Diego Enrique Osorno*
México ya no libra de manera oficial una guerra del narco, como llegó a llamar en su momento el presidente Felipe Calderón a la política antidrogas que implementó durante la crisis social y política de su gobierno.
Han llegado después al poder dos presidentes que, pese a tomar distancia retórica del discurso bélico, e incluso cuestionar la estrategia calderonista, no resolvieron una crisis de seguridad que se diversifica y extiende por nuevos territorios.
En un intento de diagnosticar lo que nos sucede, “pandemia de violencia” es como llama a este fenómeno la Agenda Nacional de Paz impulsada por el Episcopado mexicano, en un documento elaborado a ras de tierra, de manera plural y sin pretender imponer dogma religioso alguno.
“Una de las expresiones más crueles de la pandemia de violencia —se lee en el documento— que ha experimentado nuestro país durante los últimos 15 años ha sido el incremento de todo tipo de expresiones de la violencia dirigida en contra de las mujeres, las niñas y los niños; signo inequívoco y doloroso del profundo desgarramiento de nuestro tejido social”.
Entre 2012 y 2023, los casos de feminicidio aumentaron un 134 por ciento. Cada día, en promedio, 11 mujeres son asesinadas. “A esto se suma la violencia sexual, económica y laboral que padecen las mujeres en el país, aunada a la violencia al interior de las familias dirigida sobre todo contra mujeres, niñas y niños, cuyos casos no son denunciados 99 por ciento de las veces”, se plantea.
La violencia criminal, pulsa el texto, ha sido normalizada. “Con tantos años de violencia ya no sentimos la carga que traemos”, dijo un participante del foro de Ciudad Juárez, uno de los 50 realizados a lo largo del país.
“Las violencias se instalaron en la cultura, las relaciones sociales, en los ámbitos públicos, privados y digitales, y las familias que viven fuera de contextos de violencia se adaptan como estrategia de sobrevivencia. La agresión, el maltrato, la crueldad, el acoso, la humillación e incluso el homicidio se han normalizado y se comparten en redes sociales, viralizándolos como parte de los eventos cotidianos”.
En medio de todo destacan las fuerzas armadas. El aumento de la militarización de la seguridad pública en cada sexenio ha sido proporcional al agudizamiento de esta violencia pandémica.
*Escritor y periodista.
@DiegoEOsorno