Soledad Jarquín Édgar*/SemMéxico
Agua, agua, agua…como si estuviéramos en el desierto, así el clamor de la ciudadanía en buena parte del país. En el fondo está la verdad, primero somos cada día más, segundo la apuesta de los gobiernos no es rehabilitar sistemas cuando menos y cuando lo hacen es para simular, siguen sin resolver el problema de fondo y claro, como dicen los expertos, estamos frente a un fenómeno llamado cambio climático, concepto qué no está claro ni en las masas y mucho menos en quienes toman decisiones.
Mientras la población vive en su día a día la falta de agua y sus graves consecuencias, esta crisis sigue siendo parte de un botín político en tiempos electorales, quienes gobiernan hoy responsabilizan a los del pasado y los del pasado señalan que el actual gobierno nada hizo, la verdad es que tanto el pasado como el presente tienen responsabilidad, pero reitero no están ocupados en resolver el problema que es crucial, sino en las elecciones.
En mayoría, las mujeres, con sus dos dobles y triples jornadas de trabajo, son las que padecen la falta de agua en sus hogares y son las que tienen que multiplicar su rendimiento frente a las diversas actividades que requieren utilizar agua, por ejemplo, el aseo personal que incluye bañarse, lavarse las manos y la boca, y cada vez que una persona o las personas que viven en una casa utilizan el sanitario. Aseo de la casa, riego de plantas (por lo menos una vez a la semana), lavado de ropa y cocinar cada día.
El Instituto Mexicano de la Competitividad informó en marzo pasado que 17.2 millones de mexicanas se dedican exclusivamente a las llamadas tareas de cuidado, en tanto la cifra de hombres no alcanza el millón, un hombre por cada 17 mujeres.
Por otro lado, casi todas las mujeres destinamos algo de tiempo a las tareas del hogar, en promedio el doble de tiempo del que los hombres disponen para trabajar en casa. En suma, son ellas las que se padecen, reitero la falta de agua, que no es más que una falta de respuesta de quienes las gobiernan.
Juan José Consejo, director del Instituto de la Naturaleza y la Sociedad de Oaxaca, y una de las personas más reconocidas en esta materia, dijo en reciente entrevista para “El Universal”, las tres razones sobre la crisis de agua que hoy vivimos: el crecimiento de la mancha urbana derivado del aumento de la población y la consecuente cada vez menor filtración de agua de lluvia al subsuelo; la contaminación de cuerpos de agua por desechos tanto humanos como industriales, y el cambio climático.
En las tres tareas la responsabilidad está centrada en las autoridades municipales, estatales y federales, las cuales, hay que decir, han creado una enorme burocracia, pero no han resuelto en gran medida el problema que hoy nos tiene “en crisis”.
Las ciudades no se planean, hace muchos años sabemos que no existen mecanismos para retener aguas pluviales o como dice Juan José Consejo no hay iniciativas reales para “cosechar agua”.
Por otro lado, hay una enorme necesidad de las personas de tener una vivienda y que su casa cuente con servicios básicos, condición que pasa y ha pasado por “el costo político” que pagan en estos asentamientos humanos que son afiliados a partidos políticos para alcanzar la promesa de una vida digna.
En 2022, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, presentó una exposición llamada Radiografía Urbana de la Zona Metropolitana de Oaxaca, entre los dados que reveló, que ese espacio conformado por 23 municipios, incluidos la capital de Oaxaca, han reducido las reservas naturales en un 75 por ciento en los últimos 40 años y hay 15 puntos de descargas de aguas negras en los ríos “Salado”, “Atoyac” y “Jalatlaco”, afluentes que por malas decisiones de gobierno se convirtieron en drenajes a cielo abierto, exactamente lo contrario que hacen otros países.
Al sur de la ciudad, se respiran gases contaminantes que emanan de esos ríos convertidos en drenajes, donde se construyeron escuelas y universadades públicas y privadas, y áreas residenciales y colonias. Lo tenemos claro, los gobiernos renunciaron al tratamiento de aguas en muchas ciudades, una de entre ellas Oaxaca de Juárez.
Peor aún, sin resolver el problema del abasto del agua en la capital oaxaqueña y la disposición de las aguas residuales, por varios años, los gobiernos estatales sometieron a la capital oaxaqueña a un proceso de comercialización turística, por sus bellezas naturales, arquitectónicas, gastronomía y costumbres a partir de la antigua fiesta del Lunes del Cerro, conocida como Guelaguetza.
La escasez de agua “potable” en Oaxaca de Juárez se ha complicado por la presencia de turistas, ya no solo en temporadas altas, sino a lo largo de todo el año, como sucede en muchas otras ciudades turísticas del país y del mundo. De acuerdo con el INSO, el turismo altera el ciclo y hay una consecuente inequidad en la distribución del servicio, porque una persona visitante gasta dos o tres veces más agua de la que utiliza un persona que vive en la ciudad. A pesar de ello, el castigo lo reciben las personas residentes.
El gobierno no ha dado respuestas, ni las dará. Hoy las colonias reciben agua cada 35 o 40 días, por 24 o 48 horas únicamente, y menos del 25 por ciento de poco más de un millón de casas habitación tienen cisterna. El turismo, aseguran deja una derrama económica importante, no hoy, sino hace mucho tiempo. Lo que no se traduce en mejoras sustanciales para sus habitantes. Una cosa no debería estar reñida con la otra. Pero tal parece que como dicen por ahí, el agua no llega a todas las cabezas.
*Periodista oaxaqueña y activista feminista.