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Opinión. Discurso de odio y la reforma al artículo 16 de la Ley de Asociaciones Religiosas

por Agencia Zona Roja

Porfirio Flores*

El 28 de octubre pasado, el diputado federal por Morena, Arturo Ávila Anaya, presentó la iniciativa con proyecto de decreto para adicionar un tercer párrafo al artículo 16 de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público en materia de derechos digitales, neutralidad de la red y prevención del discurso de odio. 

La iniciativa va dirigida a las asociaciones que cuenten con plataformas digitales, es decir que regularmente transmitan en canales de internet como YouTube, Facebook, X (antes Twitter), TikTok y todos los medios en el ciberespacio para regular contenidos y ajustarlos a lineamientos que garanticen el respeto a la dignidad humana. 

La reforma despierta suspicacias porque en lugar de colocarla en instrumentos legales como en la ley para prevenir y eliminar la discriminación o la ley de telecomunicaciones, la ubica en la ley de asociaciones religiosas cuando el tema de discurso de odio en internet no es un tema exclusivo de ministros de culto o  asociaciones religiosas. Atañe a toda la sociedad.

La iniciativa ha despertado el enfado de actores del espectro evangélico que consideran la propuesta legislativa como un ataque vedado a la libertad de expresión de los ministros de culto, sobre todo en lo referente al posicionamiento que tradicionalmente ha tenido la iglesia evangélica con respecto a la comunidad LGTB+.

Los integrantes de esa comunidad y sus simpatizantes blanden reiteradamente el concepto de discurso de odio cuando piensan que alguna posición o expresión vulnera su ideología. La Biblia, instrumento de la labor de los ministros de culto, es clara con respecto a la moralidad y sexualidad y no van a renunciar nunca a su contenido.

Me parece que es loable detener los discursos ofensivos dirigidos a un grupo o individuo porque se basa en características como raza, religión o el género y que puede poner en peligro la paz social, pero no en un cuerpo legal que tiene sujetos que padecen el mal que se trata de combatir. 

La propuesta es plausible, pero debe concentrarse con todos los actores sociales. Porque es indiscutible que también de parte de la comunidad LGTB+ hay discursos de odio.

Es un verdadero despropósito insinuar que hay violencia verbal en pastores, sacerdotes, imanes, elders y todos los líderes que tienen las asociaciones religiosas, si al contrario, muchos grupos religiosos padecen discursos de odio que se materializan en expulsiones y desplazamientos, basta echarle un vistazo al tema en Oaxaca.  

El diputado Arturo Ávila se ha equivocado en la forma. La idea de combatir el discurso de odio es fabulosa, pero debe hacerse de una forma tal que se involucre a todos los actores sociales de este México que se violenta un día sí y otro también, pero aplicarlo a gente de paz es una contradicción absurda e inaceptable. 

Buscar discursos de odio donde no los hay me recuerda la sentencia bíblica: cuelan el mosquito y se tragan el camello.

*Abogado y ministro de la iglesia evangélica.

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