Diego Enrique Osorno*
La conquista de Bizancio, la batalla de Waterloo, el descubrimiento de El Dorado y la lucha por el Polo Sur, momentos estelares de la humanidad, clasificados así por Stefan Zweig, porque sobresalen en ese “misterioso taller de Dios”, según llamaba Goethe a la Historia. Instantes que marcan y cambian el rumbo décadas, acaso siglos: eventos preñados de fatalidad o intensa concentración dramática que “resplandecen como estrellas que brillan sobre la noche de lo efímero”.
Momentos estelares, de acuerdo a un inflamado decreto presidencial, han sucedido en estos tiempos llamados de la cuarta transformación. Momentos que, de forma irremediable, han debido resplandecer también alrededor de acontecimientos que se avecinan, que ya están sucediendo en pleno periodo electoral.
Bajo este marco luminoso, el 21 de marzo de 1994, Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI, no fue víctima de un solo pistolero. Además de Mario Aburto, le disparó una segunda persona llamada Jorge Antonio Sánchez Ortega, agente del Cisen. La teoría es vieja e inconsistente, como el afán de revivirla por parte de la misma Fiscalía General de la República que no pudo ni quiso resolver el menos lejano caso Ayotzinapa.
Vino después otra humareda igual de vacua, al parecer cortesía de una DEA cada vez más desesperada y errática: la divulgación soterrada, una docena de años después de haber sido cerrada por insuficiente, de una investigación por supuesto financiamiento del narco a la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador en el año 2006.
No importan la realidad ni los hechos: lo que hay es impaciencia propagandística por atajar de forma grandilocuente la noche de lo efímero.
Así, la verdad total en torno al asesinato de Colosio sigue sin ser establecida de forma cabal al día de hoy. Aún hay grandes huecos en ese pasaje decisivo de nuestra historia moderna. Resulta insultante para su familia y la sociedad pretender llenar el vacío con teorías caducas que buscan despistar a ingenuos.
Por otro lado, sobran elementos para acreditar que, desde que activamos la democracia electoral, el dinero ilegal campea cada vez más y más en campañas de postulantes impúdicos ante ello. Sabido es que empresarios, crimen organizado y funcionarios han financiado de forma irregular tanto el proyecto ‘alternativo’ de un nuevo Estado mexicano como el que se opone a este.
El segundo tirador del caso Colosio, la narcocampaña de 2006… momentos electorales de la humanidad.
Y eso que la contienda aún no arranca de manera oficial.
*Escritor y periodista.
@DiegoEOsorno