Inicio Minuto a Minuto «La poesía es la fuerza vital que le devuelve el pulso»: Natalia Toledo

«La poesía es la fuerza vital que le devuelve el pulso»: Natalia Toledo

por Agencia Zona Roja

Lisbeth Mejía Reyes/Zona Roja.

Oaxaca, Oax., a 8 de octubre de 2025.- Para Natalia Toledo, la poesía le ayudó a comprender el valor de su lengua, a atesorar los recuerdos de su natal Juchitán, aunque ahora este haya sido alcanzado por la violencia. 

La poesía, dice la autora zapoteca, es «la fuerza vital que me devuelve el pulso cuando no siento correr la sangre en el cuerpo, la sonaja del árbol que plantaron en mi ventana cuando nací y que me sigue acompañando».

Natalia recibió este martes la Medalla Bellas Artes de Literatura en Lenguas Indígenas por parte del Instituto Nacional de Bellas Artes, con lo que se convirtió en la tercera persona en obtener el galardón después de la poeta maya Briceida Cuevas Con y el escritor náhuatl Juan Hernández Ramírez.

Rodeada de su familia y sus amistades, y con una indumentaria tradicional del Istmo de Tehuantepec, Natalia compartió un mensaje en zapoteco y en español, también dedicó el galardón a las mujeres que con sus arrullos y leche le ayudaron «a trenzar las palabras» que habitan su corazón.

Toledo recordó cómo tuvo que aprender a leer y escribir en una lengua ajena a la suya, el español, porque, «como si se tratara de lodo, para poder entrar al salón de clases había que dejar el zapoteco en la puerta.

Desde el Palacio de Bellas Artes, en la Ciudad de México, las palabras de la autora de «Guie’ yaase» (Olivo negro) y «Deche bitoope» (El dorso del cangrejo) generaron en sí y los presentes varias emociones. También algunas risas que rompieron con la solemnidad.

Su infancia, el dejar a Juchitán y sus amigos para mudarse con su familia a la Ciudad de México, a los ocho años de edad, fueron parte del recuerdo tejido por su poesía.

«Recuerdo cómo aquel día mis amigos y los perros de mi barrio, como si escoltaran un funeral, corrieron detrás del coche que me llevaba… Desde entonces sigo aquí y cada vez, por desgracia, regreso menos a mi hermoso Juchitán porque, he sabido de sobra, a mi pueblo como a tantos otros lo arrasó la violencia».

En su discurso, la también Premio Nacional de Literatura Nezahualcóyotl 2004 recordó su primer libro publicado en español, lo dicho por crítico de que la literatura contemporánea en lenguas originarias no existía y que la llevó a ella a redescubrir el valor de su lengua materna, el zapoteco.

«Durante mucho tiempo caminé con inseguridades porque el grupo al que pertenecía aquel crítico de literatura hablaba de una alta poesía. Pero lejos de correr y meterme bajo una piedra me acerqué a ellos, los leí para ver qué escribían y cómo lo hacían. Me di cuenta que venían de otras tradiciones y yo del pensamiento de quienes desarrollaron la escritura más antigua que se conoce en América, los zapotecas».

Desde ese día, Natalia abrazó su lengua, aquella con la use ha forjado sus poemas en una de las lenguas originarias más habladas en Oaxaca, su estado natal.

«Para mí la poesía es como el totopo, como el aire tibio de Juchitán dándome en la cara, como el lodo en los pies después de una lluvia espesa. Es volver a sentarme con todo lo que he amado y que ahora vive en la espalda del tiempo, es volver a sentir el olor de los tulipanes rojos, de la albahaca fresca con que me bañaba mi mamá para quitarme la tristeza, esa nostalgia que se instaló en mi lado izquierdo desde niña.

«Esta es la poesía, la fuerza vital que me devuelve el pulso cuando no siento correr la sangre en el cuerpo, la sonaja del árbol que plantaron en mi ventana cuando nací y que me sigue acompañando. Ahora soy huérfana de padre y madre. Tengo ese hermoso universo conmigo, toda esa vida habita mis párpados que cuando los cierro mis ojos comienzan a deletrear”.

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