Néstor Y. Sánchez Islas
No es una serie de Netflix o película de James Bond que inician siempre con un caos, balazos, muertos y explosiones para introducir al espectador a la dinámica de la película de acción en la que el héroe, guapo y varonil, salvará al mundo. México no es una película de acción ni habrá chapulín colorado que llegue a salvarnos.
Este sexenio inició con la explosión inusual en nuestro país de dos autos bomba, hecho que nos remiten a Irako Afganistán. No, ahora fueron en Guanajuato estos actos de terrorismo que, aunque el gobierno no quiera llamarlos así, no tenemos por qué pedirle permiso para nombrarlos como lo que son. Tenemos una guerra en Sinaloa con tanquetas, aviones, helicópteros y hombres poderosamente armados, o volteamos hacia Chiapas en donde la ausencia, o complicidad del gobernador provocaron la ejecución de un querido sacerdote.
A la explosión criminal con sus claros mensajes políticos en donde no debemos descartar que el propio gobierno esté creando este caos para justificar un futuro estado policiaco-militar, tenemos el crimen contra la Constitución a la que juraron respetar para destazarla a placer y barrer contra toda posibilidad de justicia que no sea en provecho del régimen. Ninguno de ellos sabe honrar un juramento. Ocupados en la destrucción de la democracia desatienden la economía que tiene una fuerte caída y un incremento del desempleo y la inflación.
Para el oaxaqueño de a pie estos graves problemas nacionales quedan en segundo plano ante lo que sufren aquí y les afecta directamente, como lo son la enorme cantidad de baches, los operativos viales, la falta de semáforos o la carestía del chocolate en plena temporada de muertos.
Por encima de la molestia de esos problemas está la gravedad de la brutalidad de las policías municipales y de sus jefes, los nuevos caciques de horca y cuchillo en que se han convertido los presidentes municipales por su torcida interpretación de la autonomía municipal que la usan como una estrategia político-jurídico para la impunidad. No se olvida el asesinato de un estudiante en un operativo vial en Santa Lucí del Camino.
Disfrazados de autonomía, estos neocaciques tienen a su disposición un brazo armado en sus policías que no siempre está para servir y proteger. Es voz pública que el crimen ya se apoderó de muchos municipios oaxaqueños y sus policías trabajan para ellos y no para nosotros. Interpretan la autonomía como una libertad absoluta para actuar sin límites dentro de sus demarcaciones en donde imponen sus propias leyes olvidando que no son independientes del Estado mexicano. Su autonomía solo es al interior de la administración de sus recursos.
La impunidad que gozan estos caciques y sus policías se debe a que son un medio de control político y territorial que aportan votos. Mientras así sea les dejarán las manos libres para convertir la autonomía en una patente de corso para su brutalidad. Los legisladores que crearon esas leyes lo hicieron desde sus curules ignorando la realidad del país y, en concreto, del caso oaxaqueño que tiene 570 municipios que, en los hechos, son 570 generadores de brutalidad.
Las policías municipales son instituciones de gobierno y los abusos que cometen son abusos desde el Estado, lo que les confiere una gravedad superior. El manejo autónomo de la administración municipal no les otorga el uso de sus policías para delinquir porque por encima de sus bandos municipales están las leyes estatales y federales que nos protegen. La autonomía no debe ser autarquía y todos esos cuerpos policiacos deben estar bajo un mando central y no atomizado entre los 570 mandos de cada uno de los municipios oaxaqueños.
Existe una evidente falta de control sobre las policías municipales y es probable que algunas de ellas estén encabezadas por algún comandante que sea parte del crimen organizado. Es necesario que el legislativo cree mecanismos de control en bien de la gente, de sus derechos y libertades y exista un mando unificado que las coordine y las obligue a respetar a la población.Para la gente de la calle, más que acabar con el Poder Judicial es más urgente acabar con la brutalidad policiaca municipal.
HEMEROTECA.
Hace 52 años se abrió al público un servicio de consulta y acceso a la información adelantado a su tiempo. La Hemeroteca Pública de Oaxaca, creación de Don Néstor Sánchez Hernández y de su esposa doña María Islas Tejeda, cumplió un año más de servicio el pasado 22 de octubre. En esos años no existía el internet y era a través de los periódicos que la gente no solo se informaba, sino que buscaba un empleo, ofrecía una propiedad o buscara las películas que había en los cines.
Nuestra hemeroteca es la segunda más importante de México. En las páginas de los diarios ahí guardados está escrita, a veces con la vida de los propios periodistas, la historia del Oaxaca del siglo XX.