Soledad Jarquín Edgar*/SemMéxico
Votar, ser votadas y ocupar cargos públicos, es una herencia que nos hicieron cientos de mujeres del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX, cuando hubo otras batallas hasta llegar a la paridad y otras que siguen produciéndose, porque los derechos a la ciudadanía de la mujeres es una tarea todavía no acabada.
Los esfuerzos de las historiadoras han sido vastos para documentar lo que pasó casi inadvertido, para ponerle nombre y rostro a esas mujeres, así como para ordenar ese gran rompecabezas de la historia, que repito, no había sido contada. A diferencia de la llamada “historia nacional” masculinizada al extremo, cuando las historiadoras cuentan la participación de las mujeres en la conformación de la vida pública, no hay invisibilización entre vencidas y vencedoras, porque en este caso, las mujeres per sé fueron las excluidas.
Las luchas de las mujeres en su anhelo de ser parte de la vida pública y política cumplieron, este 2024, doscientos años, así lo documenta la historiadora Patricia Galeana, quien se refiere a la publicación de la revista El Abanico, en Zacatecas, de 1824, como un primer manifiesto de mujeres. A partir de ese momento y hasta 1953, cuando se aprobó el voto universal, pasaron 129 años; entre 1953 y 2014, cuando se aprobó la paridad suman otros 61 años… hoy la discusión sigue y permea a lo largo de esta historia la violencia en todas sus formas y expresiones y lamentablemente en el asesinato de esas que se atrevieron.
Conmemorar el 71 aniversario del sufragio femenino pasa por no olvidar a: las 81 mujeres que en 1856 solicitaron al Constituyente el reconocimiento de sus derechos políticos; a las periodistas que en el último cuarto del siglo XIX escribieron sobre ello, como Laureana Wright y mucha otras; a las maestras que organizaron los Congresos Feministas de 1916; a Rosa Torres González, primera regidora en Mérida, Yucatán, en 1923, más de dos décadas antes del sufragio municipal de 1947; Elvia Carrillo Puerto, Raquel Dzib Cicero, Beatriz Peniche Barrera, primeras diputadas locales en Yucatán, 20 años antes del sufragio universal; Hermila Galindo, que de forma constante e insistente persiguió el sueño de alcanzar la ciudadanía de las mujeres; a las que en 1935 formaron el Frente Único pro Derechos de las Mujeres y que logró en aquel entonces una filiación de más de 50 mil mujeres comunistas, conservadoras, liberales, católicas y su presidenta Refugio García, Cuca García, quien junto con Soledad Orozco se postulan por una candidatura, hacen campaña, pero, sin una ciudadanía legalmente reconocida, no se les reconoce el triunfo en 1937.
Ese voto de 71 años se lo debemos sí, a Margarita García Flores, quien solicitó al entonces candidato Adolfo Ruiz Cortines aquella reunión con mujeres, ¿usted cree justo, don Adolfo que las mujeres no tengamos derecho al sufragio nada más porque nacimos con un sexo que no elegimos? Concha Michel, comunista expulsada de su partido por cuestionar la exclusión de las mujeres de sus propios derechos; Esther Chapa, médica y sufragista que a lo largo de dos décadas envió cada año, al inicio del periodo de sesiones, una carta recordándole a los diputados (sobra decir que todos eran hombres) que seguía pendiente la reforma que otorgara el reconocimiento a la ciudadanía de las mujeres; a Aurora Meza Andraca, primera presidenta municipal de Chilpancingo, capital de Guerrero, 10 años antes de la aprobación del voto en comicios locales; a Amalia González Caballero de Castillo Ledón quien insistió con uno y otro presidente sin rendirse, desde Ávila Camacho hasta Ruiz Cortines; a ella y María Lavalle Urbina quienes crearon la Alianza de Mujeres por México y quienes, para quitarle la idea al candidato Ruiz Cortines de que eran apenas unas cuantas las que querían el voto, reunieron 500 mil firmas exigiendo el derecho al voto y en este mismo periodo a las 20 mil mujeres que se reunieron en el parque 18 de Marzo de la ciudad de México para pedirle a coro el voto al candidato, quien si presenta la iniciativa que este 17 de octubre cumple 71 años.
Esta no es toda la historia, ni son todos los nombres, son muchas más las que hicieron posible este derecho que heredamos. Además, algo sabemos más allá de lo que pasaba en la ciudad de México, cada entidad tiene su propio recuento de los hechos, una historia de lucha sistemática, hasta hoy, incluso. Pero estas son las luchas que lo hicieron posible y sí lo dice bien desde este jueves el Muro de Honor de la Cámara de Senadores: “A las sufragistas que nunca se rindieron ni abandonaron la lucha por la libertad”. Hoy, a diferencia de ellas, en la política se abandona todo.
*Periodista y activista feminista.