de México, y así consolidará, hasta el último día de su gobierno, el nuevo morenismo, que será dominado por priistas y ex priistas, y hará a un lado a los morenistas orgánicos.

No se sabe cuánto contribuirán los priistas o ex priistas en el actual proceso electoral, pero de una cosa estamos seguros: sólo lo hicieron para ganar impunidad… y para seguir en la ubre presupuestal.

Después de todo, López Obrador tiene un corazón y un pasado priista que no olvida y quizá en los hechos está convencido que han gobernado mejor.

Por lo pronto, la división crece en Morena y los morenistas orgánicos no tendrán más remedio que una revuelta interna para recuperar el partido. ¿Podrán hacerlo?

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