Ismael García M./Zona Roja.
Oaxaca de Juárez, Oax., 14 de diciembre de 2020.- Aun con sesgos de autoritarismo, el Presidente Andrés Manuel López Obrador no pierde su carisma y mantiene un alto porcentaje de aceptación entre la sociedad mexicana, a dos años de su mandato.
Las giras de trabajo por el interior del país son una muestra de ello –como sucedió en Oaxaca– y son termómetro del ánimo popular, contrario al de las élites empresariales y políticas.
En contrasentido está el Partido Morena, que no sale de su marasmo y no deja –ni dejará– atrás sus pleitos internos, tanto a nivel nacional, como en las entidades del país, incluyendo Oaxaca.
Dos decisiones a nivel central dibujan lo que será el rostro del morenismo en el proceso electoral en curso: la imposición de candidatos, bajo el argumento de encuestas, en dos estados del país, Nuevo León y Campeche.
En el primer caso, eligió a Clara Luz Flores, alcaldesa de Escobedo, como candidata a gobernadora el próximo año, pero con dos décadas de priismo a cuestas, con diversos señalamientos de probable corrupción y sin ningún trabajo político; dejando atrás, además a figuras más destacadas de ese partido.
Caso segundo, el de Layda Sansores, que lleva viviendo por lo menos una década en la Ciudad de México, pero fue electa “por mayoría” en la encuesta que nadie conoce, como gobernadora; la ex militante de varios partidos políticos, tiene también señalamientos de múltiples irregularidades en la alcaldía que gobierna, Álvaro Obregón.
Mario Delgado, artífice de las negociaciones para imponer dichas candidaturas, negociando al viejo estilo priista de Ricardo Monreal, quien también vende, literalmente, al mejor postor las candidaturas.
Ambos engañan al Presidente –o creen engañarlo–, pues por un lado prometen fidelidad y una vida política pulcra, casi santa, y por el otro lado, juntan todas las viejas mañas del priismo y del perredismo, para seguir sobreviviendo y viviendo de la política.
Ambos también, junto con otros que se consideran líderes nacionales de Morena, han echado a perder al partido, que prácticamente desde su muy corta edad no ha dejado los problemas internos, producto de los genes de quienes lo conformaron: priistas y perredistas.
Así que Presidente y partido van por dos rutas distintas, uno privilegiando el apoyo a los segmentos sociales más necesitados y otros en el lucro de la política; uno intentando por sus propias vías incrementar el poder y otro minando ese poder, con sus componendas.
¿Y OAXACA?
La entidad oaxaqueña no está exenta de esos problemas internos y una muestra reciente fueron los jaloneos en el Congreso del Estado… en que se volvió a imponer el PRI, a pesar de tener seis diputados.
Casi un mes de negociaciones para lograr un presidente de la Mesa Directiva, cargo que recayó en el priista Arsenio Mejía, disfrazado de Partido Encuentro Social y fiel a Alejandro Avilés Álvarez.
Con ello se evidenció una vez más la división que continúa entre los 26 legisladores de Morena, un grupo de los cuales simpatiza con el gobernador Alejandro Murat y procura siempre maniobrar a favor de los designios oficiales.
A ello le ha antecedido el permanente interés del legislador Ericel Gómez Nucamendi de quedarse como delegado especial del partido, por sobre el actual presidente, Sesul Bolaños.
No es extraño pues, que en la ya muy cercana elección de candidatos a diputados locales, diputados federales y presidentes municipales, se mantenga la división y continúe, por un lado, el lucro con los cargos de representación popular y, por el otro, darle oxígeno al PRI, partido al que tanto critican –supuestamente– los morenistas.