Néstor Y. Sánchez Islas
Aunque el tequila es un producto de producción a escala industrial y el mezcal es predominantemente artesanal vale la pena analizar lo que le sucede a uno porque puede pasarle al otro. Viene a cuento por la publicación del Financial Times, FT, sobre la industria tequilera de la que publica que, “se queda en un lago de 500 millones de litros de tequila tras la desaceleración de la demanda”.
El poderoso FT es conocido por su autoridad. Se especializa en noticias económicas y financieras, y su audiencia incluye a los principales ejecutivos corporativos y personas con un alto poder adquisitivo, es decir, lo allí publicado no debe ignorarse o minimizarse. Agrega la publicación del 28 de diciembre pasado que el apetito de los norteamericanos por la bebida está en retroceso y que México está destilando más tequila del que puede venderse. Siendo los norteamericanos los principales clientes y principal destino de exportación también para el mezcal, el riesgo de una cruda monumental en la cadena productiva del mezcal es probable y peor sería si Trump cumple su amenaza de imposición de aranceles para dentro de unos días.
El tema es importante en Oaxaca porque, aunque hay cada vez más competencia, el 90% de la producción nacional se hace aquí, por tanto, tendremos no solo impacto en lo económico sino también en lo social y cultural porque, aunque está basada en mercadotecnia manipulada con fines estrictamente comerciales, se ha creado toda una nueva identidad y sentido de orgullo oaxaqueño alrededor de la bebida.
De acuerdo con la publicación, la demanda del tequila en los Estados Unidos disminuyó por dos factores. Por un lado, la pandemia y por el otro el aumento de los precios. Esto último debe ser muy bien valorado por los mezcaleros locales que continúan pensando que, por tratarse de bebidas artesanales, los norteamericanos estarán dispuestos a pagar cualquier precio. La gran competencia en el mercado de bebidas y el exceso de inventarios podrían obligarlos a reducir sus precios.
Dice la publicación del FT que dos grandes marcas de renombre internacional, una de ellas relacionada con la estrella de Hollywood, George Clooney, han debido reducir sus precios durante el año pasado por la caída de la demanda. Y menciona también el caso de la sobre oferta de agave que ha obligado a los campesinos a disminuir sus precios desde hace dos años de manera continua. El agave tequilero llegó a venderse hasta en $30 el kilo, hoy está entre los $4 y $6.
Lo que no menciona la publicación, pero sí lo exhiben los productores de agave, es que probablemente las propias empresas trasnacionales sean en buena parte las responsables de la caída del precio de los agaves. Por un lado, están comprando el agave a precios muy bajos, por el otro, tratan de comercializar el producto al mayor precio posible. La industria del tequila atraviesa una tormenta perfecta: exceso de agave y caída de su precio; exceso de tequila, bodegas llenas y demanda en descenso. La industria del mezcal, muchísimo más pequeña que la del tequila, puede vivir la misma cruda.
CRISIS EN EL GOBIERNO
No hay forma de negarlo, aunque el gobernador declare que las cosas están bien, no hay otros datos: el gobierno estatal atraviesa una fuerte crisis en todos los frentes.
No basta con negar la terrible situación del Hospital Civil para que ésta desaparezca. No puede decirles eso a los enfermos y sus familiares sin faltarles al respeto porque en sus cuerpos y bolsillos lo están padeciendo. La falta de todo en ese hospital no es nada nuevo, pero sí lo es el cinismo con que la 4T ha tratado el tema de la salud de los mexicanos. Ni en las peores épocas del PRI el sistema de salud estuvo tan mal.
El reemplacamiento forzado, las calles y carreteras destrozadas, el nepotismo y las protestas de empleados a los que quitaron la base sindical muestran que este equipo carece de las habilidades para gobernar. Las funciones de gobierno son complejas y requieren habilidades y competencias que los años de bloquear calles y carreteras no les dieron. Solían exigir soluciones que hoy, teniendo todo el poder, no pueden dar. A esto se le llama incapacidad y la gente se los dice en las redes sociales.
Exhibiendo el sesgo dictatorial del movimiento en el poder, un oficio gubernamental obliga a los empleados de Desarrollo Rural a que proporcionen su nombre, puesto teléfono y perfil de redes sociales, “con el fin de poder tener un control en cuanto a quienes comparten y reaccionan a las publicaciones”. Por ahora se lanzan contra la privacidad de sus propios empleados, no tardarán en legislar para obligarnos a los demás a darles acceso a nuestra vida privada para controlarnos.
Algo debe cambiar en el gobierno. Tiene problemas y no puede resolverlos hasta con los suyos. El mensaje que le mandó el diario oficial del régimen, La Jornada, muestra el tamaño del enfrentamiento interno.
nestoryuri@yahoo.com