Yuridiana Sosa/Zona Roja.
Oaxaca de Juárez, Oax., 8 de marzo de 2020.- Portar el uniforme, su arma y recorrer las calles a bordo de una patrulla, es la vida para Silvia Mendoza.
Ella es también la única mujer integrante del cuerpo operativo de la Unidad Policial de Operaciones Especiales (UPOE), de la Secretaría de Seguridad Pública de Oaxaca.
La Policía Tercero, de 49 años de edad, inicia el día a bordo de una patrulla de la Policía Estatal, como parte de un recorrido de vigilancia; tras varias horas de tensión, de alerta, de peligros, un baño y un desayuno caliente la reaniman para seguir su rutina.
En su ardua labor, el Día Internacional de la Mujer no representa una diferencia en sus actividades respecto a otros días, pero sin duda, su trabajo en la corporación sí ha marcado la diferencia por 16 años en el grupo de reacción especial.
“Chivis”, como todos le dicen, tiene voz de mando en un mundo dominado por hombres. Su dedicación le ha valido el respeto y reconocimiento de más de 100 integrantes de la UPOE.
De acuerdo con la Secretaría de Seguridad Pública de Oaxaca, cuenta con una plantilla de ocho mil 697 elementos activos, de los que dos mil 97 son mujeres; es decir, el 24 por ciento.
En el caso específico de la Policía Estatal, de los tres mil 38 policías, 633 son mujeres y dos mil 404 son hombres.
DE LA COCINA A FUERZAS ESPECIALES
Silvia Mendoza Melchor se integró a la Policía Estatal hace 19 años como cocinera de la corporación en Tlacolula de Matamoros, en la región de los Valles Centrales. Fue por necesidad, afirma.
Cocinar era una labor diaria que desarrollaba en casa, pero al quedar con toda la responsabilidad de mantener a sus tres hijas no dudó en aceptar la oportunidad dentro en la institución.
Tres años después surgió la oportunidad de integrarse a la UPOE. Tampoco lo dudó, pues era un ingreso mayor y lo necesitaba.
Con los ojos llenos de recuerdos, la policía afirma que es un entrenamiento difícil del que más de la mitad de los aspirantes deserta.
Ella y otra compañera, que actualmente cubre otras actividades, llegaron al final, mientras que al menos unas tres mujeres más y otros 50 varones dejaron el adiestramiento.
Continuar era su única opción frente a la responsabilidad familiar que tenía. Recuerda que cada día se repetía “¡Sí puedo!” y se fortalecía cuando escuchaba de sus compañeros: “Confío en ti”.
Fue el apoyo de sus compañeros por lo que Silvia cree en la igualdad de género, pues en un espacio donde los hombres son mayoría fue reconfortante recibir el aliento de ellos ante los momentos difíciles en el entrenamiento.
Tras 16 años, la mujer de 1.57 metros de altura no se arrepiente de aquella decisión. Tiene la camiseta bien puesta, como el arma que desde aquella fecha lleva consigo, siempre lista para un llamado de emergencia.
NADIE LA DETIENE
“Si un día muero en un operativo, es porque así era mi destino”, afirma la valiente mujer, quien no se acobarda ante ningún operativo, en la zona que sea. Ayudar a la población y a sus compañeros la impulsan a salir a las calles.
Ese destino no lo comparte su familia. Su madre y sus hijas le llaman a dejar la corporación, pero ella no se siente lista para dejar sus labores.
“Chivis” reconoce que su permanencia en la Policía Estatal ahora es más por el amor al uniforme, a la institución por la oportunidad de ofrecerle comida y estudios a sus hijas a través de sus servicios.
Durante su niñez y adolescencia Silvia se dedicó a la venta de frutas en las plazas populares de los diferentes municipios de los Valles Centrales; nunca imagino ser policía, pero ahora cree que este era su destino.