Néstor Y. Sánchez Islas
No fue con Gabino Cué, es hasta ahora que la generación de aquellos que protagonizaron el martirio de Oaxaca en 2006 ha tomado el poder plenamente. Por un lado, Salomón Jara como gobernador, por el otro Aracely Pérez Martínez al frente de la Sección 22, los poderes hegemónicos en Oaxaca, sumado a Francisco Neri en la presidencia municipal de la capital.
En las redes sociales se han manifestado muchos simpatizantes de aquella asonada sindical a la que algunos calificaron de revuelta social. La llegada del nuevo gobernador lo ven como el triunfo y la culminación de su lucha.
Si esto se considera así se deben venir cambios muy importantes para nuestra tierra porque, en los hechos, quienes se asumieron en resistencia contra el sistema lo vencieron en las urnas y hoy son gobierno, por lo tanto, son el sistema a partir de ahora, ya no son víctimas.
Las posturas contra el gobierno, que más bien fueron contra la propia gente de Oaxaca, fueron inspiradas e importadas de los filósofos europeos, principalmente franceses, que después de la Segunda Guerra Mundial se lanzaron contra el propio occidente y su modelo liberal. En África y Asia se luchó contra el colonialismo, en Europa del este contra la dictadura comunista que los oprimía y en América Latina contra las dictaduras respaldas por los Estados Unidos.
Cuando el Muro de Berlín cayó y se hizo evidente el fracaso del socialismo y del comunismo se impuso el modelo económico globalizador llamado neoliberalismo como una expresión de un capitalismo salvaje que ha hecho más ricos a los ricos y pobres a los pobres.
La imposición hegemónica de este modelo económico abrió paso al reinado de los enormes capitales por encima del poder de Estados y empresas. Los grandes fondos de inversión, aliados con organismos con el Banco Mundial o el FMI impusieron a los países que necesitan recursos las condiciones que quisieron.
Esta imposición de drásticas medidas económicas empobreció a una gran parte de los mexicanos, pero también ayudó al desarrollo de nuestro país. Contra estas medidas económicas y contra el antiguo poderoso e invencible PRI se lanzaron a la calle quienes hoy tienen el gobierno en sus manos.
Introdujeron en sus discursos conceptos como “dominación, hegemonía, colonialismo, imperialismo o dignidad” para obtener respaldo popular. Viene ahora lo importante, saber si sabrán manejar el poder para cumplir con alguna de las promesas y sueños que prometieron.
Será difícil, la gente está desgastada por sus años de “lucha” y todo los abusos y excesos cometidos y, a pesar de haber obtenido 700 mil votos no tienen a toda la gente de su lado, es inevitable que encuentren resistencia.
Lo que no sabemos es como enfrentarán la natural oposición que habrá: negociando, haciendo toda clase de “concertacesiones” lubricadas por la corrupción, resolviendo de inmediato como lo pedían cuando eran oposición, ignorando o simplemente aplicando la mano dura apoyados en la Guardia Nacional, el ejército y las policías locales.
No deben olvidar que, aunque nos consideren opositores seguimos teniendo derechos y el derecho a tener derechos y que por encima de lo “social” está nuestra dignidad como seres humanos. El respecto que pidieron es el mismo al que deberán honrar ahora porque somos sujetos y tenemos valores y no solo un conjunto de problemas a los que hay que eliminar.
El fracaso del presidente López Obrador en cumplir todo lo que ofreció como opositor probablemente se reproduzca en Oaxaca. El uso de promesas montados en movimientos ecologistas, feministas o indigenistas lo deberán cumplir con perspectivas de futuro, madurez y equilibrio y no dejándose llevar por emociones ideológicas que, indudablemente, los convertirían en los nuevos opresores a los que habría que combatir.
Esperamos que este nuevo régimen sea una puerta hacia la democracia, la reconciliación, la integración no solo entre nosotros sino con la naturaleza a la que estamos arrasando, dejar atrás la dicotomía de lo funcional contra lo disfuncional o la guerra o la paz. De nada servirá que este gobierno entrante haya derribado un muro para construir otro igual de injusto que el anterior que se apropió de las oportunidades y el presupuesto que era para beneficio de Oaxaca.
DESALOJO
La noticia fue el cambio de gobierno, la nota fue el desalojo de los triquis de los corredores del palacio. Un clavado por las redes sociales muestra el tamaño de la importancia que la gente le dio al asunto y la enorme aprobación que tuvo, lo que repercutirá en un fortalecimiento del presidente Neri, quien a estado a punto de ser ahogado por la basura.
Oaxaca reconoce y agradece que los hayan quitado, su permanencia era profundamente rechazada desde hace años. Su presencia ya no significaba el grito de auxilio pidiendo justicia sino la burla de un pequeño grupo que se convirtió en una mafia que se burló de la ciudad que los cobijó. No deben volver, ni ellos ni otros en su lugar.
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