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Opinión. Gana México… ¿Gana con Claudia?

por Agencia Zona Roja

Ismael García M./Zona Roja.

Oaxaca, Oax., a 3 de junio de 2024.- En lo que todos podremos estar de acuerdo, sin duda, es que fue una elección ejemplar, pese a la magnitud de los cargos en disputa.

Que, aunque hubo algunos hechos de violencia, no fueron la generalidad y los homicidios registrados este domingo no superan para nada a los crímenes que cotidianamente se registran en nuestro país.

Sí, ganó México, ganaron las y los mexicanos, que desde temprana hora hicieron largas filas para para depositar su voto en las urnas; finalmente los hechos violentos, y lamentables, a lo largo de las campañas, no sembraron el miedo.

Ganó Claudia Sheinbaum y hace historia porque por primera vez México tendrá una Presidenta. Una mujer ocupará por seis años la silla presidencial.

¿Ganó México con Claudia? Eso está por verse, porque para reivindicar a Morena y ganarse el cariño de la gente por sí misma, tendrá que dejar atrás el cordón umbilical que lo ata con Andrés Manuel López Obrador.

MORENA PEOR

Porque en menos de una década, Morena se ha corrompido hasta la saciedad —como el caso de Oaxaca, en que perdonó a los priistas Alejandros, Murat y Avilés, todas sus tropelías— con tal de obtener triunfos… y de todas maneras no han sido arrasadores.

Inició con un conflicto interno para designar al o a la abanderada y hasta ahora la herida interna no ha cicatrizado; el tabasqueño Adán Augusto López aún no está convencido de haber sido desplazado por el dedo presidencial de su paisano.

Sí; Claudia Sheinbaum es producto de la imposición de Andrés Manuel López Obrador, así haya tenido que pasar por encima de los amigos, o por encima de mejores cuadros como Marcelo Ebrard, que por cierto no tuvo agallas para reclamar e insubordinarse.

No hubo tal encuesta interna y sí acarreo demencial en todos los estados del país para formar a una mujer apolítica como la presidenciable.

Y tras ello, una flagrante violación a la ley de los morenistas al hacer recorridos de precampaña a lo largo y ancho del país, bajo la burla de conferencias académicas o cualquier otro pretexto.

Y en seguida, de nuevo la farsa para formalizar la designación de Morena y más campaña con acarreo de miles de personas.

Pero en tres meses de campaña, Claudia Sheinbaum no ha podido, no pudo, quitarse la marca López Obrador, pues copió hasta los mínimos gestos, además de todo el discurso del tabasqueño.

Tampoco le importó rodearse de priistas, incluyendo al ex gobernador del Estado de México y del de Oaxaca, todo con tal ganar la elección, que lo hizo con amplio margen.

Qué bien por México, que tendrá una mujer presidenta por primera vez; sólo que las y los mexicanos esperan que ahora sí haya una transformación del país, pero sobre todo, que no se promueva más la división de clases sociales y el encono.

Si fuera posible aliarse con el diablo, Morena lo haría o lo seguiría haciendo, pues no le importa otorgar impunidad a diestra y siniestra, sino el poder, a cualquier costo. El asunto es que con esa ambición en absoluto contribuyen al desarrollo del país.

ADIÓS AMLO

Ya se va Andrés Manuel López Obrador. Mejor dicho, se va pero no se va, pues ha dejado a Claudia Sheinbaum todo un entramado de intereses de tal manera que pueda desde “La Chingada”, seguir moviendo los hilos morenistas.

Tras un disfraz democrático, finalmente se reveló un hombre rencoroso, tirano, autoritario y enfermo de poder.

Sí, hizo algunas obras importantes en casi seis años, que aquí hemos citado, pero de todas ellas ninguna se ha consolidado ni funcionado adecuadamente.

Ahí está el Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles”, que sigue vacío; ahí está la refinería “Dos Bocas”, que sigue sin refinar; ahí está el Corredor Interoceánico, que lo único que tiene son trenes de pasajeros seminuevos.

Ahí está el Tren Maya, con una larga y grave devastación ambiental, que sigue sin funcionar.

Está también una larga estela roja, con cerca de 200 mil personas asesinadas en lo que va del sexenio morenista y un país cada vez más en vilo ante la grave inseguridad.

Chiapas y Tabasco, por ejemplo, eran entidades otrora tranquilas pero hoy reina el crimen organizado, al igual que se ha asentado en el resto del país.

Ahí está su enfermiza preocupación por los “conservadores” del pasado, ente opositor difuso y útil para culpar de sus errores. 

Y sus graves y constantes ataques a los medios de comunicación tradicionales, que sin duda dejó también un triste saldo fatal de crímenes y violencia contra periodistas.

O sus constantes pleitos, innecesarios, con naciones de América y de otras latitudes, como España, contrario a la buena vecindad y a la diplomacia.

¿Cuánto tardará en consolidarse las megobras de López Obrador? Difícil precisar, pues hasta el momento son “elefantes blancos”.

Arrasó con las instituciones y las dejó endebles, como es el caso del sistema de salud, colapsado tras dos experimentos.

Pero también quedó demostrado en su sexenio que la oposición permanece, que no ha podido abatir al Poder Judicial para tener el poder total; que ha tenido que recurrir a otros partidos, como el PVEM y el PT para imponerse en el Poder Legislativo.

EL RETO

Claudia Sheinbaum tiene muchos retos: uno de ellos rescatar a un país sumido en la inseguridad, con excesivo crecimiento y expansión de los grupos del crimen organizado.

También, convocar a la unidad y de una vez por todas terminar con las divisiones de ricos y pobres, que para lo único que ha servido son para acelerar el crispamiento social.

Reencauzar los programas sociales y que no sean una fábrica de votos para el morenismo; priorizar la atención institucional a la salud de las personas.

Impulsar una verdadera transformación del país, de desarrollo y estabilidad económica pero para todos los sectores. Respetar la pluralidad ideológica y partidista. Respetar a los medios de comunicación y dejar de agredir a las y los periodistas desde el púlpito presidencial.

Definitivamente hay mucho por hacer pero falta que la deje actuar Andrés Manuel López Obrador, quien su principal sueño es consumarse como un dictador, así sea detrás del trono. Y falta que Claudia tenga agallas para desarrollar su propia personalidad y dejar atrás la marca obradorista.

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