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Opinión. De Santa Teresa a San Lázaro

por Agencia Zona Roja

Diego Enrique Osorno*

Clima carretero caluroso, pero uno va en medio de una tormenta sin saberlo. La vida humana es imperfecta, como se puede apreciar en ciertas películas de vaqueros o en algunas otras de guerra que se producen de este lado de la frontera.

Y allá en el otro borde del río tenemos la imperfección de los “courtroom” dramas o los “thrillers” políticos que se filman los días de sesión en el Canal del Congreso, con entusiasta y destacada participación de talento actoral empeñado en una gravitación y una magia nunca logrados.

El lopezobradorismo es una narración desinteresada en generar comunidad: en lugar de contar una historia, cada gloriosa mañana nacional, vende una historia. Lo que a costa de discurso vacuo y reiterativo, uso clientelar del dinero y pactos de clanes, se maneja como seducción presidencial, es el triunfo del “binge-watching”. No mucho más.

Bajo la coartada de tumbar la hegemonía de los últimos tiempos, San Lázaro busca continuar el impulso de una nueva hegemonía que sería cómica si no fuera seria y eficaz en su capacidad destructiva. Para solucionar una crisis, nada mejor que generar otra crisis. He ahí la pulsión mortal de nuestra política profesional y el sistema que la enmarca.

Pensamientos rebeldes prohibidos ante discusiones enajenantes de uno y otro bando. El abismo entre una y otra hegemonía es el campo de entendimiento que habrá de irse abriendo paso con momentos espontáneos de alta tensión en las élites y resistencias de comunidades narrativas que se colocan al margen sin ser marginales.

Y acá en la carretera el paisaje texano logra con su fealdad algo de carácter. Sudor condensado, horizontes ondulados, montes con animales enrojecidos de sol y buscadores de OVNIS (¿o debo decir FANIS? Pendiente preguntar a mi amigo Jaime Maussan). Soy bicho extraño y extraviado en la galaxia fronteriza. Quizá es hora de fantasear con la exploración de la Vía Láctea en lugar del Far West.

No muy lejos de aquí fueron los primeros ensayos de la bomba. Me paro un rato a leer la crónica de Wilfred Burchett sobre la peste atómica en Hiroshima. Sigo el viaje. La desolación también continúa. Allá, cruzando la línea, ya no es San Lázaro donde transcurre la otra desolación. 

Por fotos parece que todo sucede ahora dentro de una ancha y antigua nave espacial, como las de las malas películas de ciencia ficción de los años setenta. Ahora Santa Teresa quedó atrás.

*Escritor y periodista.

@DiegoEOsorno

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