Inicio COLUMNA Opinión. País surrealista: el Ejército se volvió constructor y la justicia es una tómbola

Opinión. País surrealista: el Ejército se volvió constructor y la justicia es una tómbola

por Agencia Zona Roja

Ismael García M./Zona Roja.

Oaxaca, Oax., a 21 de octubre de 2024.- Sin demérito de los logros morenistas alcanzados en el sexenio anterior, México se ha convertido en un país surrealista y ha logrado ser objeto de sorna por todas partes.

No falta razón a muchos mexicanos, a políticos de oposición y a las autoridades de otras naciones, cuando se mofan del sistema de justicia y del método de elección de los juzgadores, que ahora está echada prácticamente a la suerte y no a las leyes.

Una tómbola, sí, una tómbola ha servido para designar quiénes se irán de los cargos de jueces y magistrados del Poder Judicial de la Federación. Pero ademas, será el supuesto “voto” popular mediante el cual se elegirán a los sustitutos, así tengan o no experiencia profesional.

Pero por si fuera poco, mientras el país se torna cada vez más sangriento, los elementos del Ejército Mexicano se han vuelto todo, incluyendo constructores y bacheadores, menos garantes de la paz del territorio mexicano.

Y las fuerzas del orden creadas para garantizar la seguridad en el país, la famosa Guardia Nacional, es ahora un grupo militar, pero que tampoco ha servido para garantizar el orden.

Mientras tanto en el país la violencia criminal se extiende, a la par de la expansión de los grupos delictivos, al grado de alcanzar ya a los sacerdotes y a los medios de comunicación. Sólo faltan las explosiones de coches-bomba, al estilo de Colombia y sus cárteles.

JUSTICIA DE CABEZA

Como lo hemos dicho, la necedad y la sed de venganza —por haberle echado abajo algunas enmiendas constitucionales— del entonces Presidente López Obrador pudo más que la razón y la justicia.

Desde hace mucho transformó el Instituto Nacional Electoral a su gusto y luego en diversas ocasiones intentó transformar a sus caprichos al Poder Judicial de la Federación.

Se topó con muchos imponderables y le encargó la tarea a su sucesora Claudia Sheinbaum y a la siguiente Legislatura federal.

Las indicaciones fueron cumplidas al pie de la letra y ya con mayoría —que incluyó la compra de diputados y senadores—, la Cámara de Diputados y el Senado, además de las legislaturas locales, avalaron la reforma a dicho poder, desde los primeros días de septiembre.

Luego de ello el Legislativo determinó que jueces y magistrados debieran ser echados ¡mediante una tómbola!; es decir, echar el futuro de un profesionista judicial literalmente a la suerte. Un acto risible en pleno Senado, que hasta las bolas del sorteo se les cayeron.

Pero eso no ha sido suficiente para frenar la ola de protestas y paro de labores de por lo menos dos meses, por parte de trabajadores judiciales y jueces; apenas la semana pasada éstos decidieron continuar con la manifestación.

El resultado es una parálisis en el sistema de administración de justicia, sin que hasta el momento haya una solución a esa problemática; tampoco se han enmendado los múltiples errores legales y de procedimiento cometidos en la apresurada reforma judicial.

Y lo peor: ni siquiera se ha hablado de una reforma al sistema de procuración de justicia, es decir a las fiscalías y procuradurías federal y estatales, pues de ahí depende mucho de la verdadera transformación del sistema integral de justicia.

En el colmo, un egresado de la Facultad de Derecho podrá ser el próximo juez o magistrado del país, menospreciando totalmente la experiencia y los conocimientos en materia de leyes.

SEGURIDAD DE CABEZA

Y si la administración de justicia está de cabeza, la seguridad no se queda atrás, pues el crimen organizado extiende, día con día, sus tentáculos hacia todo el territorio mexicano, ante la pasividad del Ejército y la Guardia Nacional.

Sólo dos ejemplos de ello: Sinaloa lleva casi dos meses de guerra entre grupos del narcotráfico, con más de 200 muertos y múltiples bloqueos y robos de vehículos, y no pasa nada.

La Federación envió alrededor de mil elementos castrenses pero como si no los hubiera, pues no hay manera de frenar los delitos, que ahora ha alcanzado a un periódico, “El Debate”, al que primero tirotearon su inmueble y después secuestraron a un trabajador.

En el colmo, un gobernador mentiroso, Rubén Rocha Moya, que a través de la fiscalía local ordenó un montaje para desvirtuar el asesinato del ex rector de la Universidad de Sinaloa, Héctor Melesio Cuén. Y como es del partido Morena, pues el mandatario seguirá impune.

Otro: Chiapas desde hace mucho sufre el embate de grupos del crimen organizado, que extienden con intensa violencia, el control de territorios indígenas. Pero nadie hace nada.

En el colmo, este domingo 20 de octubre asesinaron al sacerdote Marcelo Pérez, cuando salía de presidir una misa; era activista, defensor de derechos y había alzado la voz en contra de la grave inseguridad. Por eso lo mataron.

Pero todos los días hay noticias criminales en ese estado vecino con Chiapas e incluso han reclutado a la gente para servir al crimen organizado, sin que puedan tener otra alternativa… o alguien que los defienda.

Mientras tanto el Ejército y la Marina tiene cada vez más atribuciones, como la construcción de aeropuertos, carreteras y hospitales, además de vigilancia de puertos, aeropuertos y aduanas.

El pasado 8 de octubre, la Presidenta Claudia Sheinbaum presentó la estrategia de seguridad que implementará durante su sexenio y cuya máxima es: “no regresará la guerra de Calderón contra el narco”.

Propuso cuatro ejes, entre ellos el fortalecimiento de la Guardia Nacional, acciones de prevención —que incluye la realización de tequios comunitarios—, además de anunciar la creación del Sistema Nacional de Inteligencia; la subsecretaría de Inteligencia e Investigación Policial y la subsecretaría de Prevención en la Secretaría de Seguridad.

Sin embargo, aunque dice que no regresará la guerra contra el narcotráfico, la Presidenta no detalla en absoluto cómo enfrentará a los poderosos cárteles que día con día doblegan a las autoridades de los tres niveles de gobierno e incluso ya incursionan en puestos de poder.

La periodista Peniley Ramírez, que ha dado seguimiento a temas de seguridad y publica en el diario “Reforma”, entre otros medios, hizo un análisis de la propuesta presidencial.

“Cuando la leí, me pareció que había términos y y medidas que ya había visto antes. Así que analicé la estrategia de Sheinbaum comparándola con la de Calderón. Encontré similitudes alarmantes”, detalló.

Entre ellas, que el actual secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, ha trabajado en ese rubro desde el sexenio del panista Felipe Calderón, luego con Enrique Peña Nieto y después en la Ciudad de México con Claudia Sheinbaum, donde ha habido reiterados señalamientos en su contra acerca de su posible relación con el crimen organizado.

Entonces no hay nada nuevo. No hay una mejor propuesta para frenar la ola delictiva. Así que, como decían los abuelos, que Dios nos agarre confesados.

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