Diego Enrique Osorno*
Hace años entrevisté al ex presidente Carlos Salinas de Gortari para el documental “La muñeca tetona”. En algún momento de la conversación filmada en su biblioteca pregunté su opinión sobre la relación del gobierno con el mundo de la cultura, a partir de la fotografía de Pedro Valtierra en la que aparecía junto a Gabriel García Márquez, Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis, Miguel Ángel Granados Chapa, Héctor Aguilar Camín, León García Soler y Benjamín Wong.
“Debe ser respetuosa y constructiva, porque vivimos en un régimen con una pluralidad y diversidad de pensamiento, y en el cual se ejerce la crítica, el comentario, el análisis desde la sociedad civil, y que resulta una tarea que es fundamental en el ejercicio del gobierno, porque es la que señala rumbos, la que apunta yerros y la que también expresa reconocimientos no como tales, sino refuerza acciones que se van construyendo, como positivas, dentro de la sociedad y dentro de la acción política”.
Salinas puso luego como ejemplo al célebre teórico marxista italiano. “Gramsci llama la relación entre la sociedad civil y la sociedad política; entre los intelectuales como formadores de consenso y creadores —incluso— de lo que se conoce como una hegemonía, que es alcanzar consenso sin necesidad de la coerción. Así que esta relación entre gobierno e intelectuales es natural, o deberíamos de decir, es una relación casi inevitable porque hay una tarea que el intelectual realiza y que es indispensable para el ejercicio del gobierno: la de la crítica, la del señalamiento y la de la construcción, juntos, de caminos que deben ser de progreso y de justicia —sobre todo— para el país”.
—¿Qué es lo que usted cree que atrae del poder a los intelectuales? —pregunté.
—Yo no diría que es que el poder atraiga a los intelectuales. Finalmente, en el seno de la sociedad civil, el intelectual desarrolla una labor fundamental en esta construcción de hegemonía para que haya consenso sin coerción, y lo hace incluso de manera fundamental a través de su crítica, su capacidad de análisis, la fundamentación de sus reflexiones, su propia formación académica y cultural en lo personal.
Así que los propios intelectuales son una fuente de poder. Y lo que están haciendo es, desde el ámbito de la sociedad civil, tener un diálogo indispensable con la sociedad política y, en este caso, con el jefe del Estado en mi carácter de presidente de la República.
*Escritor y periodista.