Néstor Y. Sánchez Islas
En tiempos antiguos, ofrecerse de redentor era arriesgarse a ser sacrificado; hoy el fenómeno camina en sentido contrario, ellos, los redentores, son quienes crucifican a todo aquel que se deje, claro, siempre amparados por una “buena causa”. Estos lobos con piel de oveja no dejan causa alguna sin huarache, todas son motivo de proclamas, gritos, victimizarse y. por qué no, corrupción.
Vienen los días de la Semana Santa y con ellos los días de vacaciones. En la ciudad de Oaxaca eso solo significa que miles de ambulantes tomarán las calles y, muchos de ellos cobijados por algunas manadas de lobos a quien la sabiduría popular a motejado el “cártel de las expos” con absoluta y justificada razón, tomarán plazas y calles en nombre de la justicia social.
Las expo ferias artesanales tienen su razón de ser, hoy pervertida por la mafia que se las apropió y que sucesivos gobiernos que las toleran sin tomar en cuenta el enorme daño social que provocan su deshonestidad.
Una expo feria tiene varias funciones una de las cuales es la cultural, que es el principal argumento de esos tiburones que las privatizaron. En esos eventos deberían mostrarse expresiones genuinas de la tradición local y servir, además como un escaparte y un canal de comercialización que ayudaría en la economía de cientos o miles de pequeños productores, la mayoría mujeres campesinas, a ganar algo de independencia económica. Dada la estrecha relación entre artesanías y turismo, las ferias se convertían en un importante atractivo turístico. Ya no es así, están choteadas, comercializan productos pirata de China, Pakistán o la India, alimentan la economía informal y desde el propio ayuntamiento se fomenta la evasión fiscal.
Las expo ferias que deberían ser un instrumento para apoyar a artesanos, emprendedores y microempresarios son una forma de extorsión disfrazada de redentorismo. Si alguien quiere participar debe acudir con ellos forzosamente, no hay de otra, como me lo explicó una artesana de la mixteca mientras me mostraba unas capturas de pantalla.
La “mesa”, es decir el espacio, se lo venden en $9 mil pesos por todo el período que duren las vacaciones. La persona que se lo ofrece aparece como “Sr. D. Ochoa”. Para presionar le dice a la artesana que, en ese sitio, ellos son los únicos que tienen el permiso para instalarse.
Otra pequeña productora me muestra otras capturas. La conversación es con alguien que tiene un celular de Puebla y de nombre Israel. Él le dice a dónde debe ir a pagar y le explica que la feria está avalada por el ayuntamiento de la capital. Igual presiona a la posible expositora diciendo que se agota el tiempo y hay pocos lugares disponibles.
Cálculos muy sencillos permiten dimensionar el dinero que obtendrán y del que, probablemente, casi nada ingresará a las arcas municipales. Sí participan 100 artesanos a $9 mil por mesa estamos hablando de que el organizador obtendrá $900 mil pesos por la feria, sin importarle si el artesano vende o no sus productos. Con esos montos de dinero es entendible por qué se han amañado los organizadores para monopolizarlas por las buenas o las malas, lo que supone, además, el reparto de dinero a las autoridades municipales. La destrucción de los parques públicos y las molestias ocasionadas a los vecinos no les importan porque, si alguien se queja, tienen sus propios grupos de golpeadores.
Para ambas emprendedoras es prohibitiva una feria. Hacen cuentas y me explican que, además de lo que les cobrarán por la mesa, deberán pagar el transporte desde sus comunidades, el hospedaje y sus alimentos. Se preguntan, ¿Cuánto debería vender para ganar algo?
No hay en esas expo ferias un ánimo de ayuda sino toda una red de negocios en donde están involucrados personas dentro del mismo ayuntamiento, como lo hace suponer uno de los chats en que mencionan a un funcionario de Economía municipal de la capital.
Considerando la función social que deberían tener estos eventos el único que debe organizarlos es el gobierno de forma gratuita para los productores a través de convocatorias públicas y transparentes en las que, en primer lugar, apoyen a los emprendedores de su propio municipio. Deben ser sin costo y hasta apoyo debería haber desde el propio gobierno para traer a productores auténticos desde sus comunidades. No es un favor que haría el gobierno, es su obligación y esos recursos estarían mejor empleados dado que el beneficio sería para comunidades productoras. La economía solidaria, que debería ser una de las razones de estos gobiernos de la 4T brilla por su ausencia.
La anarquía en la que vivimos es un terreno propicio para el florecimiento de estas mafias y de otros cárteles como lo son el del despojo, con su extensión dentro del notariado, las mafias transportistas y la jefa de jefas, la mafia magisterial. La complicidad de redentores con criminales, como en Guerrero, es un síntoma de un Estado fallido. Y no estamos tan lejos de serlo.
nestoryuri@yahoo.com