Néstor Y. Sánchez Islas.
Recién se cumplió otro aniversario más del inicio de la Revolución Mexicana y uno más del fallecimiento de Ricardo Flores Magón, sus posturas frente al autoritarismo y la libertad de expresión hoy vuelven a tener vigencia ante el vuelco autoritario que el partido en el poder le está dando a su gobierno.
La desaparición de instituciones, como los organismos autónomos, la colonización del Poder Judicial y el Congreso conformado por “vergonzosos hombres y mujeres sin voluntad propia” solo nos dejan una lectura: todo el poder en México está en manos de una sola persona y, a los pocos contrapesos que aún quedan como es la prensa, se le presiona y estigmatiza para callarla.
Ricardo Flores Magón tuvo una postura firme y radical a favor de la libertad de prensa, considerándola un pilar fundamental para la lucha contra la opresión, el autoritarismo y las injusticias sociales.
Creía que la prensa era una herramienta esencial para informar, organizar y concientizar a la población, especialmente a los sectores más desfavorecidos, sobre sus derechos y contra la injusticia.
Criticó fuertemente al régimen de Porfirio Díaz, mismo que lo persiguió y lo censuró. Sostenía que la libertad de prensa no solo era un derecho individual, sino un elemento indispensable para construir una sociedad democrática y justa.
A través de su periódico “Regeneración” divulgó su ideología, denunció abusos y promovió la organización de obreros y campesinos.
Para Ricardo Flores Magón el periodismo y el ejercicio cotidiano de la libertad de expresión son pilares de la democracia y herramientas de resistencia ante gobiernos totalitarios y opresores.
A él se le atribuye la siguiente frase: “Sin libertad de palabra, no puede haber libertad alguna. La libertad de palabra es el más precioso bien que tienen los pueblos.» No debemos olvidar el contexto de los años del porfiriato que se caracterizó por la censura, la represión y la concentración del poder, situación a la que nos acercamos cada día más.
El periodismo, decía Flores Magón, no debía limitarse solo a informar sino también a una labor mucho más trascendente que era la de educar y movilizar. Para él, la prensa fue una herramienta de liberación antes los mecanismos de opresión del autoritarismo de un presidente que concentraba en él todos los poderes. Si la prensa era el último contrapeso, esa prensa debía ser una prensa de combate, como lo fue.
Criticó ferozmente al régimen porfirista por reprimir la libertad de expresión mediante censura, clausura de periódicos y encarcelamiento de periodistas. En su opinión, el control del discurso público era una de las formas más efectivas de perpetuar la tiranía.
La situación no ha cambiado mucho para los periodistas que son especialmente denostados desde el púlpito mañanero desde hace seis años. Un demócrata soporta la crítica, un tirano uso todos los medios para callarla.
La prensa crítica es de las pocas herramientas que quedan contra la alienación, fanatismo e ignorancia de las masas. La prensa crítica es, y ha sido, el peor enemigo en los ánimos autoritarios y corruptos de los presidentes.
Así como no hay dictaduras buenas o malas puesto que todas son malas, también es lo mismo con el autoritarismo.
Un gobierno con concentra todo el poder en una sola persona es autoritario, sea de izquierda o de derecha.
Ricardo Flores Magón criticó el autoritarismo de Porfirio Díaz. Entre las propuestas del Partido Liberal Mexicano que el encabezó destacaba la necesidad de disminuir los poderes del presidente que los concentraba todos, como sucede hoy.
Publicó en febrero de 1901 en su periódico “Regeneración”: “El general Díaz, para gobernar solo y ser el único amo, como ha sido, se ha rodeado de un grupo de autómatas, de hombres que no tienen más voluntad que la del jefe, de hombres sin iniciativa y perdidos completamente para todo lo que signifique energías particulares y activas”.
Para él no había la menor duda que la concentración del poder en una sola persona era, en la práctica, la raíz de la opresión, explotación y desigualdades sociales. Puesto ya en el extremo radical del anarquismo rechazaba la existencia de un poder centralizado, ya fuera en manos de una persona, un grupo o el Estado en general.
La concentración de poder era simple y sencillamente el ejercicio despótico del poder por una elite que se servía del estado para explotar y someter al pueblo.
Desde el despotismo de su poder, el presidente Obrador endeudó a México para pagar sus obras faraónicas.
Hoy estamos en el umbral de una crisis económica. No se crearon fábricas sino elefantes blancos. No alcanza el dinero del presupuesto y se recorta 34% el presupuesto para salud entres otros recortes inhumanos de un gobierno que presume su humanismo desde el autoritarismo.
“La tiranía es tiranía, venga de un rey, de un dictador o de un presidente electo.” RFM.