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Opinión. En pleno siglo XXI, persiste el oscurantismo religioso

por Agencia Zona Roja

Porfirio Flores Zúñiga*

A Benito Juárez García le tocó vivir una etapa de la historia en la que, a pesar de la Independencia de México, la iglesia católica mantenía intocados sus privilegios. ElPatricio tenía 15 años cuando se consumó la independencia nacional y 18 cuando se plasmó la primera Constitución del país que establecía como religión oficial la católica.

Vivió en carne propia la continuidad opresiva del imperio español en la historia de México. No habían bastado tres siglos de dominación política y religiosa y se rebeló contra lo que parecía el destino inexorable de los mexicanos: no tener libertad de escoger otra forma de fe que no fuera la de la iglesia católica romana. 

El poder de la iglesia romana, fiel y promotora incansable de la dominación española, seguía firme. Desde el nacimiento hasta la muerte de cada persona, el clero mexicano controlaba todo. Las ideas de la Reforma Protestante de Martín Lutero nunca desembarcaron en México y cuando lo hacían eran perseguidas en el país y en Oaxaca también, con una saña inaudita. 

La inquisición hizo un estupendo trabajo. Pasó por la hoguera desde indígenas que se negaban a abrazar la fe que trajeron los conquistadores y los judíos conversos que llegaban a México fueron perseguidos con feroz fervor para que no “contaminaran” las creencias religiosas de los católicos. Nuestra historia da cuenta de ese fanatismo mortal e inmoral.

Benito Juárez fue un observador sistemático de esta realidad. Sus estudios de Derecho le permitieron conocer las diferentes corrientes filosóficas que hacía tiempo se desarrollaban en Europa en países como Alemania, Inglaterra, Francia y Suecia, por ejemplo, y sabía que México estaba muy atrasado en todos los ordenes. 

La oportunidad para cambiar esta trágica realidad la vislumbró cuando fue convocado un nuevo constituyente para redactar lo que sería nuestra segunda Constitución, la de 1857, allí presentaría sus ideas liberales para implantar en México la libertad religiosa y romper de una vez por todas con la perniciosa influencia de la iglesia católica. 

Sus esfuerzos alcanzaron el éxito cuando en esa Carta Magna, se logró eliminar el artículo tercero de la Constitución de 1824 que establecía: La religión de la nación mexicana es y será perpetuamente la Católica Apostólica Romana. La nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquiera otra.

Sin embargo, no fue posible plasmar un artículo que reconociera la libertad religiosa para todos los mexicanos. Y no se logró porque las fuerzas del catolicismo mexicano emplearon toda su poder e influencia, urdieron toda clase de estratagemas para inhibir una realidad que era ya impostergable. Su resistencia fue tal que dieron lucha sin cuartel.

Ante este panorama, Benito Juárez determinó suscribir las Leyes de Reforma y en 1860, el cuatro de diciembre, para ser más exactos, hace hace 165 años, publicó en Veracruz la Ley de Libertad de Cultos que permitía a cada persona elegir la fe que quisiera practicar: católica o protestante. 

Porque él no habría de perseguir la fe católica. Eso habría repetido la historia que tanto daño le ha hecho a México.

Y esa fecha y conmemoración es la que nos reúne hoy. Recordamos la altura del Benemérito de las Américas, traemos a la memoria su tenacidad, determinación, temple y grandeza para enfrentar uno de los poderes más sofisticados de esa época que tenía tentáculos por doquier y que se negaba a dejar libre a México del sectarismo.

Que se resistía a dejar a los hombres y mujeres a elegir, a ejercer su derecho de tomar la iniciativa por la creencia que mejor le pareciera y que en consecuencia practicara la devoción de su agrado. Que deseaba controlar absolutamente la conciencia de cada mexicano, en general, y cada oaxaqueño en particular.

Ese es Benito Juárez García, el indígena zapoteco, al que hoy traemos a la memoria, pero también lo recordamos porque su lucha aun no termina. En nuestra querida Oaxaca su memoria ha sido mancillada al mantener ligada a la iglesia católica con cargos en todos los sistemas normativos internos. 

Es una traición a su ideario cuando a los indígenas se les obliga a pagar fiestas patronales costosas, cuando tienen que fungir como topiles de la iglesia católica, pero sobre todo cuando son expulsados de sus comunidades por no participar en las fiestas patronales que violentan su conciencia.

Juárez luchó justamente contra lo que hoy es forma de gobierno: cargos religiosos con cargos civiles. Amparados en una equivocada evocación de lo indígena, en Oaxaca se reproduce grotescamente el México que provocó que las Leyes de Reforma fueran urgentes. En pleno siglo XXI en Oaxaca se persigue a quienes no tiene la fe católica. 

Gracias a la leyes contrarias a los Derechos Humanos en Oaxaca vivimos un día si y otro también en los siglos del más rancio oscurantismo, en las etapas más tenebrosas de la libertad y donde los aires de la inquisición continuan soplando cuando familias completas son desplazadas de su lugar de origen.

El 4 de diciembre no debe ser una fecha más en nuestras efemérides cívicas, debe ser un recordatorio para todos, gobierno, legisladores y ciudadanos de que todavía falta mucho para hacer real el legado de Juárez. Mientras un solo oaxaqueño sea perseguido por profesar una fe distinta a la católica, todavía tenemos una asignatura pendiente.

Juárez debe ser mucho más que discursos, debe ser razón y motivo para mejorar la convivencia social de los mexicanos. Debe ser inspiración para que se respete a quien tiene una fe diferente. Debe hacernos comprender que la libertad religiosa tiene como base la separación del Estado con la iglesia. 

Desde aquí hacemos un respetuoso llamado para que los legisladores honren la memoria de Benito Juárez y reformen los sistemas normativos internos que obligan a los oaxaqueños a cumplir con cargos religiosos ligados a la iglesia católica. Solo así estaremos dando fiel cumplimiento a la ley de libertad de cultos promulgada un 4 de diciembre de 1860. Muchas gracias.

*Abogado y ministro de la iglesia cristiana.

**Mensaje leído el pasado 4 de diciembre en la ciudad de Oaxaca, en la conmemoración del 165 aniversario de la promulgación de la Ley de Libertad de Cultos.

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