Néstor Y. Sánchez Islas
La elevada temperatura no solo la sufrimos a través de los incendios forestales, sino también de la exacerbada temperatura del ambiente político por las cercanas elecciones y, lo más serio, por la elevada temperatura criminal que tenemos en nuestros vecinos, Guerrero y Chiapas que, como todo incendio, tenderá a extenderse y no tardará en alcanzar nuestra tierra, que no es precisamente un edén de paz y concordia.
Ya hay claras señales de que los nuevos espacios abiertos están empezando a ser llenados por la organizaciones afines a los grupos criminales dada la ausencia del Estado debido a la negligente política de los abrazos en lugar de balazos que desde el palacio nacional dictan a sus gobernadores subordinados.
En todos los medios y redes sociales se publicaron la imágenes de grupos de mototaxistas de las zonas conurbadas de la capital circulando por la nueva súper carretera a la costa. El asunto no se limita únicamente a la incompetencia de la Secretaría de Movilidad de Oaxaca, que es muy tolerante con las mafias del transporte. El mensaje verdadero detrás de esas imágenes es la apropiación de esa nueva vía de comunicación y los territorios a su alrededor por los grupos criminales.
Es muy grave lo que sucede en el país al final de este sexenio en materia criminal. No se trata solo de la claudicación del Estado frente al crimen sino un franco retroceso ante éste que ha recibido como nunca en la historia del país el apapacho presidencial de manera ostentosa. Sobra recordar que para el presidente son “pueblo” y merecedores de toda la comprensión y tolerancia.
El incendio de Chiapas ya abarca la zona del istmo de Tehuantepec desde hace años. La lucha entre criminales por el control del corredor transístmico y el negocio de los migrantes, la droga, el huachicol, las armas y el dinero que ahí se mueven ha dejado un reguero de cadáveres que no puede ocultarse y que este gobierno no quiere ver. Solo hay que recordar que la primavera oaxaqueña está compuesta, en su mayoría, por gente del istmo que no puede simular que no lo saben.
El estado de Guerrero ha sido un polvorín eterno. La fama de gente bravía los rebasa. En los años 60 y 70 fueron las guerrillas. En nuestros tiempos son las bandas de narcotraficantes que se han apropiado de movimientos sociales en su lucha por los territorios. El corredor del opio entre Acapulco y la Ciudad de México es uno de los más violentos del país. No solo se trata de su tráfico sino del enorme consumo que ya existe no solo entre turistas sino entre la población en general.
La atrasada apertura de la carretera de Oaxaca a Puerto Escondido y Huatulco era esperada y muy necesaria. No solo para movilizar enormes cantidades de turismo sino para mover la producción de esa gran zona agrícola que es la costa.
Pero dados los tiempos de criminalidad que padecemos esa vía de comunicación tendrá otros usos y apropiarse de ella cuanto antes es una estrategia indispensable para los criminales para dominar una nueva ruta para el narcotráfico y sus industrias afines, como la extorsión. Por si algo faltara, la carretera atraviesa la zona de los “coatlanes”, un lugar violento y de larga fama como productores de mariguana. No hace mucho tiempo masacraron en esa zona a cinco policías estatales, crimen que la Fiscalía no ha resuelto.
Con las nuevas supercarreteras nuestra tierra tendrá un atractivo extra, pero no precisamente turístico. Nunca se pensó en que serían usadas como vías de tráfico y que se lucharía por las carreteras de manera tan sangrienta. El incendio nos alcanzará, las señales son claras. Lo de menos son los mototaxis circulando indebidamente en esa vía, lo serio son los grupos que controlan a esas organizaciones porque muchas veces son los brazos sociales del crimen organizado.
Cada día salen a la luz más evidencia de cómo el dinero del narco ha patrocinado hasta campañas presidenciales. Por tanto, es muy fácil suponer que también ha patrocinado a gobernadores, diputados, senadores o presidentes municipales. La lectura correcta no es el transporte de pasajeros que hagan esos pequeños vehículos, sino las mafias que los enviaron y que estarán en su derecho de exigir una contraprestación a cambio.
MASOQUISMO.
Poco a poco hemos conocido los nombres de los candidatos a la presidencia municipal de Oaxaca de Juárez, la joya de la corona. Venimos de padecer dos trienios consecutivos del nuevo partido oficial. Me pregunto si los oaxaqueños de la capital seremos tan masoquistas como para volver a confiar en ellos, darles el voto y dejarles la ciudad en sus manos por tres años más. Una ciudad a la que no quieren y que lo demostraron en sus época porriles cuando, una y otra vez, la martirizaron con el pretexto de su lucha social, que no fue más que la lucha por el poder por el poder mismo.
Hoy que son gobierno, han demostrado claramente que lo suyo ha sido destruir porque, en seis años, nada han construido.
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