Sergio Hernández
Réquiem a Francisco Toledo
Con manteles largos y mole de guajolote, entre pirulíes, mengüanitos y harto mezcal, el gobierno oaxaqueño parece decidido a dar otra “vuelta de tuerca” a la historia de abusos y despojos iniciada hace un año (junio de 2023) por él mismo, cuando decidió secuestrar el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO).
Quienes mantuvimos vivo durante 31 años el proyecto cultural anterior y dimos en comodato obras no recuperadas hasta hoy, hemos manifestado —directamente o por medio de familiares o herederos legítimos— nuestra indignación ante la suma de atropellos cometidos o solapados desde la Secretaría de Cultura y otras instancias del gobierno del estado para apropiarse “en nombre del pueblo” de una colección privada de piezas siempre expuestas al público, y que tienen dueños diversos, personas con nombre y apellido y legados vivos.
La anunciada reapertura del ahora denominado Museo de Arte Contemporáneo y de las Culturas Oaxaqueñas (Macco), prevista para el próximo viernes 19, nace del despojo de una colección privada de obras reunidas a iniciativa de Francisco Toledo y debidamente registradas durante 32 años y custodiadas mediante un patronato integrado por personas de intachable probidad personal e intelectual.
Quienes se han abalanzado sobre el edificio que ocupó el MACO en comodato se apoderaron de su acervo, y hoy usurpan y disfrazan hasta su legítimo nombre; se saben amparados por la protección oficial en una especie de experimento confiscatorio que no augura nada bueno para otras colecciones de arte.
Si han evadido hasta ahora toda reclamación legal y social es porque, de hecho, han decidido darle sentido a la sentencia oficial: “No me salgan conque la ley es la ley”. De ese tamaño es la desvergüenza. El acervo secuestrado incluye obras tan singulares como una pieza monumental de gran formato de Rodolfo Nieto, de 2×15 metros aproximadamente, y otras de más de un centenar de artistas oaxaqueños.
A lo largo de 31 años fue posible reunir obras de artistas tan relevantes como Francisco Gutiérrez, Rufino Tamayo, Francisco Toledo, Rodolfo Morales, Jorge Dubon, Rodolfo Nieto, José Luis Cuevas, Gilberto Aceves Navarro, Sergio Hernández, Graciela Iturbide, Kiyioto Ota y James Brown, entre otros. Además, el secuestro comprende el acervo de los premios de la Bienal Rufino Tamayo perteneciente al Inbal.
A partir de la pandemia, el MACO entró en crisis administrativa, al no poder cubrir salarios y acumular adeudos equivalentes a dos años de operación. En ese ambiente difícil y enredado, el gobierno actual decidió tomar la sede física del MACO con el apoyo de las fuerzas armadas, especialmente de la Marina, secuestrando obras de alto valor artístico como si fueran armas de uso reservado al ejército o drogas.
El acta constitutiva de 1992 da claramente a los miembros del patronato del Maco la condición de dueños y/o custodios de las obras donadas. Los aportantes de obras seguimos esperando que el gobierno defina e informe una ruta legítima y clara para reconocer y ejecutar la devolución de las obras donadas. Mientras tanto, entre una confusa reapertura que sintetiza el populismo cultural (obras de arte contemporáneo, piezas del curious turístico y muestras gastronómicas y mezcaleras, aderezadas con ambiente Guelaguetza), no es fácil suponer para la sociedad y las víctimas del despojo que habrá pronto un acto de probidad y transparencia que cumpla y haga cumplir los derechos de quienes vivimos el agravio en esta indignante historia. Con la reapertura del Macco inicia un nuevo periodo de agravios en contra del derecho humano a la cultura en Oaxaca.
(Publicada en “Milenio”)