Néstor Y. Sánchez Islas.
En los corredores del Palacio de Gobierno seguramente, en “petit comité”, la cofradía morenista en el poder descalificará las recientes protestas por falta de agua de gente del Centro Histórico, del Infonavit y de otras zonas de la capital como protestas “fifís”, de clasemedieros aspiracionistas. Acostumbrados a que las calles supuestamente eran suyas y que las únicas protestas legítimas eran las de ellos, los paladines de la lucha social no saben cómo actuar ante una situación a la que no pueden entender porque lo suyo fue siempre pedir soluciones y no darlas.
Si bien la naturaleza no nos ha dado agua estos dos últimos años, el gobierno es el responsable del mantenimiento de pozos y redes de distribución, de concientizar su consumo, de sancionar su uso irracional y de limitar a las mafias de piperos que si saben de donde sacarla.
Interesante ver la evolución de la protesta social, en Oaxaca y el mundo. El contexto de 2024 es muy diferente al de los años 60 o 70 del siglo pasado. Las calles se llenaban de campesinos, de obreros, de médicos, de maestros, de placeros o de estudiantes.
Hoy las bloquean quienes viven en una medianía urbana que, en Oaxaca, tienen características un poco diferentes a las de otras ciudades del país mucho más desarrolladas. La identidad de las clases medias oaxaqueñas por su cultura y patrones de consumo son particulares, se mezclan continuamente.
Las enormes tiendas de cadenas comerciales son un buen escaparate para observar quienes, en nuestro estado, se consideran así mismos como pertenecientes a esta clase social, independiente de su color de piel o aspecto físico; pero cuidado, clase social y preferencia política no necesariamente van de la mano.
Los números señalan a Oaxaca como una de las de peor desempeño económico, no obstante, existe una clase media a la que ya pertenecen las burocracias federal, estatal y municipal y de otras instituciones del Estado que se perciben como “base trabajadora”, pero son una elite dorada que disfruta de salarios y prestaciones seguras y de por vida.
Los ingresos de las remesas son enormes y la situación económica de quienes las reciben, mayormente en comunidades del interior de estado, mejora y se da una situación compleja porque, si bien económicamente algunos de ellos pudieran alcanzar la clase media continúan con sus costumbres, de manera muy arraigada, de sus valores tradicionales, además vivir con la cultura de la escasez y la supervivencia.
La tercera fase de la modernidad, la globalización y el neoliberalismo impactan también en Oaxaca, por ello mismo la protesta social es, y será, diferente a como estábamos acostumbrados.
La falta de agua es el factor que unió a personas tan variadas y les dio el valor de salir a bloquear calles, el mismo estilo de protesta a que nos acostumbró el magisterio y los grupos sociales de los oprimidos.
El terremoto de 1985 despertó a la clase media de la Cdmx; la escasez de agua lo está haciendo aquí y, aunque por el momento de forma limitada, la protesta de las clases medias tiene todo para crecer de aquí en adelante, y será por motivos muy variados.
De las protestas cargadas de rencor social a las protestas provocadas por la mala gestión gubernamental y afectación al modo de vida hay unos pocos años de diferencia y cambios de estilo de liderazgo que, sin temor a equivocarme, serán los que gobernarán en unos años. Mirando hacia atrás, en menos de 20 años quienes violentaron en 2006 hoy tiene el en sus manos los tres poderes en Oaxaca.
Las protestas por la falta de agua son una más de las cotidianas que padecemos en este caos llamado Oaxaca en que se protesta por todo. La suma de las clases medias a la protesta señala un cambio social en curso porque quienes han salido adelante no quieren retroceder. Esto, que desde el gobierno califican de aspiracionismo, es un anhelo legítimo de todas y cada uno por mejorar su situación. Aunque el sesgo ideológico de los gobernantes no se los permita ver, al final, no podrán ocultar el sol con un dedo, la gente no se avergonzará de haber logrado mejorar su situación y luchará por mantenerla.
Las clases medias ya no permitirán que se le mantenga al margen de las políticas sociales públicas, y lo están demostrando tanto en Oaxaca como en otras ciudades en donde salen a protestar personas que ya están dejando de lado su indiferencia clasemediera tradicional. La tecnología está abriendo nuevas formas de participación y las redes sociales son ejemplo de cómo hacerse escuchar.
Oaxaca es un bastión del populismo, pero la gente está empezando a salirse del redil.
POLÍTICA EXTERIOR.
Desde los años del desastre de Luis Echeverría en los años 70, México no había vivido una etapa tan vergonzosa de su otrora honrosa política exterior y de asilo a perseguidos como ahora con López Obrador. Él ya se va, el problema es para la próxima presidenta y para las familias de ecuatorianos y mexicanos afectados.
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