Néstor Y. Sánchez Islas
El viejo sistema político mexicano está de vuelta. No es una sorpresa, el presidente Obrador nació en él y su deseo es volverlo a la vida.
El más importante ritual de nuestra vida política está en marcha. Fue construido por los ganadores de la revolución alrededor de una única y poderosa figura, la del presidente, por tanto, la sucesión de éste adquiere una enorme importancia. La constante erosión institucional de este presidente y su ataque o colonización de los organismos autónomos solo quiere decir una cosa: el presidente era, es y deberá seguir siendo el centro del poder, una visión autoritaria y contraria a toda idea democrática para el futuro del país.
Nadie, excepto Marcelo Ebrard, se sorprendió. La designación de Claudia Sheinbaum estuvo cantada desde hace mucho tiempo; para ella operó el partido y las instituciones gubernamentales. Y por ella, AMLO intentó por todos los medios apoderarse de las instituciones electorales: la fiscalía especializada, el tribunal y el INE.
Al igual que en el pasado, el presidente desea elegir a su sucesor. Decía Adolfo Ruíz Cortines: “sobre el presidente en turno recae la tremenda responsabilidad de interpretar lo que el pueblo mexicano quiere y necesita”. Y así fue, Obrador supo interpretar lo que el pueblo quería en su descarada dualidad de presidente y jefe del partido en el poder.
Nunca ocultó Obrador que lo que más volara en una persona es la lealtad. Para él no puede existir el pensamiento crítico porque su palabra, sus ideas y sus actos deben ser dogma de fe. La clave de su dedazo fue esa, la lealtad a toda prueba de su candidata, lo que le garantiza, en caso de ganar, la seguridad para él y su hijos de no sufrir persecución alguna en primer lugar, en segundo, la continuación de su obra destructora. La señora Sheinbaum forma parte de grupo radical de la 4T.
Al disponer del control político no dudó en usarlo para las movilizaciones necesarias. Gobernadores y munícipes le deben el puesto y en Oaxaca fue claro como el agua. El gobernador recibió la orden y todo el aparato del gobierno se movió para obedecer. Vino Ebrard en campaña y solo recibió vacío. Vino Claudia y movilizaron a miles de acarreados a la Alameda al costo que fuera.
Dado su origen en el viejo sistema mexicano, lo suyo son las movilizaciones y su aliada el hambre de quienes aceptan una torta y un refresco para ir en su apoyo. Igual ordena movilizar para legitimar su dedazo que para respaldar decisiones políticas. Basa su fuerza política en el poder de acarreo que le otorga el control del erario y el manejo a discreción de las autoridades judiciales y fiscales.
La entrega simbólica del bastón de mando es una señal del viejo autoritarismo del antiguo régimen. Un símbolo mal empleado porque él no debió entregarlo, debió haber sido la asamblea de pueblos indígenas que se lo dio en resguardo temporal porque en ellos descansa la soberanía y radica la legitimidad. Sheinbaum no debió recibirlo porque ella no es la vicepresidenta ni ha ganado la elección. En todo caso, siendo Obrador y su candidata descendientes directos de extranjeros, uno español y la otra lituana, lo que aplicaba era la entrega del cetro, como sucede en Europa, y no del bastón de mando indígena.
El presidente no sabe negociar, y su candidata es otro ejemplo más de que lo suyo es la imposición y la resolución de conflictos solo con el poder que ha acumulado. Ha roto los equilibrios de poder y el país es un campo de batalla, principalmente por violencia relacionada con el crimen organizado. Como ninguno de los presidentes de nuestro breve período democrático, ha tenido bajo su control a todos los poderes. Gracias a las mayorías, domina ambas cámaras, el fiscal es un leal sirviente y, mientras Arturo Zaldívar estuvo al frente de la Corte, fue su amo y señor. En los hechos, vivimos en un régimen absolutamente centralista porque el federalismo está ausente.
Este ritual de la encuesta y la entrega del bastón es una manera de buscar la legitimación de acto profundamente autoritario. Él decidió, ahora hay que aparentar que el pueblo se lo exigió. Es poco probable que entregue la presidencia sin conflictos puesto que esa es su naturaleza.
La aparición de Xóchilt Gálvez alteró su elaborado plan. No existe la certeza de que Claudia ganará. Obrador quiere la continuidad destructora, el país necesita regresar al sentido común y la razón. Por lo pronto, inició la lenta agonía, la pérdida de espacios y protagonismo. No quiere soltar el poder; deberá hacerlo.
EL CONSEJERO
Como un ajonjolí de todos los moles, el consejero jurídico del gobierno estatal aparece en todos los conflictos y en todos los medios. Igual por la expropiación de los terrenos de triplay que por el desalojo del MACO o el conflicto con el personal del IEBO. Nunca un consejero había recibido tal protagonismo, lo que podría entenderse como la construcción de un delfín leal al gobernador para el futuro político de ambos.
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