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Entre centro de apuestas, campamento y excremento, el zócalo de Oaxaca

por Agencia Zona Roja

Yuridiana Sosa/Zona Roja.

Oaxaca de Juárez, Oax., 24 de marzo de 2020.- “¡Ándele, le regalo un boleto! ¡Puede ganar grandes regalos! ¡Pásele, pásele, no pierde nada con probar! ¡No va a perder, va a ganar, anímese!”.

Son las invitaciones que hacen varios jóvenes, aparentemente ajenos a Oaxaca, desde el corazón de la capital, para animarlos a apostar con el garlito de ganar equipos electrónicos y electrodomésticos. Pero el timo es seguro.

México entró este martes en Fase 2 de la pandemia por coronavirus, la etapa más susceptible para la transmisión del Covid-19. Pero en el zócalo de la capital del estado, eso no importa a los dirigentes de las organizaciones sociales mantienen un plantón desde la semana pasada.

El corazón de Centro Histórico no sólo es un es un foco de infecciones con baños públicos al aire libre, cocina y dormitorio; también se convirtió en centro de apuestas, de estafa y de impunidad por parte de las autoridades municipales.

La plazuela a un costado de la catedral metropolitana es testigo del montaje de un negocio dirigido por un grupo de hombres foráneos, que por 25 pesos ofrecen premios a los transeúntes.

¿FRAUDE?

El negocio es una peligrosa atracción hasta para los mismos manifestantes que buscan distraerse tras una semana en plantón.

Bocinas, maletas, cafeteras, licuadoras, entre otros artículos, son premios que ofrecen por acumular 100 puntos en un juego de canicas.

El área de juego está aglomerada, la curiosidad llama y los apostadores confiados en su suerte no se resisten, pero no hay ganadores, sólo ingresos para los negociantes.

Las personas en el zócalo son oídos sordos al llamado por bocinas y altavoces que realiza la Policía Municipal para despejar los espacios públicos ante la contingencia sanitaria.

Pero los uniformados de Oaxaca de Juárez se limitan al exhorto, sin entrar al “plantón” y mucho menos atender o percatarse del centro de apuestas, de la estafa, a pesar de sus continuos recorridos por la zona.

Las medidas sanitarias y preventivas se intensifican frente a la pandemia  por parte de las instituciones públicas, pero para los líderes de las organizaciones –entre ellos Samuel Hernández, Jaqueline López Almazán, Josías Ramos- es más importante la protesta.

Los agremiados a organizaciones como el Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo, Consejo de Organizaciones Indígena y Populares y Comité de Defensa Ciudadana y Asistencia Rural, se exponen y exponen a los ciudadanos de la capital.

Baños a cielo abierto convirtieron la Plaza de Armas en un sitio insalubre, donde las cocinas improvisadas se mantienen activas y los dormitorios se extienden, incluso, comerciantes informales se atreven a montar juegos infantiles.

Este foco de infección contra restra las acciones preventivas que autoridades locales implementaron, así como de las propias que tratan de mantener los restaurantes que rodean el zócalo, donde el gel antibacterial en nada ayuda a la peste que de respira por varios metros a la redonda.

DESOLACIÓN

El resultado es desolación. Los restaurantes de los tres portales aledaños al zócalo lucen semivaciós; la pestilencia aleja a todos. También el coronavirus y hasta la policía municipal, que pareciera empeñada en que nadie esté en la calle, sin importar también los daños a la economía y el empleo.

Es apenas el segundo día del receso total de actividades en la capital oaxaqueña y en el estado. Es apenas el comienzo de lo que se prevé una larga pesadilla: sanitaria, económica, moral, social…

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