Redacción/Zona Roja.
Oaxaca de Juárez, Oax., a 3 de marzo de 2024.- “Oaxaca se está convirtiendo en el ombligo de las matemáticas en México”, me dijo en una amable plática el Dr. Orlando Jiménez Benítez, jefe de Unidad del Instituto de Matemáticas de la UNAM en Oaxaca. Y yo agregaría que, el ombligo del ombligo parece ser el istmo de Tehuantepec por la cantidad de jóvenes con talento que cursan actualmente diversos estudios de posgrado en el área. Algunos de ellos aquí en la ciudad de Oaxaca, otros en diversos institutos a lo largo y ancho del país.
Conocí a Kenett Martínez Ruíz gracias a los buenos oficios de su institución. Sorprende su juventud. Apenas llega a los 27 años y ya está cursando su Doctorado. Es obvio que nunca ha desperdiciado el tiempo.
Es oriundo de Jalapa del Marqués y, entre las escapadas a nadar a la presa, su casa y la escuela pasó los años de su infancia y sus estudios básicos. En una población dominada por la agricultura y la pesca pocos imaginaban que pudiera nacer ahí un talento que destacaría en un campo de la ciencia propio de las mentes abstractas. Su papá es campesino y muchas veces lo mandó a cuidar los borregos. En esa paz del campo es probable que, de manera inconsciente, se haya dado cuenta que tenía habilidades que sus compañeros no. Hoy en día su familia sigue sorprendida por dos cosas: las habilidades en matemáticas de su hijo y porque no hizo lo que la mayoría de los jóvenes, que es buscarse una pareja y ponerse a trabajar en lugar de seguir estudiando.
Para un joven como él, hijo de campesinos y con muy pocos recursos, decidir estudiar una carrera es una decisión que impacta a toda la familia porque salir a otra ciudad representa un gasto difícil de hacer. Kenett de manera inteligente lo resolvió. Optó por la opción que representaba el Sistema de Universidades Estatales de Oaxaca, el SUNEO, en su campus de Tehuantepecpara estudiar su Licenciatura en Matemáticas Aplicadas.
Por su mente nunca cruzó la idea de ser abogado, contador o administrador, aunque si no hubiera otra opción, ser un ingeniero en computación o energías renovables no le hubiera sido difícil. Para ser admitido debía superar una última prueba: aprobar su curso propedéutico, lo que hizo sin problemas dado que el álgebra y el razonamiento matemático no le resultan complicados. “Entramos al propedéutico trece, aprobamos diez y, de mi generación, solo dos llegamos al final de la carrera”.
En un momento de la plática nos dice algo que es más profundo de lo que aparenta. Un joven de escasos recursos como él tiene una motivación drástica: o estudiar para mejorar su situación o ponerse a vender tacos, y no porque venderlos sea malo, sino porque es la única oportunidad que la vida le ofrece al alcance de sus posibilidades y no debe desaprovecharla. “Si reprobaba no tendría una segunda oportunidad, sí o sí debía salir adelante”. Y lo hizo.
Ser matemático le abriría las puertas a un amplio campo de trabajo muy especializado, en específico en el área de programación en cómputo de alto rendimiento. “Un matemático es entrenado para resolver problemas más que para memorizar largas fórmulas. Te sientas, te dan un problema y no te levantas hasta que lo resuelves. Eso aprendí en la carrera”. Así que muy pronto estuvo en contacto con la Ciencia de Datos y la Inteligencia Artificial. Con eso en mente tomó una decisión difícil, pero acertada. Dejaría su tierra y se vendría a Oaxaca a realizar un posgrado apoyado en una beca del Conacyt. En nuestra ciudad capital realizó la Maestría en Ciencias Matemáticas en el IMATE UNAM.
Nos explica de manera accesible su trabajo: “Una característica fundamental de las matemáticas es la estrecha relación que existe con la física. Ser capaz de asimilar una noción física y recuperar las ideas puramente geométricas, y desarrollar una teoría formal y rigurosa entorno a ello, es parte del trabajo de un matemático”
“En particular, mi labor de investigación consiste en estudiar objetos que abstraen y generalizan -de algún modo- fenómenos e ideas que aparecen en la vida cotidiana; pueden ser las propiedades geométricas del espacio-tiempo o las ecuaciones de Maxwell, aquellas que gobiernan el campo electromagnético y describen como se comportan, por ejemplo, la corriente eléctrica y los polos magnéticos. Hacer esto nos permite encontrar las propiedades fundamentales de dichos objetos y saber cómo funcionan en un contexto más general. Además, un hecho fascinante de las matemáticas es que con ella somos capaces de reinterpretar estos fenómenos y expresarlos de manera concisa y elegante, algo que a los matemáticos nos atrae con entusiasmo”.
Su área es la Geometría Compleja, que es una rama de la matemática que estudia las propiedades geométricas de los objetos definidos por ecuaciones algebraicas complejas. En otras palabras, trata sobre las formas y estructuras que se pueden describir mediante números complejos y sus relaciones geométricas. Los objetos de estudio en geometría compleja incluyen variedades complejas, superficies de Riemann, curvas algebraicas complejas, entre otros. Estos objetos pueden tener propiedades geométricas interesantes y sutiles que no se pueden capturar plenamente con los métodos tradicionales de geometría euclidiana. La geometría compleja tiene aplicaciones en diversos campos, como la física teórica, la teoría de números, la teoría de grafos y la teoría de cuerdas.
Kenett Martínez Ruíz está cursando su Doctorado en el Instituto de Matemáticas de la UNAM en la ciudad de Oaxaca.
Colaboración de Néstor Y. Sánchez y Javier Toledo Flores
Contacto: nestoryuri@yahoo.com