Néstor Y. Sánchez Islas
Apenas ha pasado un año de la terminación del sexenio de quien se autodescribió como el mejor presidente de la Historia de México y la información que ha ido saliendo ya lo coloca como el más corrupto.
En voz de la Procuradora Fiscal, el monto de lo defraudado en huachicol es de 600 mil millones de pesos, suma que supera por mucho cualquier acto de corrupción anterior.
Ya desde el primer tercio de su sexenio trascendió el fraude en Segalmex por un monto de 16 mil millones de pesos. En lugar de actuar penalmente, el expresidente protegió a Ignacio Ovalle de quien dijo que fue engañado por ex priistas enquistados en la 4T.
Con todo y pañuelo blanco de por medio, lo de Segalmex fue solo el principio de lo que continuaría por el resto del sexenio y que hoy sale a la luz, más por presiones del gobierno norteamericano que por investigaciones del gobierno de la señora Sheinbaum.
Cualquier comparación se queda corta ante la abrumadora cifra de 600 mil millones de pesos, un fraude que fue maquinado desde las más altas esferas del gobierno con el fin de obtener el financiamiento para las campañas con las que Morena se apropió del país.
El fraude colosal se dio en dos partes. Primero a través de aduanas terrestres por las que pasaron cientos o miles de pipas bajo la dirección del fallecido, o silenciado, Sergio Carmona, el rey de huachicol.
Este personaje está relacionado con Mario Delgado y el financiamiento a las campañas de, por lo menos, seis candidatos, hoy gobernadores, de Morena. ¿Por qué intervinieron los gringos? Porque con combustible traficado desde su país se financió al crimen organizado y a los políticos que han inundado su país de fentanilo.
Las noticias sobre los pasos de Sergio Carmona empezaron a salir desde el inicio del sexenio de AMLO. Sus sospechosos vuelos privados con Mario Delgado son un asunto no aclarado, pero que lleva la creenciadel reparto de dinero en efectivo para no dejar rastros. No se sabe a ciencia cierta cuántas campañas de 2021recibieron esos fondos ilícitos, pero es seguro que también llegaron a Oaxaca.
La segunda fase del huachicol fiscal escaló de forma desmesurada y ahí están involucrados altos mandos de la Secretaría de Marina con ramificaciones en todo el aparato gubernamental. No es posible tejer una red de complicidad tan elaborada sin el conocimiento del presidente.
El mismo AMLO lo afirmó: no había ninguna gran transa en el país sin que el presidente no estuviera enterado y diera su visto bueno. Pasaron de usar pipas a traer el combustible en enormes buque tanques con capacidad para millones de litros por viaje.
Es tan grande la cantidad de dinero defraudado a las arcas del país que no es posible que las autoridades hacendarias y bancarias no lo supieran. El comunista Pablo Gómez, al frente de la Unidad de Inteligencia Financiera nunca vio nada; el SAT, en manos de la hermana de Adán Augusto, tampoco.
Ese dinero no solo sirvió para llenar el país de espectaculares con el perfil de Sheinbaum con la leyenda “es Claudia”, sino que se usó en las obras faraónicas de la 4T. Documentado está que el mismo ejército fue cliente de las empresas huachicoleras.
Hijos, amigos y cercanos de López Obrador se dieron un festín. La idea fue genial, no desviar dinero del erario para que no los investigaran la inútil Auditoria de la Federación, sino introducir combustibles disfrazados de lubricantes. De esta forma, evadieron muchos impuestos y obtuvieron enormes ganancias con la venta indiscriminada y hasta obligada para muchas empresas gasolineras.
Vista desde aquí, los excesos documentados de Andy López Beltrán, Mario Delgado, Pedro Haces, Ricardo Monreal, Fernández Noroña y otros personajes destacados del régimen tiene sentido, así como los sospechosos vínculos de Adán Augusto con una banda criminal.
“Por el bien de todos, primero los pobres”, fue uno de los estribillos del líder populista que asaltó el poder financiado por dinero de procedencia ilícita. Sin embargo, la frase no solo resulta hueca sino totalmente falsa al descubrir que la pobreza está bien en los demás, menos en ellos, la burocracia dorada del régimen, que incluye a muchos gobernadores con toda su familia completa.
La corrupción del régimen de la transformación ya no puede ocultarse a pesar de los esfuerzos de la presidente desde su atril mañanero para tratar de minimizar los hechos.
Afirmar que el PRI robó más o echarle la culpa a Calderón ya no funciona. Hace el gobierno énfasis en las encuestan que le dan una alta popularidad a la presidente, pero omiten las partes de estas que señalan que la gente reprueba a su gobierno en sus políticas anticorrupción.
Fue desde los Estados Unidos que se obligó al gobierno mexicano a actuar. La presión y el desgate no tardarán en pasarle factura al régimen.
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