Evlin Aragón/Zona Roja. Foto: Paulina Ríos.
Oaxaca de Juárez, Oax., 15 de marzo de 2021.- La historia de Javier de tan sólo 11 años de edad y su bisabuelo Victorio se ha hecho viral rápidamente. Pero detrás de ello está la cruda realidad de la pobreza.
El pasado sábado, el pequeño se robó los reflectores de los medios de comunicación al llevar, junto con su hermano de seis años, a su bisabuelo para que le aplicaran la vacuna contra la Covid-19.
Las fotos y videos de la periodista Paulina Ríos, que rápidamente se difundieron, conmovieron a decenas de personas debido a que el menor empujaba una carriola para bebé, en mal estado, en la que trasladaba al abuelo, que padece diabetes.
Aunque se hizo responsable al momento de la vacuna, Javier no vive solo. Su familia que radica en la agencia de San Isidro Monjas, perteneciente a Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca, está compuesta por su madre, padre, tres hermanitos -uno de ellos recién nacido- y el abuelo al que de manera responsable traslado para su inmunización.
Todos comparten un pequeño cuarto de lámina en un terrero que les prestaron para instalarse. No hay baño, ni luz eléctrica. Tampoco colchones, estufa, refrigerador, televisión y teléfonos celulares.
Prácticamente sólo tienen unas bases de madera donde pueden descansar y una cama muy desgastada para el abuelito. Apenas si pueden sobrevivir.
El cuartito es insuficiente para la familia de siete integrantes, hay momentos que el sol pega directamente y sólo unos metros les dan sombra, según la descripción que hizo la periodista Paulina Ríos.
El padre de Javier ha pensado en comprar un rollo de lámina para hacer su baño y arreglar la casita, sin embargo, eso implicaría que los niños dejaran de comer algunos días.
Y es que la familia, como muchas más en Oaxaca, vive al día con el sueldo que gana el padre como albañil y a veces la joven madre ofrece sus servicios de limpieza, sin embargo, ahora no puede dejar sólo al bebé recién nacido que tiene y al abuelo ya enfermo, por lo que se queda en casa.
Pese a todo, nadie se rinde. Javier juega al futbol con su hermano. Ríe y sueña como cualquier otro niño de su edad. También ha salido a trabajar. Hubo una vez que su padre se enfermó y tuvo que ir a cargar ladrillos, trabajo por el cual recibió 250 pesos que le entregó íntegramente a su madre.
La vida de Javier no es fácil, aunque tiene el empuje para salir adelante, recientemente dejó la escuela ya que fue diagnosticado con una rara enfermedad “púrpura trombocitopénica” que incluye la aparición de hematomas con facilidad, sangrado y manchas rojizas y moradas del tamaño de un punto en la parte inferior de las piernas.
Aun así, sus ojos llenos de esperanza han logrado conmover a decenas de personas que se organizan para llevarles ropa, víveres, incluso el cableado para que puedan tener luz en su pequeña vivienda.
La vida de Javier y sus hermanitos, que se hizo viral recientemente, tiene una oportunidad de cambiar.
Poco a poco la ayuda a comenzado a fluir; ya tienen dos sillas de ruedas para el bisabuelo; ya les llevaron despensas; ya les prometieron programas sociales… ahora solo esperan que todo eso no quede en el calor de la difusión mediática sino continúe.