Redacción/Zona Roja.
Oaxaca de Juárez, Oax., 18 de mayo de 2020.- La hora de hacer tarea, que antes de la cuarenta no representaba ningún problema para Sofía, es un martirio que comparte con sus padres, quienes son maestros y empleados desde casa al mismo tiempo. Es la escuela en casa en tiempos de Covid-19.
El timbre de inicio de la jornada escolar es suplido de forma constante por el llamado a gritos de doña Carmen para que Sofía se apresure hasta la mesa del comedor con sus útiles.
La pequeña, de nueve años de edad, cursa el tercer año de primaria en una escuela privada donde tiene una beca de apoyo. Sus calificaciones la colocan en el cuadro de honor. La última vez fue dos semanas antes de que iniciara la cuarentena.
“A veces creo que la estresamos, que nuestro tiempo compartido con el trabajo no nos permite estar relajados para atenderla como debe ser”, expresa doña Carmen al reconocer que los más de 50 días sin clases y tareas que se acumulan por semanas los han llevado al límite con la paciencia.
La madre de familia hace trabajo de oficina desde casa; a veces desde la oficina de su esposo que temporalmente está cerrada por la contingencia, pero donde también debe acudir la pequeña.
En la escuela de Sofi no se implementaron las clases en línea, pero sí un esquema de actividades para cada día, desde que salieron el pasado 20 de marzo, enviado por correo electrónico o Whatsapp. Todas con tiempo de entrega.
Las actividades al inicio del receso escolar estuvieron relacionadas con temas vistos, pero en mayo, son temas nuevos, ya todas enviadas desde finales de abril.
“Con sólo ver la lista nos estresamos todos”, agrega el padre, quien también participa en las clases desde casa. Por el cúmulo de actividades materia a veces destinan hasta seis horas al día, de forma escalonada.
Para comprender los nuevos temas Sofi y su padre ingresan a las ligas de YouTube que la profesora recomendó para cada actividad. “Es tarea para todos”, dice el padre de familia, quien se autodefine con poca paciencia para explicar. “Ese es mi mayor reto”, agrega.
Para Sofi no ha sido fácil. En tiempo ordinario, sólo necesitaba de una última revisión de las tareas. Incluso, se permitía de realizar otras actividades culturales por las tardes.
“Ya quiero regresar a la escuela, ver a mis amigos, a mis maestros, regresar a lo de antes”, dice la menor.
El anuncio del regreso a clases aún no se oficializa en Oaxaca, donde suman hasta este 15 de mayo 369 casos de Covid-19 y 64 defunciones.
Sofía, por lo menos, tiene el apoyo de sus padres, acceso a internet y a a un celuar con Whatsapp. Pero el martirio, y a la vez abandono escolar, es más grave en comunidades alejadas de centros urbanos. Y nadie sabe cuándo reiniciarán las clases en los salones, si es que reinician.